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Rosa Barba convierte el Palacio de Cristal en un proyector de cine

La exposición, de ahí su título, registra la incidencia de la luz solar en la arquitectura, en cada sitio y momento determinados. Para ello, la artista ha dispuesto cuadrantes hechos de acero donde quedan anotados los movimientos del sol y ha realizado una réplica parcial del edificio. Ventanas, columnas y arcos tienen un equivalente en su intervención.

No obstante, un examen más detenido revela que estamos, en realidad, ante un dispositivo cinematográfico. Aunque sus paneles mantienen los trazos y dimensiones de las ventanas, sus colores nos remiten a los filtros propios del cine. Sin embargo, la luz no procede de una lámpara, sino que es natural, desvelando el funcionamiento de la naturaleza en tanto que máquina, y a nosotros como engranajes de la misma.

Maquinaria global

Barba coloca al espectador que entra en el espacio que acoge la exposición en un lugar determinado. Éste percibe, a través de los cristales, la belleza del paisaje, los árboles que lo circundan, el cielo, las nubes. Pero estos elementos no constituyen una naturaleza separada de nosotros; son partes de una maquinaria global, ordenada, cuyos movimientos han sido anotados en los cuadrantes que la artista ha emplazado en el edificio.

Barba sitúa al espectador ante esta tesitura que desvela la máquina, que es la naturaleza y los dispositivos en los que se apoya y, sobre todo, fija nuestro papel en ella para poder cuestionarla e imaginar otras tecnologías posibles con las que relacionarnos. La noción de fisura, de interrupción de lo homogéneo, es la táctica que emplea Rosa Barba para hacernos conscientes del mecanismo en el que estamos inmersos y de cómo podemos reconocerlo.

Desde sus primeros trabajos de finales de los noventa y principios de dos mil, Barba atiende a los contextos concretos donde van a ser ubicados, integrando a menudo esos entornos y arquitecturas para narrar nuevas historias a partir de ello. White Museum (Centre International d’Art & du Paysage, Vassivère, 2010), Free Post Mersey Tunnel (Bienal de Liverpool, 2010) o su reciente instalación en el Schirn Kunsthalle, Blind Volumes (Frankfurt, 2016), son buenos ejemplos de esa contextualización de algunas de sus propuestas artísticas.

A lo largo de su obra encontramos retratos de arquitectura obsoleta y paisajes naturales, escenas de desiertos remotos, esqueletos de edificios industriales y fragmentos de textos de artistas, poetas y geógrafos. La artista los presenta como espacios de memoria donde las certidumbres coexisten con las vulnerabilidades y el pasado se funde con un presente que se despliega constantemente.

Sus esculturas, instalaciones, películas e incluso libros de artista apelan con frecuencia a una dicotomía y a un discurso deliberadamente incoherente por el que dirige la mirada al pasado para generar debates y diálogos no cerrados sobre realidades o irrealidades contemporáneas y futuras.

El proyector

Rosa Barba fundamenta gran parte de su trabajo en el uso del medio cinematográfico, tanto en sus dispositivos y materialidad como en su concepto, lo que le sirve para explorar los mecanismos que articulan nuestra época, en la que cualquier posibilidad de ruptura solo puede partir del reconocimiento de una sociedad en la que la diferencia entre trabajo productivo y creatividad no existe y en la que nuestra dependencia de la técnica y los gadgets es casi absoluta.

Esta condición contemporánea le sirve para desplegar su interés por el cine expandido, así como por sus condiciones de producción y recepción. Para ella, el proyector es tan significativo como la película que se emite. Este no es un simple instrumento funcional, al contrario, es un componente central del relato. Esto la lleva a la concepción de nuestro entorno como una gran máquina social.

El interés de Barba por cómo operan las distintas partes de una determinada máquina –como puede ser el cuerpo social o histórico– le lleva a elaborar representaciones ficticias en torno a nuestra relación con los sistemas y aparatos que nos rodean. Sus películas The Empirical Effect [El efecto empírico, 2010], Outwardly from Earth Center [Por fuera del centro de la Tierra, 2007] o Somnium [Soñar, 2011] presentan rasgos estilísticos que recuerdan al género de la ciencia ficción, ideando escenarios de temporalidad compleja, atrapados entre un pasado que ha dejado de existir y un futuro que se desconoce.

Sus piezas cinematográficas e instalaciones desestabilizan los grandes relatos y proponen otras percepciones de lo real en las que las tecnologías de encuadre y cifrado, los aparatos, se revelan como parte esencial en la organización de nuestras subjetividades, afectos y experiencias. Son, también, a menudo microhistorias de la realidad que crecen dentro de una posible ficción. Sucesos aparentemente marginales cobran valor de documento histórico, volviéndose incluso más reales que los grandes acontecimientos políticos y económicos. Esta narrativa experimental de lo cotidiano convertido en fantástico se impone al momento de elegir espacios amplios y desolados donde, según la artista, “el tiempo parece existir indefinidamente en todas las direcciones, casi como si fuera tridimensional”.

La artista

Desde muy joven, Rosa Barba comenzó a trabajar con el cine y la escultura y experimentó con imágenes en movimiento, utilizando película súper 8. De 1993 a 1995 realizó estudios de Teatro y Cine en Erlangen, Alemania, y posteriormente en la Academia de Artes de Medios en Colonia (1995-2000), donde realizó su primera película de 16 mm, Panzano (2000).

El trabajo de Barba ha sido objeto de numerosas exposiciones en instituciones de todo el mundo: el MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (2013), MIT List Visual Arts Center (2015), Schirn Kunsthalle Frankfurt (2016), CAPC Musée d’Art Contemporain de Bordeaux (2016) o Hangar Biccoca Milán (2017).

Sus películas han sido proyectadas en numerosos festivales cinematográficos, tales como el 54 New York Film Festival (2016), FACT screening program, 24 Liverpool Biennial (2016), Basel Parcours Night: The Hidden Conference, film and sound performance (2015), Copenhagen International Documentary Film Festival (2014), entre muchos otros. Igualmente, su trabajo ha sido mostrado en la 52, 53 y 56 Bienal de Venecia, así como en la 32 Bienal de São Paulo.