Vida intensa cuyo rastro se pierde en 1958 en España en donde murió en circunstancias muy poco claras. Desde aquellos confusos momentos comenzó a levantarse un muro de misterio en torno a una de las biografías más peculiares de la intelectualidad europea del pasado siglo.

Artista de proyección

Había nacido en Carlisle, Inglaterra, en 1906. Pasó infancia y primera juventud en Sudáfrica de donde regresó a Gran Bretaña a finales de los años veinte. Ya en Londres se centra en la pintura, expone en algunas de las más importantes galerías de la ciudad y se convierte en uno de los jóvenes artistas británicos con mayor proyección.

En 1927 se casó con Elizabeth Dorothea Robertson, con quien tendría dos hijos, y de quien se acabaría divorciando. Según cita textual de un informe de los servicios secretos británicos fechado en 1932, ésta «le dejó bien claro que tendría que elegir entre ella y el comunismo. Él eligió el comunismo y ahora viven separados».

Los servicios de contraespionaje de su país, el famoso MI5, seguían muy de cerca los movimientos de un Slater que, tras pasar temporadas en Berlín, París y Moscú involucrado en actividades clandestinas muy probablemente a las órdenes del Kremlin, regresa a su país para intervenir en mítines de apoyo a comités de huelguistas, escribir artículos, y protagonizar, en mayo de 1933 en Londres, un significativo ataque contra la figura de cera de Adolf Hitler en el museo de Madame Tussaud.

España

Tras el estallido de la Guerra Civil, Slater se embarca en la aventura española uniendo su voz a la de quienes, como Malraux, Dos Passos, Orwell, Auden, Hemingway, Octavio Paz, Neruda o Vallejo denuncian el linchamiento de un país partido en dos en el que, como Arthur Koestler escribió, “otras guerras consisten en una sucesión de batallas; la de España es una sucesión de tragedias”.

Slater envía crónicas de la contienda, se integra en las Brigadas Internacionales y llega a obtener el grado de capitán al mando de la batería antitanques británica que participa en las batallas del Jarama, Quinto, Belchite y Fuentes de Ebro, hasta que abandona el país con los últimos brigadistas en noviembre de 1938.

Los informes del MI5 dan cuenta de su actividad frenética en nuestro país y de sus contactos con destacadas figuras del comunismo español. Todo ello no impide que en 1941 sea expulsado del Partido Comunista Británico por su negativa a discutir sus diferencias políticas con la organización y acatar las directrices de ésta.

Para entonces, estaba integrado en la Osterley Park Training School for Home Guards, una organización de voluntarios creada para formar a un grupo de reservistas destinados a liderar la resistencia en caso de que Gran Bretaña fuera invadida por los nazis, en la que Slater se encargó de transmitir las tácticas guerrilleras que había aprendido en España.

Un grupo en el que llegaron a participar personalidades como el pintor surrealista Roland Penrose y que fue disuelto después de que por la academia pasaran más de cinco mil voluntarios, muchos de ellos trotskistas confesos. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Slater fundó, junto con George Orwell, la revista de corta vida Polemics, en la que colaboraron escritores de la talla de Orwell, Henry Miller, Bertrand Rusell, A.J. Ayer o Stephen Spender.

Obra literaria

Es en esa época ve la luz su primera novela, Los herejes (1947), una breve y lúcida reflexión sobre los fanatismos que conduce al lector por épocas históricas que van desde la Edad Media en el sur de Francia durante la persecución de los albigenses, hasta la Guerra Civil española, y en la que llega a trazar paralelismos entre el fanatismo religioso de la Inquisición y el de los estalinistas.

El éxito de la obra hizo que un año después diera a la imprenta El conspirador, la historia de una joven de diecisiete años que se casa con un oficial en activo de la Guardia de Granaderos de Su Majestad para descubrir que milita en el partido comunista y proporciona información militar a los soviéticos. La acogida de esta magnífica obra tuvo tal repercusión que rápidamente fue adaptada al cine, en una versión que en español se tituló El traidor (1949), protagonizada por las estrellas del momento Robert y Elizabeth Taylor.

Tras estos dos títulos, Slater aún publicaría tres novelas más: Three among Mountains, The Malefactor (que en su edición estadounidense se llamó Soldiers Three) y Calypso, convirtiéndose en un referente de la intelectualidad londinense, frecuentando los círculos de Cyril Conolly, Angus Wilson, Philip Toynbee, Francis Bacon, Lucian Freud y Donald MacLean.

Los herejes y El conspirador por fin en nuestro idioma. Acertadísimo rescate. Oportunidad de recuperar la obra y la figura de un personaje que encarna como pocos las contradicciones de una de las épocas más complicadas vividas en la Europa contemporánea, la que surge con el ascenso de los fascismos y culmina en el nacimiento de la Guerra Fría. Democracias amenazadas por formas diversas de totalitarismo. Un mundo en el que ir por libre y mantener pensamiento y criterios propios constituía a menudo una de las actividades más arriesgadas.

Humphrey Slater nunca se amilanó ante el riesgo. Regresó a España con la intención de redactar sus memorias. No llegó a cumplirlo. En 1958, sin que hasta el momento se hayan esclarecido ni el lugar ni las circunstancias de su desaparición, falleció. Desde ese momento y durante décadas cayó sobre su obra y su figura un manto de silencio.

Ninguna de sus obras volvió, ni en su país ni en ningún otro, a ser reeditada. Hora es de que por encima de cualquier otra consideración el “misterio Slater” sea desvelado. La lectura de las dos obras mencionadas puede ser un espléndido reencuentro.

Los herejes
El conspirador

Humphrey Slater
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores