TRAZAaDOS hace referencia a la traza como estudio del paisaje desde dos perspectivas claramente diferenciadas: Maider López lo realiza desde la relacionalidad de la obra de arte partiendo de su entorno físico, social, político, económico y su contexto histórico, además de su interacción con los públicos; mientras que Almalé y Bondía lo hacen desde la toma de conciencia del territorio, eligiendo un campo visual real, acotándolo, reconstruyéndolo, dejando que sea el espectador quien reinterprete los escenarios con su propia mirada.

En Zoom In, López camina por los pequeños senderos de las montañas y valles de Capadocia, sin poder concentrarse en algo concreto, impresionada por la inmensidad y la belleza del paisaje. El proyecto pone el foco en algunos de sus elementos a través del color, abriendo así las posibilidades de lo específico. Para ello marca el paisaje a través de azulejos coloreados monocromáticamente, situándolos en los senderos de Kizil Çukur, señalando un elemento concreto del paisaje en el que podemos encontrar el mismo color: el amarillo de una montaña, el gris de una piedra, el azul de los apicultores o el verde de una planta.

Con la naturaleza

 Maider López, Zoom In.

Maider López, Zoom In.

Estas similitudes cromáticas fueron previamente establecidas durante la realización de un taller con los estudiantes de Arte del Departamento de Pintura de la Universidad Nevşehir Hacı Bektaş Veli, a través de un ejercicio directo con la naturaleza y la búsqueda de cada especificidad para su posterior documentación gráfica y su traslado final al espacio expositivo, donde el espectador puede experimentar no sólo el trabajo final, sino también el proceso llevado a cabo por la artista, creándose un nuevo nivel de percepción que enriquece y amplía la diversidad del proyecto.

Almalé y Bondía presentan en In situ los escenarios que se sitúan en los límites de la frontera a ambos lados de los Pirineos. En las fotografías que componen este proyecto el paisaje se deconstruye al estar reflejado sobre el espejo fuera de campo, mostrando al espectador imágenes que pueden ser observada desde múltiples puntos de vista. Almalé y Bondía van componiendo una barrera de espejos de diferentes tamaños enmarcados con molduras distintas, creando así una clara diferenciación entre lo real, el marco, lo imaginario y la visión fragmentada y alterada de la imagen del paisaje sobre los espejos.

En Falso reconocimiento experimentan su pulsión constructora a través de la fotografía, dando lugar a construcciones imaginarias en las que el paisaje fragmentado y reconstruido queda superpuesto sobre sí mismo a través de grandes ensamblajes, esqueletos escultóricos de madera de gran belleza.