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‘La Traviata’, razones de un éxito perenne

La historia del personaje, su fuerza y honestidad, unidas a la maravillosa partitura de Verdi, hacen que sea único en el repertorio lírico mundial. Muchos roles queridos y respetados, pero entre todos, Violetta. La gran y “pobre” Violetta. Quizás por ello hoy La Traviata es una de las óperas más conocidas y, según la base de datos Operabase [1], la más representada en el mundo, por encima de Carmen de Bizet, de La Bohème de Puccini y La Flauta Mágica de Mozart.

Justo estos días el Teatro Real de Madrid la ofrece en cartel [2], con casi todas las entradas vendidas nada más salir a la venta, y este viernes, 8 de mayo, Día Mundial de la Ópera [3], la retransmitirá en directo en diferentes espacios de la ciudad. Estará en centros culturales, auditorios y plazas, y en internet, a través de la nueva plataforma de ópera online auspiciada por Ópera Europa [4]. Al fin y al cabo, qué mejor manera de celebrar un día grande… ¿Pero por qué? ¿Qué razones explican el enorme éxito de La Traviata?

Está basada en un caso real 
Se basa en la novela La dama de las camelias (1848) de Alejandro Dumas hijo, y según Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, parte de su éxito radica en que está basada en un hecho real, estrictamente contemporáneo: “Estaba redactada con un gran realismo por un narrador que investigaba la historia y que daba la sensación de que apenas inventaba nada. La redacción en primera persona contribuía a dar la impresión de que se trataba de una experiencia vivida personalmente por un narrador dispuesto a no escatimar el morbo de la historia y lo sórdido de las circunstancias. La adaptación teatral del propio Dumas continuó la estela del éxito, y la ópera de Verdi, aunque fue recibida con reticencias, no tardó en convertirse en uno de los títulos más populares”.

Es cercana
De la misma manera aleja lo mitológico o historicista y se centra en una persona de la calle. Una persona normal. “Por primera vez en casi toda la historia de la ópera y también por primera vez en la producción de Verdi, el protagonista es un personaje real, no es un héroe mitológico ni un héroe histórico, sino una persona de la calle con la que todo el mundo se puede identificar. También había sucedido con Rigoletto un año antes, pero el drama de Violetta es todavía más accesible. A fin de cuentas Rigoletto es un antihéroe todavía un poco excéntrico, mientras que Violetta Valéry es una persona de la calle”, destaca Juan Lucas, director de La Quinta de Mahler [5] y El Arte de la Fuga [6].

La adaptación del libreto
Alejandro G. Villalibre, doctor en Musicología y profesor de la Universidad de Oviedo, hace especial hincapié en el acierto del libreto de Francesco Maria Piave: “Es toda una montaña rusa de situaciones y sentimientos, conciso, claro y sin rodeos, que nos ofrece una acción muy rápida para los tiempos que maneja una ópera en el siglo XIX. Sobre todo permite al compositor explayarse en diferentes situaciones que nos llevan desde la refinada (y algo paródica) música de la alta sociedad parisina hasta el sentimiento puro y descarnado de los protagonistas”.

Es un canto al amor, siempre universal
El amor, siempre el amor. El prestigioso tenor canario Celso Albelo, que ha interpretado el rol de Alfredo en teatros de China y España, cree que su argumento principal, basado en la pasión de una pareja de enamorados, es una de sus principales bazas. “Toca uno de los sentimientos más universales, el amor por encima de cualquier cosa, por encima de clases sociales y de cualquier tipo de impedimento. La música también describe todo ese sentimiento y, además, la historia termina en tragedia con la muerte de la protagonista. El amor al final vence a todo”.

La crítica
Violetta, una prostituta que no quiere ser juzgada por su pasado en el París de la alta sociedad, se enfrenta a la dura realidad de la época y la denuncia es parte importante de la trama. “Verdi compuso La Traviata con la explícita intención de denunciar las costumbres hipócritas de la sociedad burguesa de su época, que defendía una moralidad estricta y puritana mientras se permitía utilizar a cortesanas como Violetta como objetos de lujo”, explica Joan Matabosch.

G. Villalibre advierte también que la ópera de Verdi ha actuado de espejo delante de la sociedad que se sienta en el patio de butacas, “donde vemos reflejadas nuestras miserias, y la sociedad cruel y sedienta de carnaza es retratada a la perfección”.

La música
Dinamismo, pasión, tragedia, ironía… Y música por encima de todo. Quién no puede tararear su famoso brindis Libiamo [7] o su preciosa Sempre libera [8].

“Estamos en el momento en el que Verdi explota creativamente y logra hacer una ópera con unas melodías y con una construcción tan accesible y tan virtuosa, tan pegadiza… Todo, a pesar de que en el estreno en La Fenice fue un fiasco, si bien al año siguiente ya pasó a convertirse en lo que nunca ha dejado de ser: la ópera más querida por el público”, afirma Juan Lucas.

Para Albelo, con ella sucede como con las grandes obras maestras. “A un tenor, desde que escucha sus primeros acordes, lo primero que se le viene a la cabeza es: algún día espero poder cantar La Traviata”. Explica que, además, a medida que te adentras en ella, te vas dando cuenta de lo bien escrita que está y te engancha aún más: “Es una especie de droga. Si analizas los detalles que el compositor te da para desarrollar al personaje te das cuenta de que es más profunda de lo que piensas”.

La perdurabilidad
La cercanía y perdurabilidad en el tiempo de la obra es otro de los principales motivos de su éxito. G. Villalibre asegura que cada vez que volvemos a la historia de Violetta descubrimos que en siglo y medio poco o nada hemos cambiado. “La identificación con los protagonistas es total, y el rechazo y la atracción que sentimos hacia la historia no difieren del sentimiento cainita que está presente en la edad del reality show y las redes sociales”.

La eficacia teatral
Una conjunción de factores, en definitiva, son lo que hacen de La Traviata una ópera tan querida. Para Matabosch no es extraña la conexión directa, automática, irresistible, entre el tema, la música y el público: “Es una obra maestra en lo musical pero también en lo dramático: una prostituta que se supone que vive del mercadeo, del fingimiento y de la fugacidad, nos da una lección de honestidad, de entereza y de generosidad. Y, en vez de cobrar, como es propio del oficio, paga con su patrimonio, con su salud y con su vida la decisión de proteger la felicidad de su amante, que sabe que no puede garantizar en un mundo que la considera una elegante proscrita”.