Tras apuntar que el material manejado lo había ido acumulando a lo largo de décadas, Preston ha comentado que el libro es producto de un encargo editorial, «aunque en realidad la biografía la tenía hecha y sólo faltaba darle forma. Lo que me encontré al revisar la documentación no era lo que esperaba».

Reinventar el pasado

De ese encuentro con los datos, añade el hispanista, se desprende que Carrillo atesoraba grandes cualidades, «como enorme capacidad de trabajo y aguante, destreza para la oratoria y la escritura, inteligencia y astucia. Pero…», –y esos peros albergan una durísima capacidad desmitificadora–, «la honestidad y la lealtad no figuraban entre sus virtudes». Hasta el punto de que Preston no duda en comparar a Carrillo con Franco «a la hora de reinventar su pasado y desplegar crueldad». Casi nada.

En relación con la matanza de entre 2.000 y 2.500 presos en Paracuellos del Jarama durante la Guerra Civil, cuando Carrillo era responsable de seguridad en Madrid, un suceso cuyo eco le perseguiría a lo largo de toda su existencia, el historiador no se alinea ni con los que culpan ni con los que justifican al político español: «La autorización, la organización y la materialización de lo sucedido a los prisioneros involucró a muchas personas. Sin embargo, el puesto de Carrillo como consejero de Orden Público, sumado a su posterior relevancia como secretario general del Partido Comunista, supuso que le fuera achacada toda la responsabilidad de las muertes. Eso es absurdo, pero tampoco significa que estuviese libre de toda responsabilidad».

En relación con la Transición española, el papel de Carrillo, siempre según Paul Preston, estuvo marcado por el objetivo de mantener al PCE en la toma de decisiones aunque, concluye, «su manera de dirigir siempre fue autoritaria, imponiendo y no explicando». Lo dicho: demoledor.

 

El zorro rojo

Paul Preston

Debate

416 páginas