El abogado y político español insiste en que cuanto más se manipula el lenguaje mayor es el deterioro de la democracia, cuya fortaleza radica en la transparencia, en la claridad y en la verdad. Sartorius hace una selección de los que para él son los más representativos procedentes de los ámbitos político, social y económico, y los dispone en forma de diccionario, cuyas entradas son en realidad pequeños ensayos certeros, críticos y no exentos de mordacidad y buen humor.

«He tenido el atrevimiento de intentar demostrar que esos conceptos tan imponentes, por los que multitud de personas se guían, incluso matan o mueren, significan en muchas ocasiones todo lo contrario, esto es, lo opuesto de lo que aparentemente expresan o comunican. Hace ya algunos años me puse a intentar revelar o esclarecer lo que había detrás o debajo de una serie de palabras o frases hechas que se repetían una y otra vez en los medios de comunicación o en las conversaciones habituales. A mí me parecía que el auténtico significado de esos vocablos o locuciones era el opuesto del que literalmente expresaban y, sin embargo, era admitido como si fuera veraz».

Al ampliar las razones que le llevaron a acometer el reto de este diccionario, Sartorius escribe: «En los años oscuros de la interminable dictadura del general Franco, cuando estudiaba en la Universidad de Madrid, fui tomando conciencia de que una de las esencias de aquel régimen político liberticida era la mentira sistemática, sin percatarme todavía de lo que aquello tenía de manipulación del lenguaje. Era en el fondo una forma de represión intelectual que tenía por finalidad impedir por todos los medios que se conociera la verdad o, por lo menos, enmascararla u oscurecerla y así lograr un cierto consenso de una parte de la población. Consenso que habían logrado por medio de la persistente repetición de la mentira los sistemas totalitarios de Mussolini y Hitler en Italia y Alemania, Stalin en la Unión Soviética, y algunas democracias en sus políticas de dominación colonial».

El lenguaje y sus efectos

Apelando a su experiencia como político, el autor declara que fue comprendiendo mejor con el tiempo algunas cuestiones referentes al uso del lenguaje y sus efectos. La primera fue que, en política, las palabras son «hechos», tienen su propia densidad «física» y sus efectos pueden ser beneficiosos o catastróficos. A lo largo de la historia, palabras habladas o escritas han provocado o impulsado guerras, matanzas, levantamientos, pronunciamientos o quiebras, pero también los hechos más positivos y las expresiones más extraordinarias de la mente humana.

El autor insiste en que no es verdad que, como vulgarmente se dice, las palabras se las lleva el viento. «Muy al contrario, son como rocas o piedras que pueden provocar auténticos aludes o sostener sólidas arquitecturas políticas. Existe, sin duda, un hilo invisible entre las palabras y la movilización de las conciencias que puede originar pequeños o grandes cambios. Por esa razón, quien controla la difusión, la transmisión o la comunicación de las palabras tiene un gran poder».

El lector sale de La manipulación del lenguaje con las ideas más claras y la convicción de la necesidad de que hoy, –como siempre pero acaso más que nunca–, las palabras, –lo que definen y expresan–, y eso que entendemos por verdad, –es decir, lo que no es abiertamente mentira–, por el bien de todos deben viajar de la mano. Porque, como apostilla el autor: «Una mentira, aunque se difunda mil veces, sigue siendo una mentira».

La manipulación del lenguaje
Breve diccionario de los engaños
Nicolas Sartorius
Espasa
280 páginas
17,90 euros