A pesar de su gran riqueza, el arte colombiano no es muy conocido en nuestro país, si exceptuamos algunos grandes nombres que han alcanzado reconocimiento internacional. Ese es el motivo por el cual la Comunidad ha apostado por mostrar en Madrid las obras clave de una de las colecciones más interesantes del continente. El Banco de la República de Colombia, fundado en 1923, lleva desde los años 50 formando una riquísima colección de arte, sobre todo latinoamericana, que comienza con piezas de orfebrería prehispánica hasta abarcar todas las artes y casi todos los movimientos artísticos.

Para De Diego, que ha trabajado en la colección desde la década de 1980, “las obras aquí presentes proponen una imagen viva y poderosa de ese arte colombiano que habla también de la capacidad del país para superar las dificultades; para seguir adelante pese a todo; para levantarse desde los derrumbes, recorriendo la ruta sin rendirse, aunque no sea siempre la más fácil ni más previsible. Es una visualidad potente que reenvía a una exploración del mundo campo a través”.

Y añade: “La riqueza de la colección y su diversidad es enorme y refleja la diversidad del país, que es muy mestizo. Colombia es la gran desconocida en cuanto a arte. Ha tenido una historia muy difícil, siempre en permanente conflicto, y ha hecho una apuesta por la cultura en momentos complicados. Mi misión es que el público madrileño y español conozca este arte, que salga de la exposición con una idea de lo extremo y potente que puede llegar a ser”.

Tres ejes

La exposición se articula en torno a tres ejes: Anatomía y botánica, Guía de viajes y Ciudades invisibles. Un recorrido que se va modulando y transformando de unas historias a otras, de unos cambios de paisaje a otros, y que intenta reflejar la diversidad del arte del país hermano.

En el primero, Anatomía y botánica, el cuerpo mortal –con la colección de monjas coronadas, pintadas muertas, de los siglos XVIII y XIX– pasa a convertirse en cuerpo del deseo –desde las fotos del XIX a las anatomías homosexuales de Caballero Holguiìn–. Los cuerpos violentados de Obregón comparten espacio con las anatomías tullidas de Bernardo Salcedo y Miguel Ángel Rojas, que conducen al espectador hacia las metáforas en geometrías quebradas de Doris Salcedo.

La segunda sección, Guía de viajes, habla de la diversidad de un país fascinante como Colombia que se delinea a partir de los contrastes, a través una reflexión sobre el diálogo histórico entre diversidades: lo nativo de François Désiré Roulin o Beatriz González convive con la afrodescendencia de Ramón Torres Méndez o Liliana Angulo.

La tercera y última parte, Ciudades invisibles, es un relato a través de la representación de las antítesis entre lo urbano y lo rural o lo escaso y lo abundante, un concepto que la fotografía colombiana ha retomado con una exactitud abrumadora, desde las fotografías de Luis Benito Ramos a las de Fernell Franco o Manuel Rodríguez que nos devuelven una imagen a veces moderna y otra violenta –o ambas cosas a la vez–.

Sobre la Colección

La Colección de Arte del Banco de la República se inició en los años 50 cuando confluyeron dos fuerzas fundamentales: el impulso cultural del gerente Luis Ángel Arango (1947-1957), que soñaba con construir un “gran depósito de la pintura americana”, y la fuerza modernizadora del país que abrió sus puertas a artistas y corrientes del arte internacional.

Con los años se fueron añadiendo diversas colecciones al germen original como las acuarelas de Edward Walhouse Mark, viajero inglés que visitó el territorio colombiano en 1843 y se vinculó a la comisión encargada de levantar la primera carta geográfica del país; o las 208 obras que donó Fernando Botero –85 piezas de arte occidental entre las que hay una extraordinaria colección de arte impresionista y 123 obras propias–.

La Colección es hoy un referente nacional e internacional que permite a comisarios internos y externos explorar e investigar sobre el arte colombiano. El Banco mantiene también un programa de compra continua y se ha convertido en actor y testigo de lo que sucede en el arte nacional así como en el contexto latinoamericano.