Comienza con una pequeña selección de retratos figurativos realizados hacia el final de su etapa de estudios en Valencia, justo antes de su marcha a París en 1948. Se incluyen ejemplos de su primera fase de estudios abstractos, realizados a partir de 1953, mientras continuaba su estancia parisina, en gouache sobre cartulina, y también se percibe su progresivo desarrollo a partir de formas geométricas simples, que se integran en composiciones más complejas, en parte superponiéndose o adquiriendo volumen.

Además, la muestra permite apreciar su evolución en el ámbito de la serigrafía, técnica que había aprendido en el taller del cubano Wilfredo Arcay en París, quien realizaba serigrafías para muchos de los artistas de la abstracción geométrica en torno a la galería Denise René.

Sempere llegará a ser un maestro de esta técnica, además de un pionero en su introducción en España, a partir de los años 60 cuando regresa a Madrid. La cultivó a lo largo de su carrera junto con su amigo y colaborador Abel Martín, algunos de cuyos mejores ejemplos pueden contemplarse en esta exposición, como, por ejemplo, la carpeta de serigrafías editada por la Galería Juana Mordó, Las cuatro estaciones, 1965, que contiene cuatro serigrafías realizadas con la colaboración de Abel Martín y comentadas con textos de Pedro Laín Entralgo o Nayar, 1967, editada también por la Galería Juana Mordó, con cuatro serigrafías realizadas con Abel Martín y textos de Julio Campal.

De su estrecha colaboración con el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, más allá de la estricta labor museística, destaca la carpeta El romance de cuando estuvo en Cuenca D. Luis de Góngora, 1969, editada por el propio Museo en colaboración con la Galería Juana Mordó. Contiene un texto tomado de las Poesías selectas de D.Luis de Góngora y Argote y seis serigrafías impresas en los talleres de Eusebio Sempere y Abel Martín en Madrid.

La mayoría de las obras presentes en la exposición pertenecen a la época posterior a su regreso de París, en enero de 1960 –marcadas por dos estancias en Nueva York– en los años sesenta y sobre todo a la de los años setenta.

Depurada técnica

Figura relevante de la generación abstracta española de los años cincuenta, Sempere se distancia de la estética más expresionista y dramática de muchos creadores de esa generación, situándose en una vertiente más lírica de la abstracción.

Su depurada técnica –basada en la yuxtaposición y superposición de rectas trazadas con tiralíneas sobre diferentes soportes, cartulina, papel y tabla de madera preparada– crea efectos de temblor y transparencia que sugieren un ambiente paisajístico de resonancias poéticas y vibraciones musicales, donde la luz, el color y el espacio reflejan los matices del paisaje en sus diferentes horas del día y estaciones del año, con sus variaciones climáticas y sus variados efectos en la vegetación. A través de un lenguaje abstracto, pero con ciertas alusiones figurativas, se aproxima a una insinuación de la realidad y, en íntima relación con la naturaleza, la transforma en paisaje.

Pese a su inicial vinculación con el nuevo arte óptico-cinético, del que más tarde se distanció, y a pesar de su posterior participación en el grupo Parpalló de Valencia y de su relación con algunos de los más destacados artistas abstractos españoles de su generación, Sempere se muestra como un artista con identidad propia y, en cierto modo, como un personaje solitario.