¿Qué quiere ser Sentimentales?

Una novela que nace de la sensación que se puede tener al oír música clásica. Una sensación de perplejidad, pues sientes que te roban algo que no sabes lo que es y quieres averiguar. Quieres salir de la inexplicable desazón que te produce el hecho de entrar en la música.

¿A qué música y a qué músicos nos referimos?

En este caso hablamos de tres partes. En la primera están músicos que pudiéramos calificar de habituales, como Tchaikovsky o Falla. En la segunda nos referimos a Schubert y en la tercera hablamos de gente que está esperando que entre Schubert en sus casas. Por eso la novela está deliberadamente fuera de tiempo y fuera de horario. Todo esto ocurre en una provincia que puede tener relación con España.

¿Qué es la música para Manuel Longares?

Es algo que provoca ese sentimiento de desazón y de extrema belleza que a veces cuesta acomodar en uno mismo. Sobre todo porque no sabes cómo una materia tan abstracta puede producir unas sensaciones tan concretas y tan desequilibrantes. A mí la música me parece un milagro. Y lo digo porque no sabes cuál es el mecanismo que te lleva a experimentar todo eso que te convierte en indefenso. Cuando escuchas música puedes no prestar atención pero de pronto hay momentos que te dejan en carne viva.

Sostiene usted que la exacerbación del sentimiento coloca al ser humano a una situación de vulnerabilidad. ¿Es así?

Por supuesto que sí. Estamos indefensos. No estamos construidos de manera que podamos resistir estas acometidas. Nos entregamos y perdemos. Ese es en cierto modo el mensaje negativo de esta novela. Un sentimental es un ser pernicioso para las familias y para las naciones. Un sentimental que no está controlado es un peligro. Tenemos que entregarnos a lo sentimental pero sin perder la cabeza porque en el momento en el que la perdemos podemos convertirnos en criminales.

¿En cada creador hay un ser que ha perdido la cabeza?

La creación supone eso. Supone un desvarío. Crear es estar flotando sobre tu propia creación. Sobre aquello que estás creando y eso te hace perder idea del tiempo y del espacio. Para relacionarte con los demás tienes que recuperar el sentido de las cosas. Se crea en un estado de irracionalidad. Pero no se puede permanecer en un estado de creación permanente porque no se puede vivir en un continuo desvarío.

¿El peligro puede tener una perspectiva positiva?

Sí, pero no puedes dejarte llevar por la extravagancia. Hay un momento en que hay que cortar con esa sensación. Ese momento puede ser un aterrizaje muy calmoso y muy suave pero tienes que hacerlo, que echar pie a tierra porque, de lo contrario, te conviertes en un auténtico desvariado. A eso me refiero al insistir en la necesidad de encarar la realidad.

¿Es consciente Manuel Longares que libro a libro para muchos lectores se ha convertido en un autor de culto?

Bueno, si fuera así, en mi caso eso se lleva entre mal y bien. Evidentemente supone un prestigio y eso siempre es grato. Por otra parte piensas que el destino de la literatura es ese. Que si te dedicas a hacer literatura y no basura puede que termines siendo un autor considerado. La literatura tiene eso, que no llega a todo el mundo sino a unos pocos y esos se convierten en incondicionales. De esa forma se crea una familia de desarraigados que siguen las directrices de la literatura y así nos va. El que hace literatura y se mete en ese mundo y lo respeta y lo cultiva, no para ganar dinero porque aquí el dinero no existe, es susceptible de recibir esos favores verbales, como ser considerado autor de culto y ese tipo de cosas.

Usted también se significa como lector. ¿A quién lee hoy Longares?

Ahora estoy leyendo La arquitectura sobre ruinas, una novela muy interesante de Miguel Ángel Zapata. Dicho eso, me interesa todo lo que tenga sello literario. No entra en mis cálculos la literatura basada en un lenguaje pobre que no quiere enriquecerse y servir a la propia literatura. No entiendo tampoco los libros de no ficción. Para mi la literatura es ficción y todo lo que sea ficción y lenguaje me interesa. Pretender sacar de la literatura lo verdadero y no lo verosímil me parece un gran error. No quiero buscar la verdad en lo que escribo, sino lo verosímil. La verdad sería lo real y lo verosímil lo creíble a través del mecanismo del lenguaje, que es lo que crea la ilusión y la magia de aceptar una realidad diferente.

Ha escrito usted novela, relato, ensayo… ¿En qué género se siente más escritor?

Como reto literario me gusta el relato breve, el cuento, porque me parece lo más difícil. Me gusta encarar ese riesgo. Para una novela hace falta estar descansado porque vas a tener una carrera de uno o más años. El relato puede no llevarte menos tiempo, pero para una fórmula más reducida, más estrecha. Es un reto y me gusta ese riesgo.

¿Se plantea cada libro como una nueva aventura o, independientemente del tema, mantiene una técnica similar para cada obra?

Cada libro es una aventura, aunque te lo plantees de la misma manera. Tienes que adoptar una marca en función de la obra que vas a acometer ya desde las primeras líneas. No puedes sumirte en vacilaciones porque entonces dispersas lo que quieres contar. Tienes que ser firme en el lenguaje desde el principio. Eso se consigue a base de corregir mucho. Tratas de hacer algo original en la medida de lo posible pero sin ser premeditadamente original porque entonces la cosa no sale o sale impostada. Hacer una cosa limpia. Tendrás lectores o no tendrás ni un puto lector, pero a quien te lea tienes que ofrecerle algo que a ti te parezca lo más depurado que has logrado. En ese sentido considero que la poesía es mucha tela. Un género realmente sublime.

SentimentalesUsted ha manifestado sentirse un escritor poco comercial, pero véndanos su último libro. ¿Por qué acercarse a Sentimentales?

Creo que el lector acaso pueda sentirse en el mundo de la literatura. Estar entre inseguridades, entre palabras que pueden resultarle hermosas. En medio de fallos, que seguro que los tiene, ser espectador de una historia infrecuente que le llegue al corazón.

¿En qué está en este momento?

Pues afrontando un reto de relatos, cuentos sobre Madrid. Como una especie de composición por teselas sobre esta gran ciudad.

(Tras la conversación, Longares guiado por su cálida, permanente afabilidad, acompaña al entrevistador a la salida. Cuando la puerta se cierra queda en el aire la certeza de que nos ha despedido un maestro, uno de esos elegidos que logran que, para tantos, la literatura sea un refugio).