Nacida en Etiopía en 1970 y afincada en Nueva York, Mehretu se dio a conocer a finales de los noventa en la escena artística neoyorquina con un lenguaje artístico muy personal. Con técnicas como el dibujo, la tinta y el acrílico, combina líneas geométricas, dibujos arquitectónicos y proyecciones urbanas con capas de color y otros elementos más personales, pinceladas y gestos casi caligráficos. En un juego complejo entre la precisión y el caos, las formas interactúan en el lienzo tomando a veces forma de torbellino, de corrientes o de piezas que estallan en el aire, como resultado de una explosión, de un colapso que trata de alcanzar al espectador.

Cada superficie está minuciosamente trabajada. Capas, trazos, pinceladas y marcas se superponen unas a otras, y a veces son borradas y difuminadas por ella misma, que deja voluntariamente ese rastro de movimiento e interacción en el lienzo. Son piezas que sugieren a veces la multitud, la agitación contemporánea, la energía de un mundo en constante movimiento, evocando acontecimientos actuales o históricos, ciudades o civilizaciones que desaparecen, dinámicas geopolíticas, momentos de fragilidad y cambio. En palabras de la propia Mehretu, “mapas de historias sin localización”.

Benjamin Weil, director artístico del Centro Botín, destaca precisamente su compromiso social, su voluntad de abarcar el tiempo y la historia, así como su reflexión sobre el orden social, los símbolos de poder y el pensamiento político. «La selección de pinturas que integra Julie Mehretu. Una historia universal de todo y nada resulta especialmente significativa por ser representativa del periodo posterior al 11-S, un periodo en el que la guerra y su espectáculo se han vuelto un suceso cotidiano y en el que la violencia, el racismo y los crímenes contra la humanidad apenas provocan un débil sonido de alerta en el radar de la actualidad».

La propia artista lo reconoce así: «Mi pintura evoluciona hacia la oscuridad debido a los movimientos sociales de los años 2011 y 2013 así como las revueltas de países como Estados Unidos, México, Brasil y el norte de África. Yo nací en Etiopía y nos vimos obligados a salir de allí en busca de una libertad que no teníamos. Después de una dictadura muy larga creíamos que había alguna posibilidad de lograrla, pero no fue así. Ese enfrentamiento, como los vividos en Brasil, se refleja en mi pintura que evoluciona hacia algo más gris y más oscuro para inventar una manera de contar lo que ocurre. Es gris, pero también tiene posibilidades».

Para Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y comisario de la muestra junto con Suzanne Cotter, directora de la Fundação Serralves-Museu de Arte Contemporanea de Oporto, «Mehretu es una artista en constante evolución y así lo hace de manera continuada hasta su última pintura, terminada hace escasamente una semana». Recuerda también que la exposición empieza en el presente y hace un flashback de 10 años y que es la primera vez que se exponen los dibujos que Mehretu lleva pintando desde 1995, «obras que no son bocetos ni prácticas para la pintura, sino que realmente son trabajos paralelos que muestran mundos diferentes».

«Julie Mehretu construye a través del conflicto sin solución. Sus obras siempre se disponen en varios niveles o capas lijadas sobre otras capas anteriores. De este modo se genera una unidad de capas increíble aunque no sea posible apreciarlo. Mehretu construye borrando», concluye el comisario.

Evolución artística

El Centro Botín propone un completo recorrido por la obra de la artista, desde sus primeros dibujos de grafito y cuadros de tinta y acrílico hasta sus lienzos en gran formato, con estructuras más complejas y superficies muy trabajadas, con atención también a sus últimas piezas, de carácter más dramático. Mientras sus pinturas pueden visitarse en la Sala 2 (segunda planta), sus dibujos –de menor tamaño– se exponen en la Sala 1 (primera planta). Así pueden verse piezas como Arcade (2005) o Zero Canyon (a dissimulation) (2006), donde se aprecian claves como el dibujo arquitectónico, el uso del color, la sucesión de capas y marcas, y su apuesta por el gran formato, con el que consigue generar una experiencia única en el espectador.

En trabajos posteriores, como en su serie Invisible Line, la artista se va desprendiendo de la referencia arquitectónica y del color para centrarse en el gesto, en el trazo casi caligráfico, cargado de energía y vibración. Otras de sus últimas series, Conjured Parts, aborda en un tono aún más desgarrador referencias a acontecimientos actuales, como Conjured Parts (Syria) o Aleppo and Damascus (2016).

La exposición se completa con el volumen A Universal History of Everything and Nothing / Una historia universal de todo y nada, con textos de Suzanne Cotter, Amin Maalouf y Marina Warner. Además de reproducciones de sus obras, el volumen despliega un recorrido visual por el proceso creativo de la artista, con imágenes de su estudio, sus fuentes de inspiración y otros materiales.

Julie Mehretu, <em>Co-Evolution of the Futurhyth Machine (after Kodwo Eshun)</em>, 2013. Cortesía de la artista y Marian Goodman Gallery, Nueva York. © Julie Mehretu.

Julie Mehretu, Co-Evolution of the Futurhyth Machine (after Kodwo Eshun), 2013. Cortesía de la artista y Marian Goodman Gallery, Nueva York. © Julie Mehretu.

 

Mehretu y la Fundación

De izquierda a derecha: Vicente Todolí, Julie Mehretu, Benjamin Weil y Paloma Botín. Foto: Belén de Benito.

De izquierda a derecha: Vicente Todolí, Julie Mehretu, Benjamin Weil y Paloma Botín. Foto: Belén de Benito.

La relación de Julie Mehretu con el Programa de Artes Plásticas de la Fundación Botín se inició en 2015, cuando la artista dirigió uno de los Talleres de Artes Plásticas de Villa Iris. En aquella ocasión, y bajo el título Perdiendo el Norte, convivió y trabajó durante dos semanas con 15 artistas internacionales seleccionados expresamente por ella para vivir esta experiencia única.

Desde 1994, los Talleres congregan a creadores de todo el mundo bajo la dirección de artistas tan reconocidos como Lothar Baumgarten, Tacita Dean, Carlos Garaicoa, Mona Hatoum, Carsten Höller o Joan Jonas, entre otros. Este año, y siguiendo la línea de trabajo habitual del Programa de Artes Plásticas de la Fundación, esta relación se consolida con esta exposición en el Centro Botín y con la incorporación de una obra de la artista a la colección de la Fundación. Así, Conjured Parts (Sekhmet), de 2016, un lienzo de gran formato en tinta y acrílico, podrá disfrutarse en esta muestra.