En esas estábamos cuando alguien aludió, acaso para contrarrestar la imagen facilona del sol libando plomo, a la niebla, a la lluvia, al frío… y casi sin buscarlo nos salió al encuentro la frase con la que se abre Vida y destino, una joya (en el estricto sentido de la palabra) en la que refugiarnos (hablamos de más de mil páginas en las que ni una línea está de más).

“La niebla cubría la tierra”. Comienza así el libro en el que el escritor y periodista ruso Vasili Grossman tomando como eje la batalla de Stalingrado describe la aberración del nazismo y el terror de la Rusia estalinista, la sinrazón y los horrores de la guerra y la existencia cotidiana en la torturada retaguardia. Paseo por la muerte y por la vida, por la miseria y por la grandeza, por la crueldad más atroz y por la entrega más solidaria que, al tiempo, pueden llegar a albergar el alma humana.

A la altura de Guerra y Paz o Doctor Zhivago

Libro de culto que desde su inicial y azarosa publicación en 1980, dieciséis años después de la muerte de su autor, ha sido unánimemente considerado como uno de los más deslumbrantes milagros literarios del siglo XX. Un lujo (que recientemente se ha traducido por vez primera directamente de su lengua original al español) para quienes aún creen en la literatura como método de conocimiento y trasformación social.

Críticos y lectores se preguntan dónde radica la inmensa grandeza de este libro que ha sido catalogado como el Guerra y paz de la Segunda Guerra Mundial y comparado con Doctor Zhivago y Los demonios. La respuesta no es fácil. Acaso en que consigue conmover y perturbar desde la primera de sus líneas. Acaso por la común idea de que a través de sus páginas la historia sale de los libros para colarse en la vida de las personas. Acaso, como alguien dejó escrito, porque están en ellas contenidos todos los seres humanos, todos los sentimientos. Acaso porque es al tiempo una novela de guerra y una saga familiar y una novela política y un libro sobre el amor. Acaso porque es todo eso y mucho más.

Estamos ante más de mil páginas por las que pululan casi dos centenares de personajes. El autor se vale del marco inicial de la batalla de Stalingrado, en donde el ejército nazi y las tropas soviéticas escribieron algunas de las páginas más sangrientas de la historia, para mostrarnos que la realidad también está hecha de pequeños retazos de la vida de la gente que lucha por sobrevivir al terror de los regímenes totalitarios y al horror del extermino en los campos de concentración. Seres humanos que aún en las situaciones más adversas no pierden su capacidad de sentir y amar.

Avatares

Para suerte de todos, en ocasiones la historia y la literatura recuperan a sus protagonistas para mostrarnos que el olvido es un destino provisional.

Grossman inició Vida y destino a principios de los años 50 del pasado siglo, tardó en completarla más de diez años y uno después de haberla terminado los funcionarios de la KGB saquearon su vivienda, confiscaron todas las copias del manuscrito y hasta le arrebataron su máquina de escribir. Grossman moriría, condenado al ostracismo, en 1964 en Moscú sin tener noticia alguna de su obra y, en el fondo, convencido de que se había perdido para siempre.

Pero quiso el destino que una copia que le había regalado a un amigo y que éste escondió entre unos abrigos y colgó en una percha de una apartada casa en el campo pudiese ser pasada en microfilms a Suiza en dónde se publicó en 1980. Desde el momento mismo de su aparición, Vida y destino dejó claro que Grossman apostó la vida y la obra y las perdió para que nosotros, como lectores y como personas, ganáramos.

Lectura absoluta y radicalmente imprescindible. El fin del verano agradecerá que nos adentremos en esos conmovedores destinos, en estas vidas desgarradas. ¡No se lo pierdan!

 

Vida y destino
Vasili Grossman
Galaxia Gutenberg/Cículo de Lectores