Escribe con el mismo arrobo imparable de los temporales que enfrenta, con la urgencia de quien sabe que ante la injusticia el silencio es un cómplice imperdonable. Poco después tiene un largo poema dividido en 29 unidades que lee aquí y allí y que después olvida durante más de veinte años. La poesía, para Parra, sería un taladro en la realidad o no sería.

Sólo en el año de su centenario se recupera y publica por primera vez Temporal, tras la labor de edición de la Universidad Diego Portales y una historia en la que el texto parece un fantasma huidizo e incorpóreo; de hecho, sólo fue la voz de Nicanor Parra la que se guardó recitando Temporal en una de las cintas que grabó su amigo René de Costa cuando invitó al poeta a la Universidad de Chicago, en la que era catedrático. «Se me ocurrió grabar nuestras conversaciones, que quedaron archivadas en 12 cintas. En una de las sesiones, Parra sacó un manuscrito inédito y lo leyó a modo de arenga, imitando a un predicador».

Ese manuscrito era Temporal, el poema que muchos han considerado uno de los textos más políticos, si cabe, de Parra, escrito a disparos de una cámara fotográfica que el poeta decía utilizar para dar testimonio del mundo. De hecho, tal y como apuntaron Matías Rivas, Ignacio Echevarría y Niall Binns en el acto de presentación que tuvo lugar hace unos días en el Círculo de Bellas Artes, el poema parece transcribir todo lo que flotó en el aire en aquellos meses turbulentos, es un palimpsesto donde están las trazas de las voces del afuera: lo que se decía en la calle, los rumores silenciados, los titulares de los periódicos, las notas de comunicados del gobierno…

Todo lo recoge un poeta que admiraba al novelista precisamente por ser “hombre de ciencia” –analista concienzudo del individuo y de la sociedad- y repudiaba el subjetivismo ególatra y engolado de los poetas para los que la palabra sólo es una forma de dignificarse a sí mismos. Parra quiere hacer del poema una imagen de la fauna microbiana del mundo, quiere ser “la conciencia de la tribu”, y para ello elige caminos que no siempre resultan fáciles: por un lado, el humor (tan infrecuente, salvo contadas excepciones, en la poesía española de los últimos siglos) que todo lo cuestiona y pone en evidencia a través de la ironía; por otro, la falta de adscripción política clara en una obra que es, no obstante, tremendamente política.

Con ninguno de los bandos

Esto último le ha valido a Parra no pocas críticas por parte de los que gustan del maniqueísmo panfletario y ven, por ejemplo, en el hecho de que no enarbole el estandarte de los partidos de izquierdas un sospechoso coqueteo con la derecha. En fin. Parra les manda repetidamente al carajo con la carcajada de sus poemas y consigue lo verdaderamente difícil: crear una obra política que se resiste a ser encajada políticamente, tratar de ser la voz de la tribu al tiempo que escribe: “yo no me identifico para nada con ninguno de los bandos en pugna”.

En Temporal encontramos esa crítica abierta cifrada en versos cuya aparente sencillez disfraza una absoluta precisión métrica, lo que, según comentó Rivas es el resultado del cincel del poeta pero también de una escucha atenta de la prosodia de la propia lengua que se habla en la calle.

Esa voz de la calle afinada en la voz del poeta se grabó y se guardó en un cajón durante largos años, hasta que de Costa mandó las cintas a Adán Méndez, responsable de las Obras Completas de Nicanor Parra en Galaxia Gutenberg, y éste las transcribió para dar a luz dos tomos: Conversaciones con Parra y Temporal, que empieza ahora a ser distribuida en España y que Parra recuerda como uno de los trabajos más importantes que escribió durante la dictadura chilena: versos furiosos que recordaban que, como el temporal parece maldición divina, la política puede ser maldición entre los hombres

 


Nicanor Parra. TemporalTemporal
Nicanor Parra
Ediciones UDP
64 páginas
$5.000 / us$10

 

 

Poemas de Temporal

Inundaciones

El invierno de 1987

Es el más crudo de la historia de Chile

Según informe de última hora

280 milímetros en menos de una semana

Vientos huracanados

A más de 100 kilómetros por hora

Árboles arrancados de raíz

Innumerables familias sin techo

La carretera panamericana

Interrumpida en cuatro o cinco puntos

Y cantidad de víctimas fatales.

 

Ofrezco la palabra

¿Por qué los puentes viejos / Duran más que los nuevos? / ¿Por qué los barrios bajos / Sufren

más que los altos?

Ofrezco la palabra

¿Por qué los pobres diablos / No reciben un peso? / Todo desaparece en el camino

Los coroneles tienen la palabra

¿Por qué razón oscura / Que la mente no capta / Siguen robándole metros al río? / ¿Para instalar escuelas y hospitales?

¡Hablen! estamos en un país democrático / ¿Quién autoriza? / ¿Quién hace la vista gorda? / Nadie ¿verdad?

En último término: / ¿Quién paga los vidrios rotos? / ¿El Club La Unión? / ¿El Parque del Recuerdo?

Ofrezco la palabra

Los comunistas tienen la palabra / Los extremistas tienen la palabra / Sursum corda / Los degollados tienen la palabra

 

En defensa propia

Algunos dicen que es

El indomable espíritu mapuche

Quien se expresa a través de mis actos

Esa es una soberana mentira

Yo no me identifico para nada

Con ninguno de los bandos en pugna

Soy un humilde estero nada más

Un arroyo pacífico

Turbio por fuera pero cristalino por dentro

No me gusta enemistarme con nadie

Por enormes que sean las ofensas

Acepto la basura

Toda la ñoña de la población en silencio

De cuando en vez eso sí

Me disfrazo de río caudaloso

Para asustar a los asustadizos

Entonces es el rechinar de dientes

En mi sagrado derecho que estoy me parece

De reclamar lo que siempre fue mío

¿O no, dicen ustedes?

 

Miren

Otra vez se puso a llover

Esto parece tomadura de pelo

Nunca se había visto nada igual:

Una avioneta amarrada a un sauce

Para que no la arrastre la corriente

Moraleja:

No sólo sufren los seres humanos

Incluidos en ellos

Los animales domésticos

Hasta las propias máquinas se quejan

Un teléfono por ejemplo

Declaró que pensaba suicidarse

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