Para los habitantes de Mojácar y los miles de españoles y extranjeros que visitan cada año sus playas y calas, desde el alfoz de Marina de la Torre hasta la rambla de la Granatilla, pasando por La Rumina, El Cantal, Las Ventanicas, Macenas, Bordenares y El Sombrerico, Aku-Aku es el espíritu protector de la buena mesa y de la buena música, de los “cuentakuentos” y del cine de verano, el espíritu purificador de los “malos rollos” cotidianos. Y es que el Aku-Aku no solo está impregnado de la buena sombra de sus dos ficus gigantes, sino también de la que desprende el espíritu de María Salinas (“María la del Aku”) y su animoso equipo, para quienes parece haberse creado la palabra entusiasmo (entheos: dios interior).

IMG-20151107-WA0003Cada tarde, de jueves a domingo, cuando el sol busca refugio detrás de los cerros de Sierra Cabrera con la misma determinación que las raíces del barrón exploran la profundidad de los arenales, el aire se va desnudando del jolgorio del día hasta quedarse en silencio. A esa hora de las entreluces, van desapareciendo el sin fin de parasoles y chambaos que sembraban la orilla como un interminable palmeral, el viento ya no escarola la superficie del agua y solo se escucha la mansa embestida de las olas sobre la arena de la playa.

Transformación insólita

Por el arte de birlibirloque, que es la versión española de las “metamorfosis” de Harry Houdini, las “sombras chinescas” de Fu-Manchú o los trucos de ilusionismo extremo de David Copperfield, el Aku-Aku sufre una transformación insólita: los aromas de los exquisitos arroces servidos al mediodía (arroz con puerros y gamba roja de Almería, con sepia y col, con bogavante y morcilla, con conejo y caracoles…) se van convirtiendo en sabores rockeros, salseros, flamencos o jazzísticos, que los músicos van degustando en el escenario para que, cuando lleguen las once en punto de la noche, puedan ofrecer los platos más ricos de cada carta musical, procurando que, como en el decir machadiano, “las coplas/ vayan al pueblo a parar/ aunque dejen de ser tuyas/ para ser de los demás”.

Un ritual parecido tiene lugar los martes con los preparativos de la película de cine, con objeto de que el espectador, al llegar la noche, pueda intercambiar miradas con las estrellas de la pantalla y con las del firmamento (hay quien asegura que alguna noche de San Lorenzo ha observado cómo Sugar Kane, la más rubia de las perseidas, atravesaba el firmamento de un lado a otro, con faldas y a lo loco). Y este mágico abracadabra vuelve a repetirse en las noches que la luna platea las aguas de Thalassa y Ulises, que sigue navegando por este mar azulísimo, se acerca hasta la barra del bar a ver si está Penélope y dedicarle los mejores versos, cuentos y relatos de viaje que el hombre ha escrito desde que Homero, para poder contar la Odisea, lo enseñara a navegar.

Jazzistas de categoría

18157354_1293061824123494_215686325346418938_nEn lo que a la música se refiere, desde hace unos años el Aku-Aku ha tomado el relevo de los míticos Congo, de los años sesenta y setenta, y Tito’s, de los años ochenta y noventa. Por su escenario han pasado jazzistas de la categoría de Jorge Pardo, Carles Benavent, Dino di Geraldo, Vicent Benedetti…, unas veces actuando por separado y, otras veces, ofreciendo conciertos colectivos irrepetibles. Y otro tanto se puede decir de artistas flamencos de primer nivel, como Pepe Habichuela, Josemi Carmona, Tomatito, Tomasito, Niño Josele, Leo de Aurora… Otros nombres, como los de Pedro Ruy Blas, Javier Ruibal, Lin Cortés, Jerónimo Maya, La Negra, Mario Diaz…, han hecho de las noches del Aku-Aku uno de los grandes referentes musicales de la costa mediterránea.

Los momentos inolvidables del Aku-Aku se han repetido a lo largo de este mes de julio con actuaciones como las del gustoso grupo Cosmosoul, el prometedor José del Tomate y la estupenda Pascuala Ilabaca, y seguro que se repetirán en las próximas semanas con la presencia de artistas de la talla de Tomatito. Sin ir más lejos, en el último fin de semana, Jorge Pardo ha ofrecido un doble concierto, primero en compañía de Niño Josele, y dos días después, presentando su “djinn metaflamenco”. En ambos casos, el músico madrileño pudo seguir mostrando las increíbles posibilidades de fusión entre el jazz y el flamenco. Los asistentes pudieron acercarse a las estrellas tanto o más que los habitantes de la isla de Pascua y, al tiempo, experimentar sensaciones parecidas a las que se muestran en este breve relato, escrito como agradecimiento a los instantes de duende, esa experiencia casi milagrosa que te olea la sangre y nunca se repite -como no se repite ninguno de los movimientos de la mar-, vividos en las noches del Aku.

Noche de bulla en el AKU

El equipo de Aku-Aku.La flauta de Jorge Pardo se va arrebolando con los vientos flamencos que mueven la noche de agosto. Al fondo del escenario, el ir y venir del rompeolas va dejando sobre la playa nuevos ritmos de jazz entre los guijarros de tangos y soleás. El levante cimbrea las ramas del gigantesco ficus por las que se cuelan las luciérnagas del sol de medianoche. Las palmas y jaleos nos adentran en la madrugada. La rumba hace vibrar las cinturas, que se citan y se atan con la zambra, que se enredan y se aman por bulerías hasta que Eos, celosa de la noche, llega y las separa.

(Microrrelato recogido en el libro Ajuste de Cuentos)

13559110_1016713878424958_4456958914531884743_o