Dell Parsons tiene quince años cuando sucede algo que marcará para siempre su vida: sus padres roban un banco y son detenidos. Su mundo y el de su hermana gemela Berner se desmorona. Con los padres en la cárcel, Berner decide huir de la casa familiar en Montana y desaparece de la vida de Dell, al que un amigo de la familia ayudará a cruzar la frontera canadiense con la esperanza de que allí pueda reiniciar su vida.

En Canadá se hará cargo de él Arthur Remlinger, un americano enigmático cuya frialdad oculta un carácter sombrío y violento. Y en ese nuevo entorno, Dell reconducirá su existencia y se enfrentará al mundo de los adultos.

Como ha explicado el propio Ford, Canadá comenzó a cartografiarse en 1989 y no comenzó a fraguar en el texto definitivo hasta bien entrado el 2008. En esos casi diez años fue almacenando notas, frases e ideas que han culminado en la historia de Dell, el muchacho que, como el escritor relata, traspasa tres fronteras: “La que franquea la edad adulta, la frontera física de Canadá y la frágil separación entre la normalidad y la desviación”.

Primer párrafo

“Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en las sendas que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no se contase esto antes de nada”.

Ese es el párrafo que abre la novela. Desde las líneas primeras, Ford desvela la trama de su libro. Con un conocimiento portentoso de lo que supone pautar, de menos a más, el interés de un texto, el escritor va arrancando “capas de cebolla” de modo que el lector va integrándose en la historia sin posibilidad alguna de cerrar el libro y abandonar lo que Dell nos cuenta.

Porque es la voz del protagonista la que escuchamos. Aquel adolescente viró a adulto y desde la experiencia vivida nos relata toda su epopeya. De fondo, y como fuentes de información que van engrosando su relato, el eco de lo que la hermana le contó y unos textos que la madre escribió en la cárcel en la que cumplía condena.

Una parte del otro

“Uno no conoce más que una parte del otro”, señala el protagonista en un trance emblemático de la historia. En esa frase se resume buena parte de lo que gravita sobre el conjunto de lo relatado.

Porque Canadá tiene, en su tuétano, perspectivas diversas. Cabe preguntarse, por ejemplo, si un gran error en la vida viene siempre precedido, o no, de una sucesión de pequeños fallos. Si el destino marca o no sus cartas independientemente de lo que quien participa en el juego dispone. Si para delinquir es precisa cierta predisposición psicológica que, al tiempo, puede justificar la comisión del delito. Si, como seres humanos, realizamos actos que no se corresponden con nuestra visión del bien y del mal movidos por situaciones ante las que no tenemos capacidad de respuesta. Si…

Interpretaciones diversas para un libro capital que posibilita, como todas las obras realmente grandes, diferentes lecturas. Cualquiera de ellas engancha en esta cautivadora crónica sobre el desarraigo, la pérdida de la inocencia, el peso del entorno y de los lazos familiares y el camino, a menudo largo y tortuoso, que la adolescencia debe recorrer para alcanzar la madurez.

Con Canadá, Richard Ford (1944, Jackson, Mississippi) publica su séptima novela. Antes vieron la luz Un trozo de mi corazón, La última oportunidad, Incendios y la trilogía protagonizada por Frank Bascombe El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias. Es autor además de los libros de relatos Rock Springs, De mujeres con hombres y Pecados sin cuento, y el sentido texto memorialístico Mi madre.


PlantALBA.qxd

 

Canadá

Richard Ford

Traducción de Jesús Zulaika

Anagrama

512 páginas

24,90 euros