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Paula Bonet reivindica a la mujer

A través de la imagen, la artista ha querido hacer visible la presencia femenina en la literatura: “Cuando empecé a trabajar me di cuenta de que las figuras masculinas anulaban por completo a las mujeres y decidí cambiar el enfoque: la protagonista tenía que ser una que diera voz a muchas en este contexto en el que las mujeres seguimos estando mudas y somos invisibilizadas”. Así, a través de referencias gráficas a poetas como Sara Herrera Peralta, Louise Bourgeois, Elena Medel o Violeta Parra, entre otras muchas, ha tejido una imagen compleja llena de símbolos e interpretaciones.

«El cartel viene a denunciar cómo hemos sido silenciadas. Me da pena que en los libros que metía en la mochila para ir al colegio no había nombres de mujeres y me produce un gran dolor haber llegado a los referentes literarios femeninos pasados los 30 años», recuerda Bonet. «Intento con este cartel hablar de cómo la mujer debe dejar de ser objeto, tiene que empezar a narrarse para ser sujeto».

Por esta razón la imagen de la nueva edición es polisémica y en su mensaje incluye alusiones a diferentes autoras de cuyo trabajo poético Bonet saca símbolos que dan voz a las mujeres. La figura principal, la cabeza de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, está realizada con la técnica del grabado al aguafuerte estampado con monotipia, mientras que el resto de imágenes, que reflejan elementos distintivos de la poesía de varias escritoras, son dibujos a línea hechos con tinta china.

El cartel según su autora

«El primer dibujo es un lirio, homenaje a los Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla de Sara Herrera Peralta: la mujer protagonista (que también es escritora, la nigeriana Chimamanda Ngozi) vomita lirios al igual que la andaluza los vomita en uno de sus poemas. Y con los lirios y la tinta china empiezo a tejer, como Louise Bourgeois, en blancos y amarillos, una trama que cubre la cabeza de la nigeriana. Las alusiones a la tierra y a la vida del Cuaderno de campo de María Sánchez dibujan esa cabeza de vaca que asoma por la izquierda (pero podrían haber dibujado espigas, placentas de vaca o pájaros). Las manos arrugadas de debajo del animal nos llevan hasta el trabajo de Sofía Castañón son las manos de su abuela. Las manos de bebé son las de Luna Miguel, que se han frotado fuerte con agua después de masturbarse. El cuervo sale volando de un poema de Elena Medel. Un gorrión lo hace de uno de Emily Dickinson. Leemos a mujeres y nos encontramos con piedras (Luci Romero), almejas (Anne Sexton), gárgolas (Míriam Cano), orquídeas (Rossetti) o casas vacías y silenciosas (Anna Ajmatova). Hay mujeres que mientras escriben sienten que son un volcán (Estel Solé), y otras que, como los tulipanes, se adaptan como mejor pueden a los acontecimientos que les depara la vida (María Leach). Gabriela Mistral canta a los montes y los ríos de Chile, y Violeta Parra lo hace a la vida y a todo lo que esta le ha dado. Faltan muchas. Pero con su trabajo dan voz a todas».

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