En la muestra, la perspectiva del artista es la de un observador oculto que toma una instantánea. En sus propias palabras, “es más que ver, igual que escuchar es más que oír. El resultado de lo que se percibe trata de comunicar algo que va más allá de las apariencias”.

Cidoncha trabaja sobre la emoción y la honestidad, restándole importancia al análisis teórico. “La obra existe en el ojo de cada espectador y teorizar es levantar barreras entre la pieza y la lectura que le pueda dar quien la ve”.

El artista, que vive a caballo entre Madrid y su estudio en París, se define como un pintor reflexivo, casi un monje, y apunta que, con la madurez, le ha llegado una consciencia mucho más intensa de todo lo que le rodea. “El creador funciona con un ojo educado y entrenado en años de observación, y es la emoción la que pone en marcha los mecanismos de creación. En este caso, con este conjunto de obras de nueva creación he tratado de captar la fragilidad del instante”.

Aunque Cidoncha es un pintor conocido por sus retratos de personajes de la cultura o la política, desde Vargas Llosa a André Leon Talley, pasando por Lee Radziwill, para él el retrato no es un fin en sí mismo, sino una consecuencia de su interés por lo humano. “Igual que en la música la voz es el instrumento que más me transmite, en la pintura el retrato me apasiona en la medida en que es la expresión del alma y la psicología, en su capacidad de estar más allá de la técnica”.