Joan Miró. Pintura, 1968.La muestra parte de una sencilla idea: recuperar la fuerza transgresora de obras poco conocidas que salieron de los talleres de Mallorca y no habían vuelto. Las 95 obras que se exhiben se crearon en el Taller Sert y Son Boter entre los años 60 y 70, pasando después a manos de amigos, instituciones y coleccionistas privados, dispersándose por diferentes lugares. Consigue, por tanto, reunir estas piezas únicas en el lugar donde fueron concebidas, el territorio de la fundación que el artista hizo posible, en un camino de ida y vuelta que celebra el regalo del artista a la ciudad.

La exposición reivindica el artista inconformista a quien todavía le queda mucho por decir, que pone en entredicho su propia obra y mira hacia adelante, hacia todo lo que queda por hacer. Muestra una obra singular de la última etapa de su trayectoria, que descubre al auténtico Miró.

El silencio y la calma

Será en Mallorca donde encuentre el silencio y la calma que le permitan alejarse del reclamo internacional y dedicarse de lleno a su producción artística. A una edad avanzada, más vital y libre que nunca, consigue dar rienda suelta a una renovada actitud plástica e inesperados retos artísticos. Un creador salvaje y contestatario convive con otro reflexivo y ensimismado; el gesto y el instinto ante la orden y la medida; la cordura y el arrebato.

El periodo que cubre esta muestra coincide con dos grandes exposiciones retrospectivas: una, que tuvo lugar en el Antic Hospital de la Santa Creu de Barcelona (noviembre de 1968-enero de 1969) y, la otra, en el Grand Palais de París (17 de mayo-13 de octubre de 1974), acontecimiento que marcaría un momento de revisión y replanteamiento para Miró, y que desencadenaría uno de sus periodos más fructíferos, condicionando el resto de su trayectoria y la producción acelerada de sus últimos años, que conforma precisamente los fondos de la Miró Mallorca Fundació.

También en las mismas fechas celebró su primera exposición individual en Palma de Mallorca, concretamente en la Sala Pelaires en octubre de 1970. Prácticamente desconocido para el gran público de Palma, Miró pasaría de ser “el marido de Pilar” a convertirse en un artista tan reconocido en su tierra como fuera de sus fronteras.