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Monika Zgustova: “Tenemos una idea muy falsa de Kafka”

Además y a partir de los escritos, artículos y cartas que se han conservado de Milena y de los testimonios de quienes la conocieron, Zgustova reconstruye la vida de una persona valiente y fascinante y erige un homenaje a las mujeres que, en los turbulentos y trágicos años de la década de los veinte y los treinta del siglo XX, dedicaron su vida a luchar por la dignidad de la mujer y por las víctimas de la injusticia.

Más allá de la íntima amiga de Franz Kafka, ¿Quién fue Milena Jesenská?

Como creo que queda claro en mi libro, Milena fue mucho más que una de las mayores amigas de Franz Kafka. Fue también madre, periodista, traductora, escritora, parte de la élite intelectual que se reunía en los cafés de Viena con Robert Musil, Karl Kraus, Werfel o Hermann Broch. Furibunda antifascista, ejerció con decisión como miembro de la resistencia cuando las tropas nazis invadieron su país, Checoslovaquia. Además, se rebeló contra el orden tradicional que quiso imponerle su padre, contra lo que su marido le exigía en su matrimonio, contra el papel secundario que se asignaba a las mujeres en las redacciones de los periódicos y en el mundo laboral. Un ser generoso, que también fue  amante de hombres y mujeres en rebeldía contra los límites impuestos al amor.

Pero usted sostiene que conocer a Kafka la cambió…

Si. Antes de conocer a Kafka, Milena era una mujer joven no muy contenta con su vida porque no sabía lo que quería. Una extrajera en Viena que al principio hablaba alemán con mucha dificultad por lo que se sentía desarraigada. Además, tenía un marido que la engañaba continuamente. Pero comenzó a traducir El fogonero, la obra de Kafka y a partir de ahí y de su relación con el escritor se convirtió en una mujer distinta, segura de lo que quería hacer con su vida como era escribir y ejercer como periodista. Creo que Kafka, en los cuatro años que duró su relación, fue importante de cara a orientarla y dar mayor sentido a su existencia tanto a la hora de consolidar su personalidad como a su obra.

¿Su relación se basó en la mutua confianza?

En los últimos años de Kafka ya eran muy amigos hasta el punto de que él le dio sus diarios para que, lejos de lo que el escritor había manifestado antes respecto a que quería que quemaran esos escritos, ella los guardara. Después de la muerte de Kafka el 3 de junio de 1924, ella se hizo periodista y, como era mujer en el diario conservador en el que encontró trabajo la encargaron de un suplemento para mujeres. Pero ella hizo de aquello un suplemento feminista que hablaba de la mujer moderna, de la soledad en el matrimonio y la soledad inherente al ser humano, del divorcio y de otra serie de temas realmente rompedores para la época. Poco a poco y tras conocer el comunismo, decepcionarse y alejarse de quienes lo defendían, se implicó en la resistencia antinazi, desarrollando un periodismo político en una publicación especializada por lo que la fichó y en noviembre de 1939 la detuvo la Gestapo. Primero la llevaron a la cárcel en Praga, después a Dresde, en Alemania, y al final a Ravensbrück donde sobrevivió todavía cuatro años gracias al apoyo y amistad, también enamoramiento, de Margarete Buber-Neumann.  Su muerte tuvo que ver con un error médico y se produjo un año antes de la liberación del campo de concentración.

(Milena murió el 17 de mayo de 1944. Permaneció varios días en un sencillo ataúd sin tapa. Sus amigas de Ravensbrück la despidieron dejando flores ante su féretro. Después los responsables del campo de exterminio arrojaron su cadáver al horno crematorio y esparcieron sus cenizas, como hacían con otras reclusas, en el lago Schwedtsee). 

Habla usted de Milena como la última centroeuropea…  

Así es. Fue una de las últimas representantes de una cultura multilingüe, abierta, que escuchaba las distintas tendencias y voces . En su Praga se hablaba en tres idiomas y convivían sin problemas practicantes de tres religiones. Todo esto se ve en su literatura y en su forma de abordar la cultura. Praga era entonces cuna de escritores, pintores, músicos, una sociedad de la que ella formaba parte. Una sociedad muy rica con la que acabaron los nazis. Por eso creo que Milena puede considerarse como un símbolo del fin de la cultura centroeuropea.

¿Cuál, cómo fue su relación don Kafka?

Al principio ella no se lo tomaba muy en serio porque como traductora estaba centrada en su labor y no necesitaba al autor. Pero ante la insistencia de él, la correspondencia se volvió más romántica y reflejaba a unos enamorados que pasaron juntos cuatro días en Viena. Unos días breves e intensos que provocaron en él la idea de vivir juntos. Pero ella estaba casada y no había llegado todavía el momento de que contemplara el divorcio. Con esa relación Kafka sufrió lo indecible  y sobre ese triángulo que estaba viviendo escribió su libro El castillo. En la obra del escritor se detectan numerosas huellas de su dolor y de su obsesión con aquella relación. Una relación muy apasionada en la que ella, aunque menos, también sufrió lo suyo. Para él era una relación única, en tanto que ella ya había tenido otras y, posteriormente, mantendría algunas más. Pero la que tuvo con Kafka fue decisiva porque se encontró a sí misma tanto en su vida como en su trabajo. Fue una amistad muy especial con alguien como él, en quien ella supo enseguida que se trataba de un genio.

Se percibe desde el principio que Soy Milena de Praga nace de un amplio proceso de documentación. ¿Cómo ha sido?

Todo está contrastado. Las únicas licencias que me he permitido son los diálogos. Lo demás todo está documentado, salvo alguna cosa aislada. Por ejemplo, los expertos no están absolutamente seguros del último encuentro de Milena con Kafka, aunque ella habla en una carta de esa reunión en el hospital poco antes de que el muriese. Por otro lado yo he convivido con el personaje de Milena desde mis años de estudiante, a raíz del descubrimiento de Margaret Buber-Neumann y su intento de trazar una primera biografía. Ese libro me pareció delicioso, pero poco fiable como un ejercicio biográfico. Siempre me interesó mucho la figura de Milena y recopilé todo lo que pude encontrar sobre ella. También me puse en contacto con personas que la habían conocido personalmente y que me aportaron muchos detalles. Realmente tenía mucha información sobre ella. Una de esas personas me insistió en que al escribir reflejase con claridad algo que no se había dicho antes, que Milena y Margaret eran amantes. Así lo hice.

¿Escribir sobre ellos le permite tener una idea de quien era realmente Franz Kafka?

Creo que era todo lo contrario a la persona taciturna y cerrada que habitualmente se ha reflejado. Era una persona con mucho sentido del humor. Le gustaba bromear y llevar la ironía y ese sentido del humor, a veces negro, a sus libros. Un individuo fundamentalmente sociable. En Praga las amigas de Milena estaban encantadas con él como muy buen acompañante. Tenemos una idea muy falsa de cómo era Kafka.

¿Qué le gustaría que se quedase en el lector tras la lectura de Soy Milena de Praga?

Que perviva la idea de que esta mujer era extraordinaria. Al final de su vida era la luz en las tinieblas. Alguien solidaria que ayudó a mucha gente y que aunque no lo fuera se mostró y actuó como una persona fuerte que no tenía miedo, ni siquiera de los nazis. Una persona que siempre se comportó como una persona libre. Una mujer cuya libertad era inquebrantable y que en la entrega a los demás era feliz.

Y en la parte final de la conversación Monika Zgustova, como conocedora de la zona, se refiere al conflicto de Rusia y Ucrania: “Creo que Occidente debería prestar todo su apoyo y ayuda a Ucrania pues de lo contrario nos vamos a encontrar con un problema muy grave. Si la guerra termina con la victoria de Putin creo que muchos países europeos de la zona van a sufrir. Ya hemos visto quien es ese dirigente y no debemos hacernos ilusiones de que ahí va a parar”, concluye con evidente inquietud.

Monika Zgustova reside desde los años ochenta en Barcelona. Escritora y periodista, habitual colaboradora de diarios nacionales e internacionales, atesora más sesenta traducciones, del checo y del ruso al castellano, de autores como Bohumil Hrabal, Jaroslav Hašek, Václav Havel, Milan Kundera, Anna Ajmátova o Marina Tsvetáieva, por las que ha recibido, entre otros, los premios  Ciudad de Barcelona y Ángel Crespo.

Es autora de seis novelas entre las destacan La mujer silenciosa, La noche de Valia, premio Amat-Piniella 2014 a la mejor novela del año, Las rosas de Stalin, La intrusa y Un revólver para salir de noche. Su obra se ha traducido a nueve idiomas, con tres de sus novelas publicadas en Estados Unidos. Ha estrenado dos obras de teatro. Su últimas entregas son Nos veíamos mejor en la oscuridad y Soy Milena de Praga.

Adiós a Richard Serra, escultor único y genial

Publicado por Carlos en En Escultura,In Memoriam | Sin comentarios

Serra había nacido el 2 de noviembre de 1938 en San Francisco, segundo de los tres hijos de Tony Serra y Gladys Fineberg. Su padre, un inmigrante mallorquín, trabajaba en un astillero de San Francisco durante la Segunda Guerra Mundial, y su madre era una inmigrante judía rusa de Odesa, entregada a la lectura y a asegurarse de que sus hijos tuvieran éxito en la vida.

Uno de los recuerdos más vívidos del artista ocurrió en su cuarto cumpleaños, cuando su padre lo llevó al astillero para presenciar la botadura de un petrolero. «Todas las materias primas que necesitaba están contenidas en la reserva de este recuerdo, que se ha convertido en un sueño recurrente», diría más tarde. A partir de los 15 años trabajó durante los veranos en las acerías de la bahía de San Francisco, adquiriendo unos conocimientos que después le resultarían muy útiles.

Curso estudios universitarios de Literatura Inglesa en la Universidad de California y de Historia del Arte en Yale. En sus comienzos aspiró a ser pintor, hasta que en 1966 visitó Madrid y vio Las Meninas en el Prado: «Pensé que no había posibilidad alguna de acercarme a eso. Cézanne no me detuvo, De Kooning y Pollock no me detuvieron, pero Velázquez parecía ser algo demasiado grande con lo que lidiar». En cambio se convirtió en uno de los escultores más grandes de su época, inventando un entorno monumental de inmensos corredores inclinados, elipses y espirales de acero que dieron al medio tanto una nueva grandeza abstracta como una nueva intimidad física.

A lo largo de seis décadas, Serra abrió nuevos caminos a la escultura –impensables hasta sus propuestas– dimensionándola con la arquitectura. Sus profundas convicciones, unidas a la manifestación física de su obra, de dimensiones cada vez más poderosas y siempre al límite de lo posible, hicieron de él un artista admirado y, como tal, controvertido. Representante del posminimalismo de las décadas de 1960 y 70, evolucionó pronto por un camino extremo y totalmente personal.

Richard Serra. La materia del tiempo [1].

Serra redefinió radicalmente la idea de la escultura como espacio experiencial capaz de acoger todos los ámbitos de la percepción. Y esta nueva dimensión tiene su más fiel expresión en su obra La materia del tiempo [1] (1994–2005), conjunto monumental de ocho piezas de acero corten encargada al artista en dos momentos diferentes por el Museo Guggenheim Bilbao y que se ha convertido en referente e icono de su colección y que es, sin duda, la reflexión más completa de Serra en torno a la fisicidad del espacio y la naturaleza de la escultura.

Más allá de su epifanía en el Prado, quizá su origen mallorquín explique en parte su intensa y fecunda relación con España desde la década de 1980, que culminaría en 2010 con la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes [2].

El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, afirmó entonces lo siguiente: «En una época en la que todavía nos cuestionamos qué es arte y qué no lo es, la figura de Richard Serra se nos presenta como imprescindible, ya que su obra ha contribuido a transformar de un modo radical nuestros paradigmas estéticos. Cuando a final de los años cincuenta y principios de los sesenta las prácticas artísticas todavía se debatían entre la autonomía formal y el compromiso político, Serra supo entender y redefinir la obra de arte como un trabajo de campo expandido. Así, la escultura ya no se refería ni a la noción del monumento característica del siglo XIX, ni a los juegos formales de espacio y volúmenes típicos de la primera mitad del XX. Esta, por el contrario, suponía la transformación de nuestra percepción de lo sensible, de nuestra noción del espacio y de nuestro lugar en él. El espacio público no es para Richard Serra un elemento dado, preexistente y neutro, sino algo que se construye y modifica y en lo que nosotros no somos un elemento pasivo sino sujetos activos. Para Serra la escultura no es un objeto, sino una trama de relaciones entre el espectador, el espacio y las alteraciones generadas por la intervención del artista. Único y genial, podemos decir que Serra nos hace reconocer el mundo en el que vivimos, pero siempre como si este fuese distinto». Unas palabras que 14 años después no han perdido un ápice de vigencia.

Telefónica acerca el Prado a toda España

Publicado por Carlos en En Mecenazgo,Museos,Pintura | Sin comentarios

El arte que conecta es una iniciativa conjunta del Prado y Telefónica que conmemora el centenario de la compañía y fomenta la conexión de las personas a través de la cultura. Este proyecto permitirá que museos repartidos por toda España exhiban de manera temporal algunas de las obras maestras de la pintura que forman parte de la memoria y el patrimonio común de los españoles.

Obras de los grandes maestros del Prado viajarán a 18 localidades de toda la geografía española, invitando a sus ciudadanos a contemplarlos y convirtiéndose en un generador de actividad cultural local.

De izquierda a derecha: Miguel Falomir, director del Museo Nacional del Prado; Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo, y Emilio Gayo, presidente de Telefónica de España.

Esta iniciativa profundiza en el camino abierto por el Museo del Prado en la celebración de su Bicentenario en 2019 con De Gira por España y hará que sumando ambos proyectos la institución haya tenido presencia directa en casi cuarenta ciudades de la geografía nacional.

Para Miguel Falomir, director del Prado, «esta iniciativa, gracias al apoyo de Telefónica, simboliza nuestra vocación nacional; ser un verdadero valor cultural para todos los españoles, invitándoles a venir a Madrid, pero también saliendo a su encuentro en su entorno más cercano».

«Estamos encantados de compartir con el Museo del Prado la celebración de este año tan especial, el de nuestro centenario», destaca por su parte Emilio Gayo, presidente de Telefónica España. «Nos sentimos especialmente orgullosos de haber sido parte de vuestra transformación digital, y ahora, de impulsar este proyecto cultural conmemorativo. Telefónica tiene el firme propósito de hacer nuestro mundo más humano conectando la vida de las personas y con esta iniciativa conseguimos conectar a personas de toda España con un legado pictórico que a todos nos une y que además es uno de los más importantes del mundo».

18 ciudades

Cartagena. Museo Nacional de Arqueología Subacuática, ARQVA. Claudio de Lorena. El embarco de santa Paula Romana. 2-27 de abril de 2024.

Melilla. Casa del Reloj. Francisco de Goya y Lucientes. Riña de gatos. 8 de abril – 5 de mayo de 2024.

Briones (La Rioja). Museo Vivanco de la Cultura del Vino. Michel-Ange Houasse. Ofrenda a Baco. 15 de abril – 12 de mayo de 2024.

Mérida. Museo Nacional de Arte Romano. Nicolas Poussin. El triunfo de David. 22 de abril – 19 de mayo de 2024.

Avilés. Centro Niemeyer. Juan Carreño de Miranda. Eugenia Martínez Vallejo, vestida. 26 de abril – 2 de junio de 2024.

Granada. Museo de Bellas Artes. Alonso Cano. Cristo muerto sostenido por un ángel. 29 de abril – 26 de mayo de 2024.

Ceuta. Museo de las Murallas Reales. Pedro Pablo Rubens y taller. Hércules matando al dragón del jardín de las Hespérides. 6 de mayo – 2 de junio de 2024.

Santa Cruz de Tenerife. Museo Municipal de Bellas Artes. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Cabeza de venado. 13 de mayo – 9 de junio de 2024.

Zamora. Museo Etnográfico de Castilla y León. Francisco de Goya y Lucientes. La cita. 3–30 de junio de 2024

Lugo. Museo Provincial de Lugo. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Sibila. 10 de junio – 7 de julio de 2024.

Xàtiva (Valencia). Museo de Bellas Artes de Xàtiva. José de Ribera. Magdalena penitente. 9 de septiembre – 5 de octubre de 2024

Lérida. Museu de Lleida. Anton van Dyck. Beatriz van Hemmema, condesa de Oxford. 23 de septiembre – 20 de octubre de 2024.

Albacete. Museo de Albacete. José de Ribera. San Pedro. 7 de octubre – 3 de noviembre de 2024.

Palma. Museu de Mallorca. Jan Brueghel el Viejo, Hendrick van Balen, Frans Francken II y otros. La Vista y el Olfato. 14 de octubre – 10 de noviembre de 2024.

Tudela. Museo Muñoz Sola de Arte Moderno. Francisco de Zurbarán. La Inmaculada Concepción. 21 de octubre – 17 de noviembre de 2024.

Huesca. Museo de Huesca. Bartolomé Esteban Murillo. La Inmaculada de El Escorial. 28 de octubre – 23 de noviembre de 2024.

San Sebastián. San Telmo Museoa. Federico de Madrazo y Kuntz. Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches. 4 de noviembre – 1 de diciembre de 2024.

Santander. Museo de Arte Moderno y Contemporáneo. El Greco. Jerónimo de Cevallos. 11 de noviembre – 8 de diciembre de 2024.

Cuento breve: Mientras la Tierra gira

Publicado por Carlos en En Premio de Cuentos Breves,Premios | Sin comentarios

I. El DESCUBRIMIENTO DE COCHINITO ABSTEMIO

«Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia».

(Eclesiastés)

La historia es casi tan vieja como la humanidad misma. En el principio, Villorrio Azul era solo un aburrido paraíso. Los seres vivientes se ayudaban entre sí. Las cosas, tanto por dentro como por fuera, tenían una apariencia seráfica y una inmensa aureola rodeaba a todo el sistema solar. Cochinito Abstemio también era feliz.

Todavía los filósofos no habían inventado sus leyes, ni los economistas sus teorías, ni los sociólogos sus tesis. La psicología como ciencia era desconocida. A los seres humanos los unía solamente un instinto de confraternidad. Para qué rayos se necesitaba la Ley de la Causalidad que demostraba que todo efecto tenía su causa, y que esta causa a su vez era efecto de otra causa, con lo que al final resultaba que todos éramos causa y efecto a la vez.

La poesía estaba en la música de los árboles, en la danza del viento, y en el coito no interruptus de una pareja de Ramaphitequs. Cochinito Abstemio no tenía por qué romperse la cabeza descifrando si el orden universal era prefabricado o fundido in situ. Él solo tenía que acostarse debajo de los árboles y los frutos caían espontáneamente en su boca, sin interesarle para nada lo que dijera Newton. Hacía el amor instintivamente, a cualquier hora y en cualquier lugar, mientras veía con asombro cómo el paraíso se iba llenando de Cochinitos Abstemios. ¡Qué importaba si la progresión era geométrica o aritmética!

El año decimonono, los árboles frutales parieron más de lo acostumbrado, y a pesar de los cientos de miles de Cochinitos Abstemios que ya por entonces correteaban por el paraíso, no lograron comerse todas las frutas. Estas quedaron sobre la tierra, y con el pasar de los días y el calor, fermentaron. Una tarde Cochinito Abstemio probó de aquel extraño alimento que le enredaba la lengua, le trastocaba el pensamiento y le hacía perder la vergüenza. Y fue así como Cochinito Abstemio se convirtió en Cochinito Beodo.

II. ESAS DIFERENCAS IRRITANTES

«Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado».

(Mateo 25:29)

Cuando Ígor Páramo llegó a la conclusión de que algunos defectos de la naturaleza humana podían ser enmendados se dijo: ¿Por qué será que hay unos que tienen y otros que no tienen? Sea todo socializado y el hombre será feliz. Llamó a los habitantes de Villorrio Azul y repartió bienes, haciendas, encomiendas y sambenitos a partes iguales.

Fundó múltiples escuelas, pues estaba convencido de que nada mejor que un buen sistema educativo para enseñarlos a multiplicar talentos en beneficio de la humanidad. A trabajar, les dijo. Pasado algún tiempo los visitó y comprobó con cierto malestar que todos no vivían igual. Este había vendido la casa y regresado de nuevo a la cuartería maloliente; Aquel continuaba viviendo modestamente en la casita típica que le habían entregado; El Otro la había permutado fraudulentamente por una lujosa y confortable residencia.

Reprendió a Este por haber dilapidado lo que le fue dado; condecoró a Aquel por haber mantenido el patrimonio entregado y confiscó a El Otro los bienes mal habidos. Y recomenzó de nuevo la construcción del paraíso donde tener asegurado lo mínimo daba la felicidad máxima. Dictó medidas de estricto cumplimiento: Desde los calcetines hasta la tierra del cementerio se darían en usufructo. El único autorizado a comprar y vender sería el guarda sello real. Todo ciudadano estaba en la obligación de denunciar a quienes vivieran por encima del nivel social establecido y otras.

Ígor ya podía dormir tranquilo. Había encontrado el camino correcto… y la bajamar y la pleamar continuaron alternándose cíclicamente. Y todo marchaba a las mil maravillas. Pero sucedió que a la llegada de una primavera, una parte del mundo se vino abajo y muchas cosas cambiaron. Una noche despertaron a Ígor con mucha urgencia. Tres hombres lo esperaban para entrevistarse con él. Este, sumido en la miseria, le pedía una nueva vivienda donde cobijar a su numerosa prole; Aquel le seguía agradeciendo la casita típica asignada; El Otro, con su tarjeta de emigrado, le ofrecía una cadena de hoteles y restaurantes en sociedad para recoger los escasos talentos convertibles que por entonces entraban en el reino.

III. POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS

«La belleza del Cosmos no procede solo de la unidad en la variedad, sino también de la variedad en la unidad».

(El nombre de la rosa, Umberto Eco)

Tiempos hubo en que todos los pollos de Villorrio Azul debían tener el mismo peso, la misma talla, el mismo color y hasta la misma cantidad de plumas. Juan Estepa, administrador de la granja avícola, era el encargado de lograrlo, so pena de perder su cargo. Pero por jugarretas de los genes de vez en cuando le salía un pollo “pescuesipelao”, o un pollo criollo, o un “quíquiri”.

Su paciencia estaba a punto de agotarse cuando recibió el chispazo genial. El método era muy sencillo. Ubicaría en diferentes lugares de la granja clínicas genéticas con tecnologías de avanzada, capaces de detectar en su forma embrionaria cualquier pollo atípico que estuviera por nacer y venderlo antes como huevo en los mercados públicos.

De escaparse alguno, lo cual era posible, se le marcaría en la frente con una cruz de ceniza, la que al día siguiente sería invisible para el común de las personas, no así para un aparato que se ubicaría en las agencias empleadoras, el cual alertaría sobre la presencia de algún pollo atípico. Después se les bloquearía el acceso a ciertos lugares y cargos importantes de la granja, aun cuando demostrara estar mejor preparado que los típicos.

Juan Estepa se sentía feliz, pues había logrado su propósito. Cada vez que sometía a votación algunas de sus ideas, todos los pollos típicos de la granja lo apoyaban, lográndose siempre consenso por unanimidad. ¿Hasta cuántas generaciones de pollos sería efectivo este método? Nadie lo sabía a ciencia cierta; aunque Juan Estepa aseguraba que esto sería así Por los siglos de los siglos. En tanto, los pollos atípicos que cada vez eran más musitaban por las calles: ¿¡Así sea!? ¡Qué va!

IV. LAS DOS ORILLAS

«Todo vuelve a su lugar de origen».

(Doña Bárbara, Rómulo Gallegos)

Pedro Ahínco siempre soñó con la otra orilla. La del lado de acá le resultaba muy hostil. Su trabajo como retranquero de un tren de carga y de pasaje en la línea norte le había enseñado muchas cosas. Cuando su tren llegaba el optimismo se hacía presente. Él multiplicaba panes y peces con su voz y la alegría retozaba hasta en los rincones más apartados de la casa. Vivía convencido de que un día no muy lejano todas las barreras que dividían a los hombres caerían para bien de la humanidad.

Muchas veces nos llevó al lado de unas turbulentas aguas, como para que entendiéramos mejor sus ideas, y nos explicaba que si nos lanzábamos y lográbamos conquistar la otra orilla se acabarían para siempre las desigualdades y viviríamos en una prosperidad compartida. Cuando el Gran Remolino hizo su entrada Pedro fue ascendido a conductor y pintó su tren con los colores del arco iris. Lo llenó de gente y se lanzó a la conquista de la otra orilla. Es cierto que nunca la había visto, pues los mal intencionados la habían tapiado con una muralla de sólida neblina. Pero estaba convencido que allá encontraría el paraíso de los desposeídos de siempre.

La travesía comenzó a resultar en extremo peligrosa: tiburones y cocodrilos devoraban a todos los que caían, y no era fácil mantenerse sin naufragar, pues tornados, sismos, tsunamis y huracanes se sucedían ininterrumpidamente. Pese a las dificultades, Ahínco no desmayaba y se le veía día y noche en constante actividad y con un solo objetivo: llegar a la otra orilla…

El viaje se hizo más largo de lo esperado y la ansiada meta no aparecía. Pedro envejeció, pero ni así perdía el ánimo. Cuando la gangrena le comió las piernas cumplía sus funciones en una silla de ruedas; cuando la diabetes le cegó los ojos del cuerpo, echó manos al farol de su espíritu para iluminar la vía. Jamás perdió la fe y cuando otros flaqueaban él oteaba olfativamente el horizonte mientras decía: El olor a tierra mojada de paraíso me dice que estamos cerca.

Un mediodía de intensas explosiones solares, mientras creía contemplar el verde paisaje desde su silla de ruedas, Pedro se quedó dormido para siempre. Un infarto al miocardio lo había traicionado. Uno de sus nietos que pasaba cerca de él afirma que le escuchó decir como en un susurro: Llegaremos, sé que llegaremos.

Los que lograron arribar quedaron estupefactos, pues estaban en el mismo sitio de donde habían salido. Uno de ellos acuñó para la historia una frase que se haría célebre y que recogía el sentimiento de todos: Tanto nadar para morir en la misma orilla.

Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores [3] y de la marca de comunicación Alabra [4], convoca la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen una única obra.

El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

¿Quiere saber más sobre el Premio [5]?

¿Quiere conocer sus bases [6]?

Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023

Cierre: 15 de mayo de 2024

Fallo: 22 de agosto de 2024

Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024

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Historias prodigiosas de las tertulias de rebotica

Publicado por lopeziglesias en En Ensayo | Sin comentarios

La presentación del libro, cuya portada e ilustraciones salen de la mano de Pedro Soler Valero, reunió en el Ateneo de Madrid a un puñado de ilustres –ahí estaban Daniel Pacheco, Regina Revilla, Federico Mayor Zaragoza, Pedro López Arriba y José Miguel Colldefors– que en sus intervenciones ratificaron lo que ya desde el prólogo señala Francisco Javier Puerto, miembro de las academias de Historia y Farmacia, puntualizando que estamos ante un libro que “funde el ensayo histórico con la literatura propiamente dicha en un ejercicio alquímico y sorprendente de madurez literaria. Un texto, por tanto, muy recomendable para los amantes de la historia, de la literatura o, mejor, para todos los admiradores de la belleza”.

Por su parte, González Núñez recordó que el Diccionario de la lengua española define tertulia en su primera acepción como “reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar sobre algún tema”. Y “tertuliar” figura como “conversar, estar de tertulia”, por lo que tertulio es el “tertuliano, que participa en una tertulia”. En cuanto a la palabra rebotica, el mismo diccionario apunta: “Habitación que está detrás de la principal de una botica y que le sirve de desahogo”. En ese sentido, botica con su significado de “oficina o tienda en que se hacen y venden las medicinas y remedios para la curación” (Diccionario de autoridades) viene del griego bizantino apotheke: almacén o depósito de mercaderías (el derivado latino apotheca se transformó en castellano en bodega).

Como lo hace en el libro presentado –y en la serie de cuatro entregas publicadas en hoyesarte.com bajo el título Tertulia y tertulias de rebotica–, el autor afirma que estas ocupan un lugar relevante no solo en la historia de la farmacia española, sino también en la propia historia de nuestro país por las importantes repercusiones sociales, políticas y culturales a que han dado lugar, especialmente en el período comprendido entre finales del siglo XVIII y las últimas décadas del siglo XX.

“En algunas de ellas –apunta el autor– se condensó el saber popular y los más refinados pensamientos intelectuales; en otras, se pudo establecer un diálogo fructífero entre ciencia y arte, entre historia y literatura, y, en fin, en otras, se debatió entre lo divino y lo humano, lo sagrado y lo profano, la física y la metafísica de los días vividos y los por venir”.

Ingenio y conspiración

La rebotica constituía pues el espacio privado de las farmacias y en él tenían lugar, entre otras cosas, las tertulias de rebotica, definidas por Raúl Guerra Garrido (El herbario de Gutenberg) como “encuentro social con vocación de ingenio literario y conspiración política” y también como “lugares para la curiosidad, que es el motor de la curiosidad y de la ciencia”, aunque, según cuenta José Luis Urreiztieta en su impagable volumen Las tertulias de rebotica en España. Siglos XVIII-XX, también se comentaban los últimos descubrimientos, especialmente los referentes a la medicina o a la química, se fomentaban chácharas políticas y literarias, se debatían los más variados y pintorescos temas y, en ocasiones, se trataba simplemente de pasar el rato jugando al ajedrez o a las cartas.

Así fue, abunda el autor, las de rebotica “tuvieron unas características propias que las distinguieron de las demás, tanto por el lugar en donde tenían lugar, mayoritariamente en el misterioso recinto donde el boticario también fabricaba sus fórmulas magistrales, ‘según arte’, como por el hecho de que, entre sus contertulios, había una presencia significativa de profesionales sanitarios, proclives no solo a comentar acontecimientos singulares o las turbulencias políticas del día, sino también a debatir los avances de la ciencia, a exponer sus puntos de vista acerca de las nuevas teorías que se iban abriendo paso o a proporcionar consejos para prevenir, aliviar o curar enfermedades”.  

A lo largo del siglo XIX florecieron no solo en ciudades como Madrid o Barcelona, sino también en las capitales de provincia, y aun en el medio rural, sembrándolas de ideas y debate. El farmacéutico solía dirigir la reunión y moderar a los distintos contertulios. Paradójicamente, su etapa de expansión se produjo en el período en el que la antigua botica se fue transformando en la farmacia moderna y la fórmula magistral en producto industrial, a partir de la revolución científica que supuso el aislamiento de los principios activos de las plantas y la síntesis química de otros fármacos. Es la época en la que el boticario de formación gremial se convierte en farmacéutico universitario. No obstante, en todo momento, mantuvieron su nombre inicial de, a pesar de la paulatina desaparición de la propia palabra botica, seguramente porque, como señalaba el poeta Gerardo Diego, el prefijo re, que tan bien viene para designar la trastienda o rincón de tertulia de botica, le viene muy mal a la farmacia: “No, no se puede decir refarmacia”.

De acuerdo con Juan Manuel Reol, farmacéutico, primer director general de Farmacia de la democracia y hombre de saberes científicos y humanísticos, la gran historia de España pasa muchas veces por nuestras reboticas, “esos lugares mágicos en los que se cruzan y entrecruzan los grandes proyectos y los grandes hombres”.

Insignes tertulianos

Entre aquellos tertulianos, figuras tan insignes como Machado, Unamuno, Valle Inclán, Baroja o Álvaro Cunqueiro, autor de Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderos, un mítico volumen sobre el tema en el que el ya desde el inicio el escritor gallego confiesa: “El autor de este texto tuvo ocios bastantes en la oficina de farmacia paterna para, desde párvulo, deletrear en los botes los nombres sorprendentes, desde el opio y la mirra a la menta y la glicerina, y más tarde, ayudar a hacer píldoras y sellos, y escudriñar el misterio del ojo del boticario, y sumergir una mano en los cajones de las plantas medicinales, la genciana, las hojas de sen, la salvia, la manzanilla. Se me aposentó en la imaginación una idea de las farmacias todas del mundo, que era mágica y fui curioso de ellas, recogiendo noticias de aquí y allá, preocupado de elixires y venenos, de la cosmética antigua y de la gloria almibarada de jarabes”.  

Ese viaje por la historia va acercándose de la mano de José González Núñez a un tiempo más próximo en el que quizás con menos pulso que en etapas anteriores, “han contribuido en los últimos ochenta años a facilitar la vida de los españoles, no solo como medio de entretenimiento y distracción, sino como un auténtico fármaco que permitiera aliviar los dolores de la posguerra, como fórmula mágica para la transformación de una sociedad sometida al dictado de un régimen autoritario en otra democrática y como alimento para salir al encuentro del futuro”.

José González Núñez.

Y ya en nuestra época, el autor destaca el papel “de las tertulias de rebotica del Ateneo de Madrid en los años noventa, como espacio abierto a la cultura y núcleo primigenio para la aventura académica, que tuvieron como impulsores a los ateneístas Daniel Pacheco y a Juan Manuel Reol Tejada. Esas tertulias, actualmente vuelven a tener un impulso renovador bajo la experta mano de Daniel Pacheco, presidente de la sección de Farmacia”.

Sobre la historia real, esencia de la primera parte del libro y bajo el epígrafe Una tertulia tan vivida por imaginada, José González hace recuento de tertulias que no han sido, desde la idea de que para instalarse en lo real, la realidad debe incluir lo maravilloso pues sin la imaginación la historia es imperfecta.

Así lo concluye el propio autor: “A veces he pensado que estas tertulias, más que lo que fueron, son lo que pudieron ser y he intentado trazar lo real y lo ficticio como dos líneas paralelas que hicieran posible la imposibilidad de encontrarse. Personalmente, una de las tertulias de rebotica a las que me hubiera gustado asistir, aunque a veces haya dado por vivida la reunión imaginada, es la que hubieran podido mantener en algún rincón de España Álvaro Cunqueiro, Juan Perucho, Antonio Gamoneda y Raúl Guerra Garrido con objeto de debatir acerca de la ciencia boticaria y el saber de la farmacopea fantástica del autor gallego, de la botánica oculta, el herbolario de existencia ignorada y los magos que atesoran el saber oculto, como Paracelso, que tan bien conocía el original escritor catalán, y de los venenos mortíferos y las fieras que arrojan de sí ponzoñas con los que fabula, teniendo como referencia a Dioscórides y Andrés Laguna, el poeta leonés. Un debate acerca de la alquimia capaz de transformar la ciencia en poesía y la farmacia en fábula para ser capaces de alcanzar saberes inalcanzables”.

– No se pierda los artículos de la serie Tertulia y tertulias de rebotica [11] publicados por José González Núñez en hoyesarte.com.

Sobre el autor

José González Núñez es doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su actividad profesional en la industria farmacéutica y en el sector editorial. Colaborador habitual de hoyesarte.com, ha publicado más de un centenar de artículos científicos y divulgativos y es autor o coautor de una buena gavilla de obras científicas y humanísticas. En el ámbito narrativo ha publicado Ajuste de Cuentos, Viaje al Levante almeriense. La Axarquía, otras poesibilidades, Las sandalias aladas de Hermes (libros para viajar, lecturas para mundar) y Clío también estuvo aquí.

El hombre que salvó a 669 niños

Publicado por lopeziglesias en En Cine | Sin comentarios

En 1939, Nicholas ‘Nicky’ Winton, un inglés de 29 años que trabajaba como corredor de bolsa (al que dan vida en distintas épocas de su vida Johnny Flynt y Anthony Hopkins), con la ayuda de su madre (Helena Bonham Carter en la pantalla), coordinó, con el consiguiente riesgo para su propia existencia, el traslado desde Praga a Londres de cientos de niños amenazados de muerte por las leyes raciales promulgadas en Checoslovaquia tras la invasión del país por los nazis.  

Winton mantuvo su heroica iniciativa en silencio durante cinco décadas. No fue hasta los años finales de la década de 1980 cuando su esposa Grete encontró en el desván de su casa una vieja cartera de cuero que contenía las fotos y las fichas de cada uno de los niños rescatados. Hasta entonces, Winton no le había contado a su mujer nada de lo acontecido.

A raíz de la confesión, Grete contactó con Elisabeth Maxwell, historiadora especializada en el Holocausto y esposa del magnate Robert Maxwell, propietario de periódicos como el Daily Mirror o el Sunday Mirror. Maxwell, de origen checo, quedó tan impactado por el relato que decidió publicar la historia en sus diarios. Mas tarde, la BBC destinó programas a difundir los hechos y Winton pasó de ser un personaje anónimo a un héroe reconocido, entre otros títulos, con el de Liberador de la Ciudad de Praga, que recibió de manos de Václav Havel en 1998, o el británico de Sir en el año 2002.

Así lo cuenta Barbara Winton, hija del protagonista de los hechos, en su libro Los niños de Winton (editado en español por Nagrela Editores) [12], en el que fielmente se basa una película emotiva de principio a fin, pero que no cae ni precisa de lo lacrimógeno para atrapar al espectador.  

Barbara, conocida activista en el apoyo a los refugiados, sigue siendo la fundamental impulsora del Sir Nicholas Winton Memorial Trust [13], creado con el objetivo de preservar la figura de su padre e inspirar actividades solidarias.

Anthony Hopkins, que da credibilidad absoluta al personaje que interpreta, conoció personalmente a Winton, lo que le animó a aceptar el papel. Además ha confesado que no pudo negarse al ofrecimiento por su gran amistad con el desaparecido director de origen checo Karel Reisz (Isadora, La mujer del teniente francés, Sweet dreams, etc.) que fue uno de los niños evacuados de Praga en los trenes de Winton.

Cuando el ejército alemán comenzó a ocupar los Sudetes, la región norte de Checoslovaquia, miles de familias buscaron refugio en Praga. Desde allí, Martin Blake, profesor del Colegio Westminster y miembro del Comité Británico para Refugiados de Checoslovaquia, que era amigo de Winton, le pidió que acudiera a la capital checa, en donde pudo comprobar las terribles condiciones de los atestados campos de refugiados.

Esa fue la mecha que le llevó, en principio desde la propia ciudad y después desde Londres, a recaudar fondos y buscar familias de acogida para trasladar a los niños a un lugar más seguro, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo antes de que los alemanes rompieran el Pacto de Múnich de septiembre de 1938 e invadieran Checoslovaquia.

El primer envío de niños salió de Praga en avión el 14 de marzo de 1939, veinticuatro horas antes de que el Tercer Reich invadiera el país.  Entre marzo y agosto, Winton y sus colaboradores organizaron otros siete transportes por ferrocarril. El último salió de Praga el 2 de agosto de 1939, un mes antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Los trenes tenían como destino la estación de Liverpool Street, en Londres, donde esperaban las familias de acogida. Estaba previsto que el octavo tren, en el que viajaban 250 niños, circulara el 1 de septiembre pero ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró las fronteras. Ninguno de los menores volvió a ser visto.  Esas víctimas se sumaron a los más de 15.000 niños que perecieron asesinados en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial.

La gesta de Nicholas Winton, que murió en Londres el 1 de julio de 2015 a los 106 años de edad, ha sido comparada con la de Oskar Schindler, el protagonista de la película de Spielberg, que salvó la vida de al menos 1.200 personas empleándolas en sus fábricas de Polonia y Checoslovaquia durante la guerra; o el diplomático español Ángel Sanz-Briz, que desde Budapest salvó la vida de unos cinco mil judíos húngaros proporcionándoles pasaportes españoles.

«Si algo no es imposible, entonces debe haber una manera de hacerlo…». Como confesó el propio Winton, esa idea estuvo en el origen de una hazaña de la que nunca se sintió completamente satisfecho, pues “fueron muchos los niños que no pudieron ser salvados”. Aún así, los 669 que al ser evacuados pudieron sobrevivir han dado lugar a los más de 6.000 que hoy, como descendientes de aquellos, siguen disfrutando de la vida.  

Los niños de Winton

Dirección: James Hawes

Guion: Lucinda Coxon, Nick Drake sobre el libro de Barbara Winton

Intérpretes: Anthony Hopkins, Johnny Flynn, Helena Bonham Carter, Lena Olin, Jonathan Pryce y Romola Garai

Reino Unido / 2023 / 110 minutos

Diamond Films

Literatura en torno a Jesús (II): Lo dicho, lo hecho, lo escrito

Publicado por Carlos en En Libros | Sin comentarios

La historia de Jesús, que alcanza su momento cumbre en el Gólgota (según Óscar Wilde “nada hay que iguale el último acto de la Pasión de Cristo”), realmente comienza el día en el que el arcángel Gabriel se dirige a María para anunciarle la “buena nueva” (Lc 1, 26-38): “Alégrate (…). No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo (…), reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.

María (el nombre hebreo es Miryam) era una joven virgen (bethulah, en hebreo), entre 13 y 15 años, que estaba desposada, es decir, había celebrado los esponsales o desponsorios (una celebración equivalente a nuestra petición de mano, que constituía el primer momento del matrimonio judío y tenía valor jurídico, pero no el matrimonio en sí, que tenía lugar con la ceremonia de la boda aproximadamente un año después) con José (Yosef), de la estirpe de David. A pesar de la imagen de persona mayor transmitida por la iconografía religiosa posterior, José era un joven que seguramente no rebasaba los 20 años de edad.

El nombre de Jesús, Yeshua en hebreo, significa “salvación” y, en este sentido, conviene recordar con José Ortega y Gasset que: “Son, pues, los nombres como esos pájaros que en alta mar vuelan de pronto hacia el navegante y le anuncian islas. La palabra, en efecto, es anuncio y promesa de cosa, es ya un poco la cosa (…). Y no se olvide aquello de Mt 18, 20: Donde dos o tres se junten en mi nombre, yo estaré en medio de ellos”.

El filósofo alemán Ernst Bloch parece tener razón cuando afirma que hubo establo al principio y patíbulo al final, y, en medio, un permanente roce con la “gente humilde”, con las víctimas de la desigualdad y del injusto reparto de los bienes de esta tierra. Por lo que dicen los autores neotestamentarios y la revisión crítica de sus escritos, se puede deducir que Jesús fue un artesano galileo, un judío cumplidor de la Ley de Moisés (Mt 5, 17-20), aunque inconformista y crítico (Mt 5, 21-48), con ciertas capacidades taumatúrgicas y exorcistas, que vivió en Nazaret (una aldea poco relevante de Galilea y de no demasiada buena reputación), se rodeó de un grupo de discípulos, predicó la inminencia del Reino de Dios, valiéndose de ejemplos y parábolas, fundamentalmente en los alrededores del lago de Galilea y en Jerusalén, y finalmente se declaró el mesías/rey de Israel. Hablaba en arameo, pero conocía el hebreo y seguramente no le resultaba extraño el griego. Sabía leer y escribir y tenía un vasto conocimiento de las Sagradas Escrituras, que le permitían discutir con los maestros de la Ley. Las autoridades romanas lo prendieron porque su predicación y sus acciones iban contra el orden público establecido y las estructuras del Imperio en la provincia de Judea, siendo condenado a muerte en la cruz, al ser considerado reo de un delito de lesa majestad. Como señala el periodista y escritor Juan Arias, autor de Jesús: ese gran desconocido, a pesar de las escasas noticias acerca de Jesús, “… en él se ha ido concentrando la gran utopía de la historia, la que anida en el fondo de toda persona humana”.

Desde el punto de vista de la literatura ficcional, las distintas etapas de la vida de Jesús han servido para alimentar un sinfín de obras literarias. Así, los acontecimientos en torno a su nacimiento han dado lugar a una numerosa literatura navideña; los años de la vida oculta han alimentado la especulación y espoleado la imaginación de no pocos autores; las secuencias de su vida pública, especialmente sus milagros, curaciones, bienaventuranzas y parábolas han dado lugar, especialmente durante la Edad Media y el Mundo Moderno, a una fructífera narrativa, en muchos casos impulsora de las lenguas romances; en fin, los episodios de la pasión, muerte y resurrección han posibilitado verdaderas obras maestras, tanto en el campo de la novela y el cuento como en el de la poesía, generando diversas figuras de Jesús y personajes protagonistas creados a su imagen y semejanza o, por el contrario, opuestos a él.

Lo dicho y lo hecho

Únicamente parece haber un amplio y profundo consenso entre los expertos en la historicidad del bautismo y de la crucifixión de Jesús. Entre ambos acontecimientos se desarrolló su vida pública y tuvieron lugar sus predicaciones. En cuanto a lo dicho, lo primero que hay que significar es que el evangelio de Juan se abre con las palabras: “Y en el principio ya era la palabra y la palabra era Dios” (Jn 1: 1). Y más adelante señala: “Y aquella palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros…” (Jn 1: 14), es decir, las palabras del evangelista quieren significar que “Jesús es la palabra de Dios”. Para el escritor nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, “Cristo es el Verbo y aún en su silencio es Palabra”, mientras que Ortega y Gasset señala que “cuando el cristianismo sostiene en el Evangelio de San Juan que el verbo, el lógos, se hace carne, resume toda la Grecia clásica”. Pero, ¿qué es lo que realmente dijo Jesús?

La gran mayoría de expertos en estudios bíblicos consideran que de todo lo atribuido por los evangelistas como dicho por Jesús solo unas cuantas frases serían literales. La reconstrucción del resto no permite dilucidar en el momento actual si fueron pronunciadas por él, modificadas en mayor o menor medida por los propios evangelistas o creadas por ellos mismos. Entre las más consensuadas o tenidas por más fieles a lo dicho por Jesús se encontrarían las bienaventuranzas, aunque el conjunto pudo ser reelaborado por Mateo (Mt 5, 1-12), la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37) y algunas expresiones, como las conocidas: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 15-22); “Más difícil es que un rico se salve que el que un camello pase por el ojo de una aguja” (Mt 19, 23-24), y “En verdad os digo que no beberé del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios” (Mc 14, 25). En el resto del Nuevo Testamento tan solo se refiere una probable sentencia de Jesús que no está en los Evangelios: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20, 35). En cuanto a los hechos sucedidos, las certidumbres son escasas, las conjeturas muchas y las dudas, razonables en la mayoría de los casos.

Las parábolas

Para William Blake, cada parábola es un poema. Por eso, no es de extrañar que Oscar Wilde quisiera situar a Cristo entre los poetas, entre aquellos que han visto al mundo desde su ser original y en su plenitud anhelada: “El verdadero lugar de Cristo se halla entre los poetas. Todo su concepto de la Humanidad provino de la imaginación y sólo mediante ella puede ser comprendido (…). Como ningún otro personaje en la historia, Él despierta en nosotros esa capacidad de asombro a la que siempre apela la imaginación romántica. Para mí hay algo increíble en la idea de que un joven campesino galileo se imagine capaz de llevar sobre sus hombros el peso del mundo entero (…), su vida entera es el más maravilloso de los poemas (…) De la Carpintería de Nazaret surgió una personalidad infinitamente más grande que las forjadas por el mito y la leyenda” (De profundis).

George Steiner advierte de la inaudita originalidad del proyecto evangélico, nacido de “la extrema tensión entre una oralidad sustancial y una escritura performativa”, y afirma que, quien fue la “encarnación del Verbo”, enseñó mediante parábolas “cuya extrema concisión y carácter lapidario apelan eminentemente a la memoria”. En El silencio de los libros, el polifacético escritor y crítico literario da cuenta de la influencia del Nazareno en la cultura occidental: “Todavía hoy, nuestra sensibilidad occidental, nuestras referencias interiores habituales tienen una doble fuente: Jerusalén y Atenas. Dicho con más exactitud, nuestra herencia intelectual y ética, nuestra lectura de la identidad y de la muerte nos vienen directamente de Sócrates y de Jesús de Nazaret. Ninguno de los de los dos se jactó de ser escritor, no digamos de publicar”.

Por su parte, Jorge Luis Borges, en el poema Otro fragmento apócrifo, pone en boca de Jesús lo que parece ser un secreto literario: “Suelo hablar en parábolas para que la verdad se pueda guardar en las almas”, mientras que, en el prólogo a los Evangelios apócrifos, Borges comenta: “Más allá de nuestra falta de fe, Cristo es la figura más vívida de la memoria humana. Le tocó en suerte predicar su doctrina, que hoy abarca el planeta, en una provincia perdida. Sus doce discípulos eran iletrados y pobres. Salvo aquellas palabras que su mano trazó en la tierra y que borró en seguida, no escribió nada (también Pitágoras y el Budha fueron maestros orales). No usó nunca argumentos; la forma natural de su pensamiento era la metáfora. Para condenar la pomposa vanidad de los funerales afirmó que los muertos enterrarán a sus muertos. Para condenar la hipocresía de los fariseos dijo que eran sepulcros blanqueados. Joven, murió oscuramente en la cruz, que en aquel tiempo era un patíbulo y que ahora es un símbolo. Sin sospechar su vasto porvenir Tácito lo menciona al pasar y lo llama Chrestus. Nadie como él ha gobernado, y sigue gobernando, el curso de la historia” (Biblioteca personal. Prólogos).

Jesús, escritor

La única referencia evangélica a algo escrito por Jesús se encuentra en el episodio de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11).  Para el periodista y escritor gallego Manuel Rivas, “Jesucristo tuvo que ser un extraordinario narrador oral”, pero el hijo del carpintero también sabía escribir. La escena del evangelio de Juan que lo confirma es para el autor de El lápiz del carpintero “una escena difícilmente superable” tanto en la historia de la escritura como en la “historia del corazón”. Así lo cuenta Rivas en una de sus columnas en el diario El País: “Una multitud lleva ante él a una mujer acusada de adulterio. Lo interpelan: ‘En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?’. Él no responde. Lo tendría muy fácil si quisiera ganarse el favor de tal público. ¿Qué hace?: ‘Inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo’. Así que ahí tenemos a una masa deseando ensañarse con ‘una culpable’, y un profeta raro, que no incita a la turba. Al contrario, levanta la cabeza y se dirige no a la masa, sino a la conciencia de cada uno: ‘El que de vosotros esté libre de pecado, que tire la primera piedra’. Eso es todo cuanto sabemos sobre sexualidad y pecado en el pensamiento de Jesús. Y es mucho. Tal vez no hay ningún aforismo que diga más con tan pocas palabras. Sin embargo, durante siglos y siglos, los aparatos eclesiásticos han bombardeado las mentes y el deseo con una sulfamida de miedo y culpa. La propia imaginación, el ‘pensamiento impuro’, era sometida a castigo”.

Al mismo episodio hace referencia la obra teatral en un solo acto Las palabras en la arena (1949), de Antonio Buero Vallejo (la historia del evangelio le sirve al dramaturgo para realizar una crítica, a prueba de censuras, del régimen franquista y la España de mediados del siglo XX). Por su parte, George Steiner dice que la vida y pasión del Nazareno no necesitan estar escritas en un texto, sino que están “realizadas en la acción” y dirigidas no a lectores, sino a imitadores y testigos.

La última cena [14]‘. Leonardo da Vinci. Refectorio. Santa Maria della Grazie. Milán. 1495-1497.

No obstante, la literatura apócrifa cristiana ha conservado un interesante documento: La Leyenda del rey Abgar y Jesús, dentro de la Enseñanza del Apóstol Addai, escrito originariamente en siriaco (siglo IV, aunque seguramente partió de un documento del siglo III) y que, a pesar de su carácter legendario, da detalles precisos acerca de la evangelización y el desarrollo de las primitivas iglesias en Mesopotamia y Siria a partir del siglo II. Labubna, su autor, recoge la leyenda difundida entre las comunidades cristianas de un supuesto intercambio epistolar entre Jesús y Abgar, el rey de Edesa, que le demanda, a través de una carta enviada a través de un emisario que se encuentra con Jesús en Jerusalén, remedio para su enfermedad: “He oído acerca de ti y acerca de tu modo de curar que no curas con drogas ni con raíces, sino con tu palabra (…). Por eso te he escrito para pedirte con veneración que vengas a mí y cures una enfermedad que tengo, porque creo en ti”.

De esta leyenda también se hace eco Eusebio de Cesarea en su Historia de la Iglesia (s. IV), pero, a diferencia de la tradición siríaca, que mantenía que la respuesta de Jesús al rey edesano fue de carácter oral y luego transcrita por Hannán, el emisario de Abgar, Eusebio y la tradición de la iglesia etiópica sostenían que se trataba de una carta escrita por Jesús. Los términos de la respuesta contendrían estas palabras de Jesús: “Respecto a lo que me has escrito que vaya a tu casa, aquello para lo que he sido enviado aquí toca a su fin y subo junto a mi Padre, que me ha enviado. Pero cuando haya subido junto a Él te enviaré a uno de mis discípulos para que te cure y sane la enfermedad que tienes, y a todos los que están contigo los convierta para la vida eterna”.

La peregrina berciana Egeria, pionera de la literatura de viajes, cuenta que en su visita a Edesa en el año 384 el obispo de la ciudad le llegó a mostrar la carta de Jesús. La correspondencia entre Abgar y Jesús gozó de gran popularidad, tanto en Oriente como en Occidente, durante la Edad Media. En 1995, el profesor Jacinto González realizó la primera traducción al español del texto original siríaco (La leyenda del rey Abgar y Jesús. Orígenes del cristianismo en Edesa).

Hechos: pasión, muerte y resurrección

Parece probado que Jesús suscitó grandes expectativas entre los pescadores de Galilea y la gente del campo, pero también el odio entre los jefes religiosos judíos que lo denunciaron a Poncio Pilato, gobernador romano de Judea, quien lo condenó a morir crucificado.

A la luz de las investigaciones actuales, este es el dato histórico que parece más incuestionable de la vida de Jesús. Los evangelios informan de que Jesús murió en la cruz en las afueras de Jerusalén, dando un grito fuerte, invocando a Dios y preguntándole por qué le había abandonado en las versiones de Marcos y Mateo: “Y cerca de la hora de las nueve Jesús exclamó con gran voz diciendo: Elí, Elí, lamá sabachtaní? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt, 27, 46), o encomendando su espíritu, en las versiones de Lucas y Juan: “Y como Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y, abajada la cabeza, dio el espíritu” (Jn 19, 30).

El poeta Friedrich Hölderlin sostenía que Jesús podría haber experimentado que “Dios ha hecho el mundo como el mar hace la playa: retirándose”. Miguel de Unamuno en el poema El Cristo de Velázquez reflexiona sobre este último momento; así dicen los versos iniciales: “¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?/ ¿Por qué ese velo de cerrada noche/ de tu abundosa cabellera negra/ de nazareno cae sobre tu frente?/ Miras dentro de Ti, donde está el reino/  de Dios; dentro de Ti, donde alborea/ el sol eterno de las almas vivas”; mientras, el poeta León Felipe propone que los dos astiles de la cruz (vertical y horizontal) simbolizan los dos mandamientos principales: el amor a Dios y el amor al prójimo: “Hazme una cruz sencilla carpintero,/ sin añadidos ni ornamentos,/ que se vean desnudos los maderos,/ desnudos y decididamente rectos./ Los brazos en abrazo hacia la tierra,/ el astil disparándose a los cielos./ Que no haya un solo adorno que distraiga/ este gesto, este elemento humano/ de los dos mandamientos./ Sencilla, sencilla, más sencilla,/ hazme una cruz sencilla carpintero”.

El proceso de Jesús ante Pilato aparece en los cuatro evangelios con ciertas variaciones entre ellos. Seguramente, el Evangelio de Juan (Jn 18, 28-40; 19, 1-16) es el texto que recoge el episodio con mayor belleza literaria, y también el que más interés ha despertado entre filósofos y escritores a lo largo del tiempo. Hemos recogido aquí el que consideramos el fragmento principal: “Entró Pilato de nuevo en el pretorio, y, llamando a Jesús, le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: ¿Por tu cuenta dices eso o te lo han dicho otros de mí? Pilato contestó: ¿Soy yo judío por ventura? Tu nación y los pontífices te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, mis ministros habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: Luego, ¿tú eres rey? Respondió Jesús: Tú dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz. Pilato le dijo: ¿Y qué es la verdad? Y dicho esto, de nuevo salió a los judíos y les dijo: Yo no hallo en éste ningún delito” (Jn 18, 33-38). A pesar de ello, Pilato acabó entregando a Jesús para su crucifixión, después de que los príncipes de los sacerdotes judíos le espetaran: “Si sueltas a ese no eres amigo del César; todo el que se hace rey va contra el César” (Jn 19, 12).

[15]
El descendimiento [16]‘ de Roger Van der Weyden.

No obstante, se disponen de pocos datos históricos confirmados sobre el hombre que, según Mateo (su evangelio es el único que recoge el episodio) y algunos textos apócrifos (Hechos de Pilatos o Evangelio de Nicodemo), se lavó las manos antes de enviar a Cristo a la cruz, siendo hasta ahora la única prueba arqueológica de su existencia una inscripción descubierta en las ruinas de Cesárea Marítima.

El pasaje evangélico probablemente responda a un claro interés de las primitivas comunidades cristianas en acrecentar la culpa de los judíos en la crucifixión y muerte de Jesús en detrimento de la responsabilidad romana, pero resulta poco verosímil desde el punto de vista historiográfico, y también parece cuestionable la evasiva de Pilatos a decidir la suerte del reo. El gesto, que ha sido representado en numerosas ocasiones en la iconografía religiosa, se apoya en el siguiente texto: “Y viendo Pilatos que nada adelantaba, antes bien que cada vez crecía el tumulto, tomando agua, se lavó las manos a vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de esta sangre; vosotros veréis. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: recaiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27: 24-25).

Los expertos están de acuerdo en que el juicio tuvo lugar ante la autoridad de Roma representada por Pilato y que éste, de ninguna manera, se limitó a confirmar una sentencia previa judía. La muerte en la cruz era un castigo de la justicia romana, no de los judíos, y probablemente la leyenda que, según la tradición, apareció escrita sobre el madero indicaba un delito de sedición. El historiador Simon Sebag Montefiore concluye: “Los cargos contra Jesús y el castigo en sí cuentan su propia historia: fue una operación romana”.

En cuanto a la creencia en la resurrección de Jesús, probada según los discípulos por diversas apariciones (recogidas por Pablo de Tarso y los cuatro evangelistas), constituye el eje central de la visión paulina y de la interpretación del mensaje de Jesús, de su figura y su misión por parte de la teología cristiana. Por tanto, se trata de un objeto de fe y, en cuanto tal, no puede ser sometido a los métodos de la ciencia histórica: históricamente es solo demostrable la fe de los discípulos y seguidores en la resurrección.

Según George Steiner, fue Pablo de Tarso el responsable de operar la transmutación del Jesús histórico en el Cristo de la resurrección (Jesucristo), para sacar al cristianismo del ámbito judío y convertirlo en un movimiento universal, mediante la maestría de su propaganda pedagógica, tesis compartida por el profesor Antonio Piñero.

Por su parte, Friedrich Nietzsche arremete contra Pablo y dice que presenta la fe como el punto de encuentro entre el mundo físico y esa otra realidad de vida plena, de lo totalmente distinto, desconocido e invisible a donde lleva la esperanza cristiana: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Cor 15,14).

Para Leon Tolstoi, la divinidad de Cristo es una falsa construcción teológica que enturbia el mensaje ético de un predicador que fue simplemente un hombre, un filósofo y, en el prólogo al Evangelio abreviado, escribe: “La pureza de la enseñanza de Jesús está sepultada en los sistemas judíos y eclesiásticos”. Sin embargo, Steiner sostiene que muy pocas figuras en la historia pueden igualar la intuición de Pablo de que “los textos escritos pueden transformar la condición humana”. Y añade: “Pablo tiene la certeza de que sus palabras, en su transcripción, publicadas y vueltas a publicar, van a durar mucho más que el bronce y seguirán resonando mucho tiempo en los oídos y en la conciencia de los hombres cuando todos los mármoles se hayan convertido en polvo”.

En cualquier caso, la resurrección, la ascensión a los cielos, las apariciones y la esperanza en la segunda venida de Jesús al final de los tiempos han dado lugar a no pocas manifestaciones artísticas y literarias a lo largo del tiempo. Incluso algunos de los propios pasajes evangélicos de estos relatos tienen una considerable belleza literaria, como es el caso del legendario texto En el camino de Emaús, contenido en la parte final del Evangelio de Lucas (Lc: 24, 13-35).

[17]
La incredulidad de santo Tomás [17]‘ de Caravaggio (1602).

Cuento breve: Morir con el tiempo

Publicado por Carlos en En Premio de Cuentos Breves | Sin comentarios

Permanecí junto a la ventana circular del segundo piso por casi tres horas, con varias medidas de whisky barato y casi medio atado de cigarros encima, esperando, solo y esperando, que alguien lo notara. Pero seguía allí, y obviamente funcionando con su maldito péndulo oscilante, como si nada, como si nunca lo hubiera retirado de la pared de los relojes. Entonces el de muñeca me informó que ya eran las nueve, y de inmediato otros tantos en el pasillo hicieron lo mismo con diversos pitidos, campanadas y clics. Pero ellos no me molestaban, ya ni siquiera los percibía.

Entonces vi movimiento en la calle, un carrito de dos ruedas empujado por un cartonero que avanzaba despacio entre los pocos canastos de la zona, buscando algo que pudiera recoger y cambiar por unas míseras monedas a la mañana siguiente. Lo vi llegar a la puerta de mi vecina y recoger tres botellas de vino vacías. Lo vi luego mirar hacia mi entrada y moverse rápidamente. Sin duda ya había captado su atención. Miró en todas direcciones mientras se arrodillaba frente a él, lo tomó y lo levantó. Observó el maldito péndulo redondo y sonrió. Entonces supe que había cometido un grave error.

Bajé las escaleras a toda velocidad, tomé un puñado de billetes y abrí la puerta de entrada. Él me vio y de inmediato arrojó el puto aparato al carro.

-Amigo, disculpe, pero no puede llevarse el reloj –le dije.

-Estaba con la basura –respondió.

-Lo sé, pero fue una equivocación, lo lamento mucho.

-Ya está en mi chango, si lo tiró por algo fue.

-Sí, pero se trata de un error. Fue un regalo. Lo siento.

Intenté tomarlo pero el viejo se interpuso. Parecía desearlo casi tanto como yo. Entonces saqué el puñado de billetes y se lo puse a dos centímetros de la nariz. –tome, es mucho más de lo que va a sacarle a esa baratija –dije–, llévese también esas bolsas, están repletas de marcos con fotos, marcos de madera y vidrio. Puede vender el papel, la madera y el vidrio por separado y hacer buen dinero. Pero no se llevará el reloj.

Regresé y cerré la puerta con llave mientras sostenía la porquería con una mano. El péndulo continuaba moviéndose y perturbando mi psiquis con su ridículo tic tac. Recuperarlo había sido una idiotez. Pero no podía perderlo, no así, no por las manos de un ciruja que lo cambiaría por alcohol, drogas, o quién sabe qué.

Subí la escalera curvada y me detuve frente a la pared de la galería que lleva a los dormitorios. La observé, repleta de relojes de mil formas, colores y con sonidos diferentes. Recordé el día en que ella visitó mi casa por primera vez, su sorpresa al ver semejante cantidad de aparatos distribuidos prolijamente desde la altura de mis rodillas hasta rozar el techo, a casi tres metros. Ella preguntó por qué todos marcaban horarios diferentes y le dije que estaban cronometrados con el huso horario del país o ciudad donde los había comprado; desde Nueva York hasta Tanzania, Sídney, Japón y Nueva Delhi. Norte, sur, este y oeste. Cerca de cuarenta destinos visitados en poco más de quince años. Ella dijo algo así como que no había ninguno con nuestro huso, que todos marcaban horarios lejanos, tiempos imposibles de vivir desde la distancia. No recuerdo qué respondí, solo sé que semanas después apareció con ese ridículo artilugio de madera y metal, lo que me obligó a buscarle un espacio entre los demás, uno que fuera especial, el del centro de la pared, a la altura de mi pecho.

Hoy sigue en el espacio que ella me obligó a hacerle, el mismo que en su momento parecía perfecto y armonioso, pero que ahora, y desde hace seis malditos días no hace más que recordarme que ha transcurrido otro segundo, otro minuto, otra hora, sin ella.

Es inquietante cuan fuerte suena ese péndulo. Cómo algo tan reducido y delicado puede perforar el tímpano con semejante poder. Es cierto que está hecho de bronce o alguna aleación similar, es cierto que representa al menos la mitad del peso de todo el reloj, pero ¿por qué necesita hacer tanto ruido?

Camino por la planta baja. Observo la chimenea mientras vacío mi cuarta medida de vodka, el whisky se terminó hace tres días y no he sido capaz de reponer las botellas, que se acumulan sobre la mesa ratona de la sala de estar. Odio el vodka, odio ese reloj, pero no la odio a ella. No entiendo el porqué. Ya no estoy seguro de nada, solo de que no puedo dormir ni comer, solo beber y fumar. Hasta que mi cuerpo diga basta, y acabe en el suelo otra vez.

Subo las escaleras y paso frente al reloj, evito mirarlo, pongo mi palma derecha a la altura de mis ojos y cruzo tan rápido como la borrachera me lo permite. Mi estómago arde por el alcohol y el hambre, mi cabeza parece comprimirse como el casco de un submarino en el océano. Aún así oigo su tic tac, tic tac, tic tac. Y los vellos de mis brazos se encrespan. Corro hasta mi habitación, cierro la puerta y me asomo por la ventana. La Ruta Nacional 143 está desierta, como siempre. Sé que eso le molestaba; compartir tanto espacio y silencio solo conmigo, no ver a nadie más que a mí durante cada hora, minuto y segundo marcado por el péndulo de su aparatoso regalo. Me pregunto si fue culpa del reloj que se marchara, quizás también la volvía loca.

Me recuesto sin quitarme la ropa, ni siquiera los zapatos. Las mesas de luz están repletas de papeles con borradores mínimos y varias cajas de somníferos. Nada ha servido para conciliar el sueño, ni en medidas que podrían matar a un hombre promedio, uno como yo, o incluso más grande. Pongo la almohada de plumas sobre mi cara y mi propio aliento etílico se impregna en la tela. Me asquea, pero parece aplacar un poco el sonido del regalo que odio y que al mismo tiempo no puedo descartar. Comienzo a dormitar, cada vez el sonido es más lejano. Mis manos se relajan y ya no aprieto los puños. Finalmente lo estoy consiguiendo, hasta que la primera campanada de las doce retumba por toda la casa, por toda mi psiquis. Lanzo la almohada y doy un salto. Caigo de pie a un lado de la cama y abro el viejo armario de caoba. Busco la caja recubierta en fieltro rojo y saco la pistola que perteneció a mi padre. Es una Colt con tambor para seis balas, pero solo tiene cuatro. Pienso que serán suficientes.

Camino hacia la puerta, la abro de un tirón y oigo cómo se estrella el picaporte contra la pared y rebota algunos centímetros. Camino por la galería ignorándolos a todos excepto al maldito que no se calla. Cuando me detengo frente a él, lleva siete campanadas, da una más mientras le apunto. Disparo una vez y atravieso el vidrio y el número dos. Jalo nuevamente del gatillo y la bala impacta en la madera detrás del péndulo. Oigo la onceava campanada mientras tiro por tercera vez y le doy al centro de las agujas que saltan por el aire. Cierro los ojos y disparo al unísono con un débil cascabeleo. Le doy directo al péndulo redondo. La bala lo abolla produciendo un sonido similar al de una lata vacía golpeando contra el piso. Abro los ojos y sonrío al ver que finalmente se ha detenido en el centro del reloj. Siento humedad en el pecho. Abro mi camisa y veo un punto del que brota sangre clara y espesa. Sonrío, caigo de espaldas, pienso en ella, y muero con el tiempo.

Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores [3] y de la marca de comunicación Alabra [4], convoca la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen una única obra.

El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

¿Quiere saber más sobre el Premio [5]?

¿Quiere conocer sus bases [6]?

Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023

Cierre: 15 de mayo de 2024

Fallo: 22 de agosto de 2024

Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024

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Gabriel Orozco, de tienda de la esquina a centro ceremonial azteca

Publicado por Carlos en En Artes Visuales,Galerías,Gratis | Sin comentarios

En esta ocasión, el icónico espacio de la Ciudad de México diseñado por el arquitecto Alberto Kalach se aleja de las dinámicas de consumo del sistema del arte, que en aquel tiempo protagonizaba la obra de Orozco, hacia un cuerpo de obra que por primera vez reúne el trabajo que ha realizado desde la pandemia hasta ahora en las distintas ciudades donde radica cual nómada urbano: Ciudad de México, París, Tokio y Nueva York.

Exposición de Gabriel Orozco en Galería Kurimanzutto (CDMX). Foto: Gerardo Landa. Cortesía de la galería.

Las piezas centrales de la exposición [23], que se ha convertido en una de las muestras más exitosas de la temporada de la capital mexicana, son pinturas de gran formato que presentan una redefinición del Hombre de Vitruvio fusionado con la diosa azteca Coatlicue, quien representa dualmente tanto la fertilidad que da vida como la muerte que consume a todo ser vivo.

Orozco no es tímido al presentar a la diosa en el lugar que ocupan los genitales del Hombre de Vitruvio, fusión no fortuita y presente en todas las obras que conforman la serie, excepto en aquellas donde el Hombre dibujado por Da Vinci se convierte en una rana abierta a cuatro patas con las mismas dimensiones «perfectas» que se consideraban en aquel tiempo.

A la par de las pinturas, se muestran perimetralmente y un tanto disociados los dibujos de su Diario de Plantas, páginas de su libreta con estudios sobre hojas recopiladas entre Tokio y Acapulco fruto de su curiosidad, u ociosidad, durante la pandemia.

Exposición de Gabriel Orozco en Galería Kurimanzutto (CDMX). Foto: Gerardo Landa. Cortesía de la galería.

Esta es casi la primera vez que Orozco indaga sobre lo orgánico y lo objetual en la naturaleza, más allá del objeto en sí mismo, como le caracterizaba –no olvidemos su caja de zapatos vacía expuesta hace 20 años en la Bienal de Venecia.

La presencia de materiales como el tezontle y el mármol blanco se encuentran no sólo en las esculturas sino también en las pinturas que, a través de un efecto visual de empastados, recrean a la diosa coatlicue en un efecto casi de tercera dimensión que emula a los centros ceremoniales aztecas.

Reinvindicación intencional o no, la exposición muestra trabajo de fondo, mucha pintura, decenas de dibujos y algunas esculturas, que pocas veces vistas en el artista, evidencian muchas horas de taller y trabajo minucioso, frente a las fuertes críticas que ha recibido a lo largo de su trayectoria, considerando su obra un «arte falso» que copia a Duchamp con intentos de ready mades. Aquí nada parece estar puesto tal cual es como objeto, sino que ha creado al objeto en sí mismo evidenciando las influencias de un artista cosmopolita con raíces aztecas.

Exposición de Gabriel Orozco en Galería Kurimanzutto. Hasta el 27 de abril de 2024. [24]

Belleza en lo mundano

Exposición de Gabriel Orozco en Galería Kurimanzutto (CDMX). Foto: Gerardo Landa. Cortesía de la galería.

La obra de Gabriel Orozco abarca una amplia gama de medios, incluyendo escultura, fotografía, vídeo, dibujo e instalación. Es reconocido por su enfoque innovador y su obra refleja una profunda exploración de temas como la identidad, naturaleza, espacio y tiempo; siempre desafiando convenciones artísticas y encontrando la belleza en lo mundano. Su estilo distintivo y compromiso con la innovación lo sitúan como una figura central en el panorama del arte contemporáneo.

Exposición de Gabriel Orozco en Galería Kurimanzutto (CDMX). Foto: Gerardo Landa. Cortesía de la galería.

Tratamos demasiado bien a las mujeres

Publicado por lopeziglesias en En Cine | Sin comentarios

La película supone el salto a la dirección de la figurinista, ganadora nada menos que de tres premios Goya, Clara Bilbao, que maneja un guion de Miguel Barros basado en la novela On est toujours trop bon avec les femmes (Siempre somos demasiado buenos con las mujeres), escrito por Raymond Queneau y publicado en España por Seix Barral [25].

La historia se centra en un fatídico día del otoño/invierno de 1945, aquel en el que Remedios Buendía, llena de ilusión, se prueba su vestido de novia. Hasta ahí todo bien si no fuera porque el destino dispuso que un grupo de maquis que huyen a la desesperada deciden refugiarse en la estafeta en la que Remedios comprueba su vestido frente al espejo.

Desde ese momento las cosas cambian radicalmente pues esta aguerrida mujer está dispuesta a defender su patria por encima de todo y de todos. Pronto sabrán los invasores con quien se la juegan pues Remedios les demostrará hasta donde puede llegar defendiendo sus valores. Nadie podrá detenerla. Ni siquiera ese variopinto y desperdigado batallón de rebeldes blandiendo sus puños y fusiles.

Como queda apuntado, Tratamos demasiado bien a las mujeres es un largometraje difícil de catalogar. Transitando entre lo profundo y lo esperpéntico, lo que se cuenta aporta un enfoque diferente sobre un momento de la historia que ha sido objeto cinematográfico con un tono muy diferente. Aquí, desde la sátira, la melancolía y el humor, desde el desenfado, pues, y la sutileza, se abordan temas que no rehúyen la trascendencia.

Producida por Ficcion Producciones (Mamen Quintas y Julio Casal) en coproducción con Noodles Production (Francia) y con Mateo Gil y Miguel Barros como productores ejecutivos, la película que ahora se estrena en salas comerciales, fue muy bien acogida en la reciente edición del Festival de Málaga.

Tratamos demasiado bien a las mujeres

Dirección: Clara Bilbao

Guion: Miguel Barros sobre la novela de Raymond Queneau Siempre somos demasiado buenos con las mujeres

Intérpretes: Carmen Machi, Antonio de la Torre, Luis Tosar, Isak Férriz, Óscar Ladoire, Julián Villagrán, Diego Anido, Cris Iglesias y Oleg Kricunova

Fotografía: Imanol Nabea

Música: Nacho Masttreta y Marina Sorín

España, Francia / 2023 / 90 minutos

Distribución: Filmax

La Fundación Callia entrega sus Premios de Mecenazgo

Publicado por Carlos en En Artes Visuales,Coleccionismo,Mecenazgo,Premios | Sin comentarios

La reina Doña Sofía ha sido la encargada de entregar los galardones a Antonio del Valle Ruiz, en la Categoría Española, empresario, coleccionista y fundador del Museo Kaluz [26] (Ciudad de México), que tiene como uno de sus ejes la obra de los artistas españoles exiliados en México a causa de la Guerra Civil; María Amalia León [27], en la Categoría Latinoamericana, presidenta de la Fundación Eduardo León Jimenes y el Centro León [28], instituciones que promueven el mejoramiento de la calidad de vida de los dominicanos a través de la educación, las artes, la cultura y el respeto al medio ambiente; y Daniel Buren [29], en la Categoría Internacional, por su contribución a humanizar los espacios públicos a través de su obra, creando un espíritu crítico en el ciudadano.

Para Carmen Reviriego, presidenta de la Fundación Callia, «el arte siempre da, nace, por definición, para el otro. Por eso el compromiso con el arte tiene ese efecto sísmico de conexión frente a los retos de un mundo interdependiente. Este siglo XXI tiene mucho de amenazador, por eso, frente a las sombras, más arte, más generosidad y más solidaridad».

Con la aportación de estos premios, la Fundación Callia apoya el programa de Restauración y Conservación de las colecciones de la Real Academia. Este patrocinio se centra en dos ámbitos derivados de la renovación del discurso museológico de su excepcional Museo. Por un lado, impulsa la conservación preventiva y la restauración de pinturas, esculturas y piezas de artes decorativas. Por otro, incluye la introducción de nuevos recursos museográficos que están contribuyendo a mejorar la presentación de las colecciones.

El día anterior a la ceremonia de entrega, más de doscientos invitados, entre los que había destacados empresarios, mecenas de todo el mundo y personalidades de la vida social española, disfrutaron de una cena benéfica en el Real Casino de Madrid.

Los premios han contado con la colaboración de la firma Chevez Ruiz Zamarripa, Las Rozas Village y la Fundación Alberto Cruz.

Ejemplos notables

En ediciones anteriores, estos galardones han reconocido el compromiso de mecenas como Esther Koplowitz y Philippe de Montebello, en 2020; Daniel y Estrellita Brodsky junto al matrimonio formado por Fernando Masaveu y Carolina Compostizo, en 2019; Carmen Thyssen Bornemisza y Carlos Slim, en 2018; Carlos Fitz-James Stuart y Patricia Phelps de Cisneros, en 2017; Elena Ochoa Foster y Bárbara Garza, en 2016; Patrizia Sandretto Re Rebaudengo y Valentín Díez-Morodo, por la Casa de México en España, y Eugenio López, por la Fundación Jumex Arte Contemporáneo en 2023.

«Juana de Arco fue líder y guerrera, no una santa»

Publicado por lopeziglesias en En Escritores,Ficción | Sin comentarios

Los relatos de Katherine J. Chen se han publicado en The New York Times, Los Angeles Review of Books, Literary Hub y en la antología de ficción histórica Stories from Suffragette City. Cursó un máster en Historia del Arte en la Universidad de Boston, donde también impartió clases y fue galardonada con el premio de narrativa Florence Engel Randall. Juana de Arco, editada en España por Destino, es su segunda novela.  

[1412. Francia está sumida en una guerra perdida contra Inglaterra. Mientras el país se hunde en el campo de batalla y la hambruna azota las calles, su rey permanece escondido en la corte. De la pequeña aldea de Domrémy surge una joven capaz de cambiar el curso del combate y de llevar a los franceses a la victoria, una mujer cuyo nombre resonará a lo largo de los siglos].

En manos de Chen, el mito de Juana de Arco se corporeiza en una mujer temeraria, brillante y con voluntad de hierro. Desafiando las convenciones sociales de la época, la joven campesina logra alcanzar los más altos círculos de poder y liderar al ejército francés. Sin embargo, con los primeros destellos de gloria queda patente que Juana representa una amenaza y aquellos que la encumbran terminarán contribuyendo a su condena.

Juana de Arco es un personaje histórico muy escurridizo, afirma la autora de su nueva y documentada  biografía. «Aunque sabemos de ella, realmente nadie la conoce bien. Porque cuando recordamos a la santa y a la mártir nos la imaginamos siempre en la hoguera y nos olvidamos de la mujer llena de vida que cabalgaba a lomos de un caballo hacia la guerra, que comandaba un ejército y que amedrentó a los invasores ingleses hasta el punto que llegaron a creer que mientras ella estuviera viva, no podrían ganar una batalla».

Katherine J. Chen. Foto: Elena Seibert.

– ¿Qué le llevó a escribir sobre Juana de Arco?

Llegué a Juana por casualidad. Igual que ella llega a la historia en el momento oportuno y en el lugar oportuno, cuando Francia la necesitaba, yo necesitaba a Juana cuando empecé a escribir sobre ella porque acababa de quedarme sin trabajo. Y en Estados Unidos si te quedas sin trabajo te quedas sin seguro ni prestaciones médicas. Yo había escrito ya un amplio borrador sobre el personaje cuando en 2019 me diagnostican un cáncer y eso me llevó a tomarme muy en serio el proyecto y reescribir el libro por completo. Mi enfermedad y mi situación financiera fueron los detonantes que me llevaron a esta historia. Además, su figura aporta energía y esperanza y yo las necesitaba. Ella personifica la valentía y pensé que no había mejor tema cuando estás luchando por tu propia vida. He obtenido fortaleza escribiendo sobre ella, del mismo modo que ella, en un momento crítico, la dio a su país. Durante los últimos cuatro años Juana de Arco ha sido mi compañera constante y mi amiga más fiel. Sigue pareciéndome extraño describir la evolución por la que un personaje histórico puede llegar a parecernos más real que las personas que nos rodean, pero eso es lo que ha ocurrido. Y, en el fondo, no es tan raro, porque Juana fue una persona extraordinaria

– ¿Por qué cree que su personaje sigue despertando interés en la actualidad?

No podemos olvidarnos de la visión de una mujer que se va a la guerra. Eso es relevante porque cuando mi libro se publica coincide con lo que está pasando en la frontera con Ucrania, en donde hay mujeres soldado que están aprendiendo a utilizar armas. Esa confluencia de algún modo une a la Juana de Arco de entonces con las “juanas” que en la actualidad luchan por su causa. Su papel se podría identificar con muchos movimientos a lo largo de distintas épocas y espacios y, de hecho, se han apropiado de su figura desde el movimiento sufragista, en su lucha por el derecho al voto de las mujeres, a la extrema derecha, que en Francia se reúne al pie de una de sus estatuas. En ese sentido es una figura camaleónica que perdura hasta hoy.

– ¿Hasta qué punto estamos ante una obra de ficción?

Tuve dos fuentes de documentación fundamentales. Las transcripciones de dos juicios. Aquel en el que la condenaron a morir en la hoguera y el póstumo que se produjo en la década de 1450, dos décadas después de su muerte. Francia había ganado la Guerra de los Cien Años y cínicamente estaban dispuestos a alinearse con su figura porque estratégicamente les convenía. Sobre todo me he basado en el segundo juicio. Ahí se describe como, por ejemplo, dejaba maravillados a los soldados cuando, en la batalla, ella pasaba galopando en su caballo blandiendo su espada. Dicho esto, esta novela es una obra de ficción porque, tras completar varios borradores, me di cuenta de que tenía que apartarme de la idea de escribir una biografía solo basada en hechos. Lo que llega al corazón del lector no son los hechos estrictos, sino un relato que lata y emocione. Es importante subrayar que la Juana que aparece en estas páginas es una Juana profundamente personal para mí. La Juana de estas páginas no tuvo alucinaciones en su adolescencia, no tuvo visiones del arcángel Miguel y de las santas Margarita de Antioquía y Catalina de Alejandría. No fueron, pues, esas supuestas visiones las que le dijeron qué hacer, es decir, que abandonase Domrémy y la protección de su familia para ir a Vaucouleurs. Una Juana que tiene una relación complicada con su Dios. He tenido que tomarme libertades con su historia y con la historia de la época para hacer que el viaje de Juana le resultara cercano al lector. Esta historia es una búsqueda. Es la búsqueda de una joven que vive en tiempos de guerra y emprende una aventura. También es una historia sobre cómo nace y se consolida una heroína. Al final, esta Juana, como la Juana histórica, encarna algo mucho más grande que ella misma, y es ese algo lo que nos ha fascinado, hechizado y cautivado durante siglos.

– ¿Sabemos cómo era realmente?

La parte física de Juana me pareció especialmente importante porque cuando un ser humano entra en el reino de la santidad parece que se transforma en algo divino más allá de nuestra comprensión. Necesitaba que Juana de Arco regresara a nuestro nivel, algo que no fue fácil. Me basé en la documentación existente, especialmente sobre las transcripciones del juicio que llevó a su ejecución en la hoguera. Cuando se analizan esos textos se llega a la conclusión de que fue una figura con una gran personalidad. No tenía miedo a responder y a rebelarse. Se niega una y otra vez a prestar juramento y a humillarse ante ciertas preguntas. Eso la humaniza y la aleja del mármol y del pedestal en el que muchos la han colocado y de los cuadros que la representan siempre mirando hacia el cielo con una cara beatífica. Era humana y poco más que una adolescente. Tenía diecinueve años cuando murió.

Era una joven práctica: eficiente, resistente, tan protectora con las pocas personas a las que amaba como irascible con quienes ponían a prueba su paciencia o la menospreciaban. La versión que conocemos de Juana es una especie de santa mujer, incluso podríamos decir una fanática religiosa, que va a misa varias veces al día, que condena la prostitución y el juego en su ejército. Se cuenta que una vez partió una espada contra la espalda de una prostituta, y que animaba a sus soldados a confesar sus pecados. Es, por decirlo de alguna manera, una especie de animadora espiritual de los combatientes. La Juana tradicional no derrama sangre. No lucha, aunque luzca una costosa armadura, sepa montar a caballo y lleve una espada. Prefiere sostener su estandarte y liderar a sus hombres, sin herir ni mutilar a un solo soldado enemigo. Admito que nunca me he creído del todo esta historia. Juana vio y vivió mucha acción en el campo de batalla, la suficiente como para que su vida corriera peligro en numerosas ocasiones.

– Así pues, acercarnos a una Juan de Arco más real es…, ¿qué ha descubierto que hasta ahora permaneciera oculto?

Me sorprendió conocer que cuando Juana iba con el Delfín de Francia hacia la coronación del Rey le presentaron a una mujer que se llamaba como yo, Katherine, que le aseguró que tenía visiones nocturnas en las que se le aparecían figuras angelicales. Ante esto, Juana le pidió que le demostrase que esas visiones eran ciertas. Esa noche se durmió y la visionaria le dijo que habían aparecido esas figuras pero que ella no las vio por estar dormida. Ante eso, las siguientes noches permaneció despierta para confirmar que aquellas visiones no eran reales. Acusó a aquella pitonisa, que era muy respetada en su entorno, de falsedad, lo que es un indicador de la autoconfianza de una joven muy consciente de sus creencias y capacidades. Es una anécdota desconocida pero interesante para situar al personaje. Por otra parte, intento con mi libro desmontar el mito de las visiones que se le atribuyen, con lo que perdemos la dimensión física de sus logros. Hay una leyenda que asegura que cuando fue quemada en la hoguera su corazón no ardió. Creo que eso es falso. Una forma de, a través de los años, romantizar su final. No hay que olvidar que en el momento de su muerte incluso el rey la repudió.  

Para mí, Juana era ante todo una soldado muy valiente que incluso, lo que está demostrado, llegó a arrancarse ella misma una flecha que le habían clavado en el cuello y siguió en la batalla, lo que también hizo cuando le clavaron otra flecha en el muslo y siguió peleando. Una mujer sin pretensiones de beatificación o canonización, y creo que es importante recordar que no la convirtieron en santa hasta casi quinientos años después de su muerte. Insisto en que era una mujer que tenía por naturaleza el talento de una guerrera, de una líder y de una profeta. Y cuando digo profeta no me refiero a profeta de un vago y nebuloso futuro poblado de ángeles, sino del futuro de la guerra, de cómo se librarían un día las batallas, de cómo se alcanzarían las victorias. En 1453, veintidós años después de la muerte de Juana en 1431, Francia ganó la guerra de los Cien Años en gran parte gracias al uso de la artillería. Los textos consultados llevan a pensar que era una mujer brillante como guerrera, pero ignorante en casi todos los aspectos de la vida. No era ni apacible ni humilde. De algún modo era una bocazas con mal genio. Era orgullosa, a veces casi arrogante. Con defectos, pero carismática. Llena de rabia pero también cariñosa, introvertida y esperanzada, convencida de que vendrían tiempos mejores. En otras palabras, muy humana.

– Se muestra usted cautivada por la persona a la que retrata…

Era absolutamente única. La trampa de escribir sobre una figura tan monumental es que quien escribe se enamora inevitablemente de su personaje. Pero la ironía es que embarcarse en la aventura de escribir sobre alguien así requiere desviarse de su historia. Hay muchas biografías maravillosas sobre Juana. Tuve el honor de estudiar concienzudamente su increíble vida. Tuve que bajar a la Juana del pedestal en el que todos la hemos colocado y hablar con ella, de mujer a mujer. Escuché toda su vida y medité sobre ella: los años de su juventud, que normalmente se pasan por alto; los meses de asombrosa gloria en el campo de batalla; y sus últimos días, marcados por la derrota, la desgracia y la tragedia. Y para hacerla de carne y hueso tuve que imaginar desde el nombre de su perro hasta su aspecto. Concluir, a partir de todo ese interesante material, que Juana simplemente era una sierva de Dios que seguía órdenes de lo oculto, una fanática religiosa que se mantuvo pura y virgen, sería subestimar gravemente el magnetismo de su personalidad, su capacidad de liderazgo y su inimitable valor.

Y en la parte final del encuentro, al referirse al mensaje que le gustaría que quedase en el receptor de su libro, Katherine J. Chen concluye: «Es importante que el lector vea a Juana de Arco como un ser humano que encarna una naturaleza a la que deberíamos aspirar, en el sentido de que nunca claudicó. Nunca fue cínica ni se traicionó a sí misma. Después de seiscientos años, Juana sigue siendo una fuerza a tener en cuenta. En ella encontramos una serie de atributos de la naturaleza humana dignos de admiración y que, es de suponer, explican nuestra prolongada existencia en este planeta. Una joven nacida en la oscuridad que luchó por lo que amaba y que vivió su corta vida al máximo. Este libro es una reinvención de esa vida, pero también una ofrenda a la luz inextinguible de su legado. Juana nunca caerá en el olvido, siempre será recordada, admirada y amada».

La Guerra de los Cien Años

La Guerra de los Cien Años, librada en la lucha por la herencia del trono de Francia, enfrentó a este país e Inglaterra entre 1337 y 1453. Casi todos los combates tuvieron lugar en territorio francés.

Antes de la aparición de Juana de Arco, en 1429, el ejército francés, con una Francia diezmada, no había logrado una victoria significativa en décadas e Inglaterra casi había logrado su objetivo de establecer una monarquía bajo su control.

En el momento del nacimiento de Juana, el rey francés era Carlos VI, que sufría brotes psicóticos y a menudo estaba incapacitado para gobernar. Su hermano Luis, duque de Orleans, y su primo Juan Sin Miedo, duque de Borgoña, competían por la regencia. En 1407 fue asesinado el Orleans por orden del duque de Borgoña. Este asesinato dio origen a una guerra civil en toda regla. Las facciones francesas enfrentadas se conocieron como la facción Armagnac (asi conocida por ser liderada por Bernardo, conde de Armagnac, tutor del Delfín) y la facción Borgoñesa, que posteriormente se alió con los ingleses para intentar conseguir el trono. Inglaterra aprovechó estas divisiones internas para conquistar muchas ciudades del norte de Francia, incluyendo París.

Tras ciento dieciséis años de batallas, no los cien con los que ha pasado a la historia, el conflicto concluyó con la victoria francesa más de dos décadas después de la desaparición de Juana de Arco, quemada en Ruán el 30 de mayo de 1431, cuando todavía no había cumplido veinte años.

Cuento breve: Para burlar a la muerte

Publicado por Carlos en En Premio de Cuentos Breves | 1 Comment

A mi familia le di órdenes precisas para que taparan muy bien los frascos y los potes de cocina, y advertirles para que graduaran la temperatura de la nevera, donde tuve que guardar mi cara durante largas temporadas, y claro, conservado de esa manera, mi rostro no envejecía.

Mi mamá, que siempre quiso que la muerte no me atrapara, lo planchaba y lo doblaba y lo colocaba, cuidadosamente, junto a las sábanas y las fundas; y en el closet, guindado, escondido, mi rostro presidía la lencería, mezclado con los rigurosos vestidos de organza y popelina de mi tía, los pantalones de kaki y las camisas de algodón de mi padre.

Algunas veces permaneció escondido entre los pañuelos blancos y la colección de franelas de mis hermanos. Mis maestras también participaron de mi angustia: escondían mi rostro perfectamente doblado dentro de las Enciclopedias de la Naturaleza, y como marcalibros en el Mantilla y el Atlas Universal, y en el Álgebra de Baldor permanecía mi rostro insomne, tratando de descifrar los números finitos e infinitos, pero lejos del acoso de la muerte.

A veces mi rostro, plegado y foliado, se traspapelaba en las carpetas de notas y calificaciones y composiciones sobre el Día del Árbol y la Semana de la Alimentación, forradas con el eterno papel lustrillo azul, pero las maestras, prodigiosamente, lo localizaban y lo colocaban nuevamente en las gavetas precisas.

Alguna vez mi rostro permaneció durante todo el fin de semana en el colegio, encubierto como soporte de la cartelera del Día Patrio, y todo un mes en el baúl de mi abuela, al lado de sus santos y sus estampitas y rosarios, que ella organizaba los domingos con tanto esmero.

Algunas noches eran terribles, otras veces eran fecundas, no lograba cerrar los ojos, porque mi rostro se había quedado encerrado en alguna biblioteca y amanecía devorándome los clásicos, nutriéndome de versos y de historia universal y biografías de héroes.

Así crecí y anduve en la ciudad, nervioso, angustiado, atento, desconfiado. Nunca dejaba la malicia en casa, siempre andaba predispuesto al encuentro con la muerte, y así también siempre andaba un paso delante de ella. Nunca cometí errores que me delataran. Mi rutina era no tener rutina, para que nunca pudiera hacerme trampas y atraparme.

Cada persona que se acercaba a mí era un sospechoso habitual para mis nervios, pero también entendí que cuando llegara la muerte yo nunca sabría cómo era ella. Había tantas historias, tantos testimonios de su imagen, de cómo era, de cómo hablaba, de cómo miraba, que nunca me hice eco de ninguna. Solo sabía que yo debía ocultarme de la muerte para que nunca me atrapara.

Mis amigos aprendieron a prestarme sus caras y sus nombres, y sus sonrisas y sus sueños, y su suerte de hombres comunes, anónimos. Sólo así lograba burlar a la muerte, que afanosamente me buscaba. Pero ella no se daba por vencida, y seguía por allí, rastreando mi rostro, averiguando, dando mis señas, mis facciones, mi aspecto, mi apariencia, y decía mi nombre perfectamente claro, mientras preguntaba en las esquinas: «¿Lo han visto?, tiene marcada en su rostro la angustia, la melancolía, los miedos, las derrotas, ¿lo han visto?, ha retrasado su encuentro conmigo y yo lo busco».

Todos corrían a prevenirme, a indicarme planes de supervivencia, tratando de que nunca tuviera un encuentro fortuito con la muerte. Me advertían que ella husmeaba en las aceras, por las entradas de las estaciones del Metro, por los mercados de chinos, y en las zonas rojas de las ciudades más violentas. Por eso ella visitaba cada antro, cada pensión estudiantil, cada cine de las calles del centro. Era un itinerario de búsqueda afanosa que ella se esmeraba en cumplir, cotidianamente, con ganas de atraparme, pero nunca ocurría. Yo andaba en otros lugares.

Y en los bulevares que bordean la ciudad, la escucharon murmurar mi nombre, llamándome, gritándolo en todos los idiomas de este mundo. Otras veces susurraba cosas ininteligibles, tal vez haciendo planes o deduciendo su fracaso. Cuentan que la vieron seguir, pasar de largo, de ciudad en ciudad, de puerta en puerta, desorientada, frustrada, angustiada, impotente. Un día por poco me sorprende en mi propia casa. Pero mis hermanos, que ya habían previsto la incursión de la muerte, me prestaron sus caras para que la muerte no me reconociera. Se fue masticando su rabia calle abajo, burlada. Claro, yo tenía otros rostros, otros ojos, otras sonrisas, otras miradas, otros sueños, otras caras, otros amaneceres.

Ella, la muerte, desconsolada, me buscó en los bares, en las paradas de autobuses, en las ferias, en los restaurantes self service, en los taxis piratas, en los centros comerciales, en las listas de espera, en los bancos, en los aeropuertos, en los consulados y en las iglesias; y por supuesto, yo no estaba. Yo andaba viviendo otras emociones en otros cuerpos, otros temores y otros miedos con otros rostros.

Pasó el tiempo. Y como la muerte no conseguía atraparme, decidió ser mi amiga. Llegó tan cerca de mí, que yo la hice mi guardiana, mi confidente. Me aconsejaba, me guiaba en trances momentáneos. Andábamos como si fuéramos el uno para el otro. De esa manera me encontró desorientado una mañana; y yo, sin darme cuenta, para burlar a la muerte, le pedí prestada su cara, y me quedé con ella para siempre.

Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores [3] y de la marca de comunicación Alabra [4], convoca la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen una única obra.

El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

¿Quiere saber más sobre el Premio [5]?

¿Quiere conocer sus bases [6]?

Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023

Cierre: 15 de mayo de 2024

Fallo: 22 de agosto de 2024

Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024

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Maternidad frente a hijidad

Publicado por lopeziglesias en En Cine | Sin comentarios

Teresa (María Vázquez), una mujer que ya hace algún tiempo dejó la juventud, cambia el plan organizado con su pareja para pasar juntos las vacaciones en Estados Unidos. El cambio obedece a una caída de Ani (Adriana Ozores), su madre, una mujer seca y decidida a la que el accidente sufrido le obliga a moverse durante un tiempo en una silla de ruedas.   

Madre e hija se verán obligadas a pasar juntas un verano, en todos los sentidos, sofocante. Allí, en el pueblo y en la casa de su infancia, Teresa no conseguirá ponerse de acuerdo con su madre ni en las cuestiones más triviales. Sin embargo, la forzada convivencia removerá emociones y sentimientos. Entre encontronazos y momentos reveladores una y otra repasarán sus miedos y silencios, los logros y fracasos que les han llevado al punto en el que sus vidas se han reencontrado.  

Dos mujeres que han elegido caminos aparentemente opuestos y que ahora se redescubren abocadas a compartir sus íntimas experiencias sobre el amor y la soledad.

Para Celia Rico, directora y guionista de esta apuesta aparentemente sencilla pero poderosa en su núcleo: “Los pequeños amores no es una película sobre la maternidad, tal vez lo sea sobre su reverso, la ‘hijidad’, si existiera esa palabra. Siempre me ha resultado curioso que no haya en nuestro vocabulario forma alguna de nombrar la condición de ser hijo, esa que, probablemente, sea la única que compartimos todos por imperativo y para siempre. Ser ‘siempre hija’ es el telón de fondo de esta historia, en la que he intentado navegar por la biografía emocional de una mujer en sus cuarenta y preguntarme sobre los modos posibles de sostener la vida y el amor a determinadas edades, cuando los padres se hacen mayores o ya no están, cuando los proyectos amorosos se desvanecen o no tienen como fin formar una familia».

Propuesta poderosa

«A algunas hijas sin hijos nos asusta la idea de envejecer solas, sin nadie que nos asista si nos lesionamos una pierna o la casa arde en llamas. Tener hijos tampoco es garantía de nada; no se les trae al mundo para conseguir el salvoconducto del amor y cuidados incondicionales. Sin embargo, ahí están. Y el retintín de una antigua cantinela sigue sonando como un eco procedente del viejo mundo: si no tienes descendencia, ¿quién va a cuidar de ti cuando seas mayor? No sé si hacer una película es la mejor forma de curar el espanto a esta pregunta, pero al menos es un respiro poderlo compartir y, tal vez, una forma de afrontar con más ternura la incertidumbre de lo que está por venir». ​

Licenciada en Comunicación Audiovisual y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Celia Rico inició su carrera con el cortometraje Luisa no está en casa, única representación española en La Biennale de Venecia en 2012 y ganador del Premio Gaudí a mejor cortometraje en 2013.

Viaje al cuarto de una madre, su ópera prima en el largo, se estrenó en 2018 en el Festival de San Sebastián donde logró la Mención Especial del Jurado, el Premio de la Juventud y el Premio Fedeora de la crítica. Además obtuvo cuatro premios Gaudí, un Feroz, cuatro premios Asecan, el Sant Jordi (RNE) y la nominación a mejor ópera prima iberoamericana en los Premios Platino.

En el terreno de la animación ha coescrito la serie infantil Mironins, estrenada también en formato largometraje, que logró la nominación a mejor película de animación en los Goya y se llevó el premio Gaudí en la misma categoría en 2021. También para público infantil ha publicado el libro Celia se aburre (Premio Boolino 2017).

Los pequeños amores

Dirección y guion: Celia Rico Clavellino

Intérpretes: María Vázquez, Adriana Ozores y Aimar Vega

Fotografía: Santiago Racaj

España / 2024 / 95 minutos

Distribución: BTeam Pictures

Óscar por la paz

Publicado por lopeziglesias en En Cine,Premios | Sin comentarios

Dirigida por Christopher Nolan, que logra así su segundo Óscar mientras que su esposa y productora Emma Thomas obtiene el primero, y protagonizada por Cillian Murphy -ambos fueron reconocidos con la figura dorada en sus respectivas categorías, el actor en su sexta colaboración con el realizador-, Oppenheimer logró otros cinco galardones en los apartados de montaje, dirección de fotografía, banda sonora y mejor actor de reparto, en la figura de Robert Downey Jr. Un apartado, el de intérpretes secundarios, en el que barrió en la cara femenina Da’Vine Joy Randolph por su participación en Los que se quedan.

Conducida por cuarta vez por un anodino Jimmy Kimmel, la ceremonia del Dolby Theatre de Los Ángeles tuvo su momento cumbre en la actuación de Ryan Gosling, que puso a bailar al patio de butacas al ritmo de I´m Just Ken, tema incluido en la banda sonora de Barbie, otra de cuyas propuestas, What Was I Made For?, interpretada por Billie Eilish, se llevó el premio a mejor canción original, único Óscar que recolectó el filme de Greta Gerwing.  

Pobres criaturas, el largometraje de Yorgos Lanthinos, se convirtió en el segundo más premiado al lograr, además del que señala a la mejor actriz protagonista, segunda estatuilla para una entregada Emma Stone, los de diseño de producción, vestuario y maquillaje y peluquería.

Las esperanzas españolas se quedaron en eso, ya que La sociedad de la nieve -multipremiada en los Goya-, nominada en el apartado de película internacional, tuvo que rendirse ante la inquietante La zona de interés [30], presentada por Reino Unido pero íntegramente hablada en alemán.

Tampoco logró el Óscar al mejor largometraje de animación Robot Dreams, del Pablo Berger pues, con El chico y la garza, el mítico Hayao Miyazaki repitió el premio logrado en 2002 con El viaje de Chihiro. España, pues, se fue de vacío.

Como se fueron otras propuestas que integran un apartado, el de olvidos, ¿olvidos?, que en algunos casos resultaron, cuando menos, clamorosos. Y el caso más llamativo es el de Los asesinos de la luna [31], el extraordinario film de Martin Scorsesse que no logró ni una mísera estatuilla. ¿Por qué? Los porqués se nos escapan pero dieron lugar al rictus amargo de Robert de Niro, que optaba a mejor actor de reparto, y al punto de decepción en el rostro de Lily Gladstone, que competía en la categoría de actriz protagonista tras haberse llevado el premio del Sindicato de Actores, que como se sabe es un prólogo casi siempre fiable de lo que más tarde se reconoce en los Óscar.

Y entre las olvidadas pero no olvidables Vidas pasadas [32], la cautivadora historia llena de verdad firmada por Celine Song, que optaba a mejor película y guion y que también se fue en blanco (misterios guarda la ciencia de los jurados).

En el ámbito de los guiones, los premios fueron para Anatomía de una caída, potente apuesta francesa para el apartado original, mientras el adaptado se le otorgó a la correcta American Fiction.

Y así fue transcurriendo una velada que, salvo momentos puntuales, no pasará a la historia por haber deslumbrado. En la parte final, un encorvado Al Pacino (el tiempo pasa para todos) comunicó el gran Óscar para Oppenheimer, cuestionada por algunos pues prácticamente no alude a las víctimas de los mortíferos artefactos que salieron de sus manos.

Momentos antes, y al recoger el premio al mejor documental para 20 días en Mariúpol, primer Óscar de la historia para Ucrania, su realizador, Mstyslav Chernov, comentó: «Probablemente soy el primer director en este escenario en decir que hubiera preferido no haber hecho nunca esta película si a cambio Rusia no hubiera atacado Ucrania y ocupado nuestras ciudades».  

Periodistas ucranianos que trabajaban para la agencia Associated Press lograron a lo largo de tres semanas las impactantes imágenes de un documental ya reconocido con el Pulitzer, el Bafta o el premio del público en el Festival de Sundance.

Mientras en los alrededores del Dolby Theatre los manifestantes exigían el alto el fuego en Gaza, en el interior del recinto resonaban las palabras de quienes apostaban por la paz, como el propio Cillian Murphy, que al agradecer su premio concluía: «Estamos viviendo en el mundo creado por Oppenheimer. Quiero dedicar esto a la gente que hace y lucha por la paz en cualquier parte».

Palmarés

– Mejor película: Oppenheimer

– Director: Christopher Nolan por Oppenheimer

– Actor principal: Cillian Murphy por Oppenheimer

– Actriz principal: Emma Stone por Pobres criaturas

– Guion original: Arthur Harari y Justine Triet por Anatomía de una caída

– Guion adaptado : Cord Jefferson por American Fiction

– Actor de reparto: Robert Downey Jr. por Oppenheimer

– Actriz de reparto: Da’Vine Joy Randolph por Los que se quedan

– Película internacional: Zona de interés, de Jonathan Grazer (Reino Unido)

– Película animada: El niño y la garza, de Hayao Miyazaki.

– Documental: 20 días en Mariúpol, de Mstyslav Chernov

– Diseño de producción: Pobres criaturas

– Montaje: Oppenheimer

– Fotografía: Oppenheimer

– Diseño de vestuario: Pobres criaturas

– Maquillaje y peluquería: Pobres criaturas

– Sonido: La zona de interés

– Banda sonora: Lugwig Göransson, por Oppenheimer

– Canción: What Was I Made For?, de Barbie

– Efectos especiales: Godzilla Minus One