En la obra de Larré se invierten las lógicas disciplinares: la fotografía remite a la escultura y la escultura toma cualidades propias de la fotografía. Este mecanismo de inversión posibilita una exhaustiva exploración sobre cuestiones de fondo relacionadas con la imagen. El artista va más allá de entender el hecho fotográfico como documento o representación con el fin de destacar su carácter objetual.

Revisar las posibilidades técnicas y disciplinares de la fotografía y la escultura lo llevan a destacar el objeto desnudo como elemento central del acto creativo, pero a la vez le añade una capa de significados basados en la experiencia del acontecimiento: la acción toma cuerpo, así, en la materia y el espacio.

En la exposición del Nivell Zero, esto se manifiesta a través de un componente determinado: el barro. Larré trabaja este material como si se tratase de una placa sensible donde verter el campo semántico propio del uso y el consumo de la fotografía. El barro, asimismo, es el material dúctil por excelencia y está hecho de partículas provenientes de la erosión de la roca por la fuerza del viento, la lluvia y las temperaturas. En palabras del artista: «En él están el glaciar y el volcán y el agua, pero también los restos humanos, las prácticas olvidadas y las supersticiones. Conjuga tal cantidad de campos semánticos que se podría llegar a decir que abarca la totalidad de lo existente, o que el mundo se resume en una bola de barro».

Marc Larré ha estudiado bellas artes, cine y vídeo. Sus exploraciones giran entorno el fenómeno fotográfico y el campo semántico que se le otorga, expandiéndolo hacia lo tangible e icónico y, posteriormente, hacia la narración, la poesía y el metalenguaje. Ha expuesto tanto a nivel nacional como internacional y de manera individual y colectiva en espacios como La Capella de Barcelona, el NCCA de Moscú, el MACBA o el Aarhus Art Building en Dinamarca.

Cuatro ideas principales

Las piezas, que se exponen en un formato que remite al lenguaje escultórico tradicional, se pueden agrupar en cuatro ideas principales, que abordan la relación entre la fotografía y el barro desde diferentes perspectivas: la sincronía como paradigma temporal que amenaza la representación; los moldes y negativos como hibridación de campos semánticos propios de cada lenguaje; las dimensiones en cuanto a imágenes fotográficas que asumen el volumen del barro y, a su vez, el barro que se aplasta para ser solamente superficie; y por último, las múltiples exposiciones como la suma de los tiempos de exposición que funcionan como sucesivas imprimaciones sobre ambos materiales.

Son estos puntos de partida los que ayudan a explicar una serie de pliegues entre la fotografía y el barro, entre lo temporal (la fotografía, la memoria) y lo espacial (el barro, el cuerpo), una analogía trasladable a las características de la sala interior (la carga temporal de la fotografía) y el patio exterior (su soporte material) del Nivell Zero de la Fundació Suñol.