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La historia del cortometraje español

«Todo mi trabajo», prosigue el autor, uno de los especialistas del género en nuestro país, «va enfocado hacia la dignificación del cortometraje y, por tanto, de todo el colectivo implicado, ya que defendiendo a las futuras generaciones de cineastas impulsamos el crecimiento de nuestro cine. Un cine necesitado ya de la incorporación de autores que han demostrado en muchas de las películas realizadas en este formato que superan en calidad a su, erróneamente denominado, hermano mayor”.

Debate

En 1986 se promulga el Real Decreto 1257/1986, de 13 de junio, que promueve la obligatoriedad en España de exhibición de cortometrajes en todas las salas comerciales. En la actualidad, y como consecuencia directa de la derogación de dicha ley, los exhibidores no mantienen ningún compromiso con el metraje corto.

La realidad es que desde hace ya décadas se alimenta y crece el debate entre los que defienden la idoneidad de la sala de cine como espacio ideal de exhibición y los que creen y persiguen otros circuitos alternativos, especialmente en momentos como los actuales en los que, por diversos motivos y decisiones controvertidas, la crisis económica se está cebando en el sector.

Miradas en corto. Un lustro para la consolidación del cortometraje español constituye un documentado tratado que ubica la realidad del cortometraje español en los últimos cinco años, una etapa que se corresponde con la situación económica que soportamos.

Producción viva

En relación con la crisis, Juan Antonio Moreno puntualiza que a pesar de los recortes presupuestarios que amenazan la viabilidad de este formato y que han herido de muerte a algunos certámenes, la producción de cortos sigue viva gracias al romántico tesón de algunos productores y a la profesionalidad de algunas distribuidoras que han abaratado costes y mejorado la gestión, “demostrando cada día una eficacia y una eficiencia admirables”.

Durante estos últimos cinco años se ha asentado un interesante sistema de distribución que ha propiciado un avance considerable en la difusión del cortometraje, abaratando costes y, sobre todo, agilizando los trámites para la inscripción en los festivales. También se resalta el papel de las comunidades autónomas implicadas en la promoción del cortometraje, que siguen apostando por unas redes de distribución imprescindibles.

A pesar del momento y aunque su número sigue siendo marcadamente insuficiente, en el último lustro han mejorado los espacios de exhibición y algunos medios de comunicación han puesto en marcha iniciativas que se acercan a los cineastas que experimentan en este formato.

Cambio en el consumo

Del consumo colectivo se ha pasado al individualizado y han aflorado nuevas plataformas de exhibición en las redes sociales que integran otras formas de cine, -experimental, independiente o de bajo coste-, vitales para su difusión. “Las redes sociales impulsan el acceso mayoritario de las piezas. La revolución digital permite la democratización de un género que se regenera constantemente”.

Por otra parte, la aparición de la Coordinadora del Cortometraje Español y de El Visor del Cortometraje son signos que evidencian la toma de conciencia sobre la necesidad de lograr mejoras en ámbitos como la producción, la distribución y la exhibición. “En este periodo de convulsión en el que se mueve la sociedad, y especialmente el mundo de la cultura y por añadidura el séptimo arte, resultan muy gratificantes espacios abiertos donde la reflexión conjunta intenta propulsar ideas que permitan una absoluta dignificación del cortometraje”.

Críticas

Otro de los grandes bloques del libro traza un completo recorrido por los cortos más destacados del lustro. Este apartado incorpora también las críticas de 72 cortometrajes y 12 consideradas “joyas rescatadas”, entre las que se incluyen “piezas imprescindibles que deben ser reivindicadas en la historia del cortometraje nacional”.

En definitiva y a pesar de los nubarrones que se ciernen sobre el sector, el análisis de Miradas en corto. Un lustro para la consolidación del cortometraje español transpira un estimulante optimismo y deja muy claro que el cortometraje es necesario como bastión de libertad, de experimentación y de aprendizaje.

Como concluye José Antonio Moreno: “Hay que reivindicar el impacto cultural de este género, origen del cinematógrafo y absolutamente imprescindible para enriquecer el conjunto de nuestro cine”.

Miradas [1]

 

 

Miradas en corto. Un lustro para la consolidación del cortometraje español
Juan Antonio Moreno
Editorial Tal Vez
432 páginas