Todavía no está probado que el joven desnudo de la pintura, que se retuerce encima de una parrilla, sea obra de Caravaggio, si bien –según el periódico de la Santa Sede– cuenta con todos los «criterios para una atribución segura». En cualquier caso son necesarias más investigaciones y pruebas sobre los materiales utilizados para identificar con seguridad el autor de la obra.

«Se trata de una pintura estilísticamente impecable, bellísima: la luz que desde el fondo oscuro sacude y moldea con relámpagos los volúmenes. Es evidente la afinidad con pinturas autógrafas como la Conversión de San Pablo, el Martirio de san Mateo o Judit y Holofernes«, afirma el diario, que, no obstante, advierte de que no se debe caer en la fácil tentación de sostener que se trata de un caravaggio «a toda costa» antes de que sea sometido a más estudios en profundidad.

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