A Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) le une una estrecha relación con la Fundación Botín y con su nuevo centro, al haber creado específicamente para su entorno y los Jardines de Pereda una intervención escultórica compuesta por cuatro pozos y un estanque en piedra, acero y agua, titulada Desde lo subterráneo, una obra que también forma parte de esta exposición.

En Santander presenta ahora una selección de piezas que ocupan la segunda planta del volumen oeste del Centro al completo y que conviven con su obra en el exterior.

A lo largo de su carrera, Iglesias ha definido un vocabulario escultórico único, creando ambientes inmersivos y experienciales que referencian y unen la arquitectura, la literatura e influencias culturales específicas del lugar. A través de un lenguaje de formas naturales redefine poéticamente el espacio al confundir interior y exterior, orgánico y artificial, combinando materiales industriales con elementos naturales para producir nuevos espacios sensoriales para el espectador.

En esta muestra, comisariada por Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín, la artista interconecta el Centro con el entorno dentro de la sala, pues la continua tensión entre lo visible y lo invisible en la obra de Iglesias, y lo aparentemente fronterizo de sus piezas, tratan de vincular espacios y abrir puertas a lugares invisibles.

Sus piezas siempre intentan crear un acceso a ese “otro lugar” imaginado, a un paisaje profundo que, en esencia, puede abordarse con la lectura de alguna de las obras más significativas que alberga esta exposición, como Sin título. Venecia II (1993). Esta pieza, que pertenece a la colección de la artista, sintetiza parte de los códigos que se pueden aplicar a otras de las esculturas que se pueden ver en el Centro Botín.

La última gran exposición de Cristina Iglesias en España tuvo lugar en el Museo Reina Sofía en 2013, por lo que esta muestra representa una oportunidad única de disfrutar de su trayectoria y de su obra más reciente. Además, Iglesias acaba de dirigir el Taller de Artes Plásticas de la Fundación Botín, una iniciativa que se desarrolla anualmente en Santander desde 1994.

Los cuatro elementos

El trabajo de Iglesias está influenciado por su estancia en Londres en la década de 1980, donde encontró procesos de materialización de escultura mucho más abiertos. Además, fue en Reino Unido donde comenzó a conectar no solo con la nueva escultura británica, sino también con la escuela de Düsseldorf. En ese período de descubrimiento se familiariza con el trabajo de Eva Hesse y Robert Smithson, entre otros artistas a los que considera importantes en ese período formativo, aunque su obra se encuentra totalmente aislada de cualquier corriente o tendencia.

El trabajo de la artista donostiarra recrea los cuatro elementos de la naturaleza de una forma contundente, muestra el poder de lo vivo presente en los materiales inertes que nos rodean y, en definitiva, conecta mundos cercanos en lo físico y lejanos en lo cotidiano, sin los que la existencia del individuo no sería posible.

Entre sus obras públicas destacan piezas relacionadas con el agua, como Deep Fountain Leopold de Wael Platz, en Amberes, Tres Aguas, en Toledo o El fluir de la tierra, en Valencia. También ha firmado obras como Portón-Pasaje de la ampliación del Museo del Prado; Habitación de Laurel, Moskenes, en Islas Lofoten, Noruega; Cúpulas KatonNatie, en Amberes; Passatge de coure, en C.C.I.B. (Barcelona); o Estancias Sumergidas, en Mar de Cortés, Baja California, México.

El año pasado completó una serie de proyectos públicos, incluyendo Forgotten Streams en el edificio Bloomberg de Londres, Desde lo Subterráneo en el Centro Botín de Santander, A Place of Silent Storms para la Fundación Norman Foster en Madrid y A través en el jardín de Bombas Gens Centre d’Art en Valencia, todas ellas site-specific. Además, el próximo año finalizará un proyecto para el faro de la isla de Santa Clara, en San Sebastián.

Cristina Iglesias obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999, en 2012 ganó el Grosse Kunstpreis Berlin y en 2015 se le concedió el Premio Real Fundación de Toledo y la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.