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Joan Brossa, en el cruce de lenguajes

Podría parecer una obviedad reconocer en Joan Brossa (Barcelona, 1919-98), sobre todo, a un poeta, pero es necesario enfatizarlo en relación con su manera de hacer, su poiesis. Esta exposición quiere poner en diálogo y confrontar su obra con los artistas Marcel Mariën, Nicanor Parra y Ian Hamilton-Finlay.

Poesía Brossa supone una revisión de su trabajo a partir de tres cualidades principales: la oralidad, lo performativo y la antipoesía, desde sus primeros libros hasta sus últimas indagaciones plásticas.

Uno de los mayores retos de la propuesta de Teresa Grandas y Pedro G. Romero pasa por vincular la oralidad y lo performativo al inmovilismo establecido por las convenciones museísticas. Por un lado, el reto de enfrentar la oralidad de un poeta en catalán con la traducción a otras lenguas: inglés, francés y español. Es en ese ejercicio donde adquiere visibilidad la potencia de la lengua dicha, no solo traduciendo en significado, sino anotando también las cualidades de esta dicción.

Por otro lado, la performatividad de dicha poesía y su desglose como acción teatral. Por supuesto, los límites entre acción y representación son difíciles de establecer, pero el display exige, al menos, perturbar la recepción estática de textos y documentos.

Romper las convenciones

Brossa es poeta, pero sus trabajos siempre se encuentran en el cruce de lenguajes. Colaborador frecuente de otros artistas, así como de músicos, cineastas, bailarines, humoristas e, incluso, magos, su obra juega constantemente a romper las convenciones y los límites entre disciplinas.

Desarrolla su práctica artística desde los años cuarenta, en un contexto marcado por la dictadura y en una situación cultural caracterizada por la ausencia de propuestas innovadoras. Desde sus inicios, Brossa lleva a cabo un trabajo de renovación estética fundamentado en la investigación literaria y artística. Hasta el momento de su muerte, su extensísima producción no deja de buscar nuevas formas de expresión y de experimentar con los diferentes medios.

En 2011, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona recibió el depósito del Fondo de la Fundació Joan Brossa [1], que reúne su legado, consistente en obras manuscritas, documentos, correspondencia y su biblioteca personal, entre otros materiales, y constituye una herramienta inigualable para abordar el interesantísimo trabajo de este artista.

La exposición que presenta ahora el MACBA quiere aproximarse a su obra haciendo hincapié en la reconsideración de su influencia e interrelación con la práctica de otros artistas. Revisar las constelaciones de artistas en torno a Brossa, las interrelaciones con trabajos que quizás desconociera, pero que permiten establecer numerosos paralelismos, buscar diálogos y tensiones, y enfatizar los aspectos performativos de su práctica poética. La exposición se acompaña de una publicación que aborda todos estos aspectos.

Secularizar a este gran poeta no es tarea fácil, y éste es el reto del proyecto del MACBA, entre Marx y Mallarmé: devolverle la voz sencilla, popular, tal como habla la gente con sombrero o sin él; como hablan una bombilla, un billete de tren, la carta de una baraja, unas esposas o el confeti. La gente habla Brossa.