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Homenaje a los realistas de Madrid

Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, y María López, hija de Antonio López, la exposición reúne obras procedentes de las colecciones de los propios artistas, de instituciones internacionales y de colecciones particulares, sobre todo de España y Alemania. El discurso se articula en torno a tres grandes bloques temáticos: Del bodegón a la ventana, Patio y calle y La figura, que incluyen obras de varios artistas, de forma que se pueden remarcar los puntos que tienen en común tanto en la elección de los temas como en la forma de abordarlos.

Unos nexos que se ven reforzados por esa relación tan estrecha que les une, ya sea familiar o de amistad, y por las coincidencias en su formación académica y su postura común frente al informalismo dominante en el panorama artístico español de los años cincuenta. No todos son, por tanto, nacidos en Madrid, pero este ha sido el lugar principal de residencia y trabajo de todos ellos.

Aunque se han incorporado a veces otros nombres, este grupo está formado por siete artistas: Antonio López García (Tomelloso, Ciudad Real, 1936), que en esta ocasión muestra obras inéditas y de reciente creación; su esposa María Moreno (Madrid, 1933); los escultores Julio López Hernández (Madrid, 1930) y su hermano Francisco (Madrid, 1932); la mujer de Julio, la pintora Esperanza Parada (San Lorenzo de El Escorial, 1928 – Madrid, 2011); la mujer de Francisco, la también pintora Isabel Quintanilla (Madrid, 1938), y Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza, Toledo, 1930 – Madrid, 2011), casada con el artista Lucio Muñoz.

Poética compartida

Tras los años iniciales de formación en la década de 1950, que muchos de ellos compartieron en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, sus trayectorias vitales y profesionales han ido transcurriendo casi en paralelo, con un intenso intercambio intelectual y artístico. Su consolidación como grupo se manifiesta a través de exposiciones colectivas, tanto dentro como fuera de España.

En ellas se revela una poética compartida: una visión de lo cotidiano, de los objetos y los espacios familiares, que está impregnada de misterio, melancolía e intimidad, marcada por el paso del tiempo y la presencia de la muerte. Este extrañamiento ante las cosas se nutre tanto de ciertas corrientes figurativas del siglo XX (como la pintura metafísica, la “nueva objetividad” o el surrealismo), como de la gran tradición de la pintura española, con sus resonancias meditativas y alegóricas.

La muestra sigue un itinerario temático que conduce al espectador de lo íntimo a lo público; del bodegón a la ciudad; del plano corto, la escala pequeña y la proximidad al gran formato y las vistas urbanas panorámicas. Es un recorrido por los temas que todos comparten: el bodegón, el interior doméstico, las calles y los patios, la figura humana, la ciudad de Madrid, etc.

La primera parte reúne una selección de naturalezas muertas. El recorrido continúa por el interior de la casa con la representación de largos corredores, a veces oscuros e inquietantes, con puertas laterales que comunican estancias y ventanas que dejan adivinar tímidamente el mundo exterior. Son espacios que pueden parecer claustrofóbicos y en los que se plantea un sutil juego entre interior y exterior, en una especie de atrincheramiento en el calor del hogar, en el refugio privado, que poco a poco se va abriendo hacia afuera.

Aunque la vida de este grupo de artistas haya sido fundamentalmente urbana, en su obra evocan a menudo entornos rurales con un cierto sentimiento de nostalgia. El siguiente apartado de la exposición está dedicado a la figura humana más monumental, a los grandes proyectos escultóricos concebidos para espacios públicos. El final del recorrido tiene como protagonistas las vistas urbanas, principalmente de Madrid.