La exposición propone un paseo por algunos de los lugares que le fascinaron, desde Francia hasta Mallorca, que es decir Pollensa, el centro de su mundo insular, donde pintaba las nubes en la bahía, las rocas de Bóquer, la costa de Formentor, La Vall d’en March o l’Horta de la Font. Los motivos, sencillos, son un homenaje al mar y a la tierra que le rodea, y que contemplaba cada día al abrir la ventana o salir a dar un paseo.

El pintor hizo del paisaje de Mallorca uno de sus motivos predilectos. Aunque ya la había cultivado en su época de aprendizaje en Cataluña (1886-1894) y puntualmente en un viaje a la Bretaña en 1904, la luz mediterránea y la orografía de Pollensa le ofrecen un nuevo escenario, que aprovechará con creces y en el que encontrará nuevos caminos para su pintura.

Puesta de sol. La Fortaleza, 1914-1936. Anglada-Camarasa. © Colección “la Caixa”. Anglada-Camarasa.

Puesta de sol. La Fortaleza, 1914-1936. Anglada-Camarasa. © Colección “la Caixa”. Anglada-Camarasa.

Tal como había hecho en París con otros temas -escenas nocturnas, figura femenina o grandes composiciones de inspiración folclórica-, Anglada continúa trabajando con su riguroso procedimiento: observar detenidamente su entorno, encontrar el objeto, captar la esencia en una nota rápida y, una vez en el taller, dar forma a la obra definitiva, más compleja.

Es un procedimiento largo, que le exige tiempo y concentración. Vigila con cuidado todos los detalles, desde la composición hasta la presentación del tema, desde la luz hasta la sensación de materia y el color, superponiendo capas sucesivas de pintura que debe dejar secar para obtener el efecto deseado. Espera días, a veces meses, para volver a vivir el instante adecuado o encontrar el efecto preciso de luz que incida sobre el tema previamente elegido.

La exposición está dividida en ámbitos que responden a la localización de los paisajes y permite explorar una nueva visión de las obras de la Colección «la Caixa» Anglada-Camarasa. Excepcionalmente también se incluyen dos obras pertenecientes a las col·lecciones del Conventet de Barcelona y la Diputación de Barcelona en depósito en el MNAC, Costa del Colomer, 1927, y Lledoners de Bóquer, 1918.

En 1988, la Obra Social ”la Caixa” adquirió a los herederos de Anglada-Camarasa una amplia representación de sus pinturas y dibujos. La Colección Hermen Anglada-Camarasa está compuesta por 328 obras y 194 objetos personales que forman parte de la colección del artista. Desde hace años, la entidad organiza exposiciones itinerantes para dar a conocer su obra en distintas ciudades españolas.

Asimismo, CaixaForum Palma, que ocupa el edificio del antiguo Gran Hotel de Lluís Domènech i Montaner, se ha convertido en un centro de estudio y divulgación de la obra de este pintor, donde se presentan, además, grandes exposiciones dedicadas a sus contemporáneos y a las artes decorativas del Modernismo.

CaixaForum Palma cuenta desde 1993 con un espacio permanente de exposición de la obra del artista, muy cerca de los paisajes que tanto apreció y que le proporcionaron inspiración para muchas de sus pinturas.

Un lugar singular

Hermen Anglada-Camarasa ( Barcelona, 1871 – Puerto de Pollensa, Mallorca, 1959) ocupó un lugar singular en el arte de su tiempo. Se formó en Barcelona y, a finales del siglo XIX, dio el salto a París, donde vivió unos cuantos años de precariedad y privaciones. Con el cambio de siglo alcanzó un gran éxito internacional, como nunca había tenido ningún otro pintor español desde Mariano Fortuny. Su influencia fue especialmente notable en Italia y entre los artistas rusos. Fue uno de los primeros artistas de nuestro país que lograron ser reconocidos y cotizados en Estados Unidos, y uno de los pocos que crearon escuela en Latinoamérica, donde es un nombre de referencia.

La personalidad de Anglada-Camarasa se asocia a dos paisajes característicos: el París nocturno de la Belle Époque, que supo captar mediante un arte misterioso y sutil, y los paisajes de Mallorca, lugar donde se refugió huyendo de la Primera
Guerra Mundial, y que se convirtió en su tierra prometida. Durante los últimos años de su vida, Anglada-Camarasa vivió alejado del mundo artístico debido a la Guerra Civil, que lo llevó al exilio, y al progresivo distanciamiento de las tendencias más avanzadas del arte contemporáneo.