Goya deseó desde muy joven el éxito que solo se alcanzaba con una brillante carrera cortesana. Despacio, y dando con habilidad y diplomacia los pasos necesarios para conseguir su propósito, tomó la decisión de partir de Zaragoza a Madrid en 1775. El contacto con la corte fue definitivo para su obra posterior, ya que determinó en gran medida su desarrollo profesional.

A través de su cuñado, Francisco Bayeu, pintor de cámara de Carlos III, comenzó a pintar cartones para la Real Fábrica de Tapices. Pero su reconocimiento en la corte no llegó hasta 11 años después, cuando fue nombrado pintor del rey en 1786, y luego con su nombramiento como primer pintor de cámara en 1799.

Esta exposición presenta un conjunto excepcional de 84 obras, procedentes en su mayoría del Prado, con las que se propone un acercamiento a la evolución del arte y la figura del pintor durante sus años de trabajo para la corte y la aristocracia en contexto con otros artistas destacados de su tiempo, como lo fueron Mariano Maella, José del Castillo, Luis Paret y muchos otros más. Confronta, en resumen, el arte, la técnica y la visión de la realidad encarnados por el genio con las obras de otros artistas con quienes mantuvo numerosos puntos de contacto pero con los que su arte rompería definitivamente.

Organizada por el Museo Nacional del Prado, la Fundación Bancaria ”la Caixa” y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, tras su paso por Zaragoza, Goya y la corte ilustrada viajará a Bilbao, donde podrá verse entre febrero y mayo de 2018.

Lazos con Zaragoza

Pese a su éxito con los reyes y con la alta aristocracia, Goya no cortó su relación con la Zaragoza de su juventud, como demuestra la correspondencia con su amigo de la infancia Martín Zapater:

“…No te respondi aguardando alguna noticía de mís ascensos y aora acabo de recivir por un amigo, la noticía de que me an echo Pintor de camara…” (carta de Francisco de Goya a Martín Zapater del 25 de abril de 1789)