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Las cicatrices nos recuerdan que nuestro pasado es real

Kader Attia (Dugny, 1970) define su práctica artística como la encarnación de una experiencia política. Su obra es una investigación que responde a la «urgencia de recuperar, a través de la forma, el campo de la emoción dentro del debate público con el objetivo de reparar las heridas de la historia». Este trabajo audaz y comprometido ha conciliado reflexión y acción a lo largo de sus veinte años de trayectoria.

La exposición, primera monográfica del artista en España, reúne más de una veintena de obras, entre fotografías, vídeos, objetos intervenidos, esculturas e instalaciones que conducen al visitante por las zonas de fricción entre culturas que han sufrido relaciones desiguales. ¿Cómo abordamos, tanto en el ámbito colectivo como en el personal, el dolor del pasado? ¿Cómo tratamos las heridas? ¿Qué hacemos con los recuerdos? ¿Y con la deuda cultural y social? Para el artista, Occidente ha tratado la reparación de los episodios más cruentos e injustos de su historia colonial y bélica intentando borrar las evidencias de ese pasado, mientras que en otras culturas las señales dejadas por las vivencias traumáticas se aceptan e incluso se ponen en valor.

El artista pone en diálogo algunas de sus piezas más destacadas de los últimos años con obra de nueva producción, como una escultura de acero inoxidable tallada en las salas de la Fundació Joan Miró a modo de espejo deformante o el proyecto audiovisual Héroes heridos, un documento rodado en Barcelona que recoge el testimonio de personas y entidades comprometidas con la denuncia de diversas realidades.

Sobre la estética y la ética

Elisa Duran, directora general adjunta de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Kader Attia y Marko Daniel, director de la Fundació Joan Miró.

Elisa Duran, directora general adjunta de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Kader Attia y Marko Daniel, director de la Fundació Joan Miró.

Kader Attia es un artista francoargelino que actualmente vive y trabaja en Berlín y Argel. Pasó su infancia a caballo entre la Argelia de sus padres y los suburbios de su París natal. Como artista en formación tomó contacto con diferentes culturas viviendo en latitudes distantes: en la República Democrática del Congo, donde tuvo su primera exposición individual, en 1996; en Venezuela, y en la ciudad de Barcelona. Esta vivencia de la multiculturalidad, esencial en su propia identidad, se ha convertido en el fundamento de una práctica artística dinámica que reflexiona sobre la estética y la ética de diferentes culturas.

Attia fue galardonado con el Premio Joan Miró 2017, una distinción bienal otorgada por la Fundació Joan Miró y la Obra Social ”la Caixa”, con una dotación económica de 70.000 euros y la invitación a exponer su obra a lo largo de 2018.