Cuando habla, la cosa cambia. Lo hizo en el Circulo de Bellas Artes y en la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid, en donde fue dejando palabras sólidas, juicios contundentes, análisis sin fisuras, demandas que él mismo calificó de “incontestables”.

Cuando toma la palabra y deja a un lado la sonrisa de querubín, aflora en Owen, historiador por la Universidad de Oxford, lo que es: un activista que denuncia los recortes “inaceptables e inconsecuentes” y exige la toma de medidas para que cesen “las desigualdades que nos amenazan y comprometen el estado del bienestar”.

Los chavs

En Madrid habló de Chavs, la denominación de la clase obrera (Capitan Swing, 2013), el libro en el que explica los efectos de la actual crisis y que le ha convertido en un referente de la denuncia. Una voz a escuchar en el actual marasmo socio-económico.

El equivalente en español de ‘chavs’ sería ‘cani’ o ‘pokero’, personas, puntualiza Jones, que generalmente viven en el extrarradio de las grandes ciudades, visten de una determinada manera y a los que se les ha privado de voz.

«Hoy, en Gran Bretaña –afirma–, la clase trabajadora se ha convertido en objeto de desprecio. Los ‘chavs’ representan ese mundo donde los problemas sociales se transforman en dramas y fracasos personales. Donde las desigualdades son justificadas desde otros planos sociales con la inadmisible coletilla de que son unos vagos inútiles, unos parásitos que se merecen lo que tienen». Este lamentable estereotipo, afirma Jones, «es utilizado por los gobiernos como pantalla para evitar comprometerse de verdad con los problemas sociales y económicos y justificar el aumento de la desigualdad».

Los porqués de la crisis

Muy crítico con la situación, el libro analiza los porqués de que en el mundo de hoy, “y en Gran Bretaña ésta cuestión es muy palpable”, la clase trabajadora ha pasado de ser “la sal de la tierra” a la “escoria de la tierra”.

Jones es especialmente crítico con el papel de los medios de comunicación. “Las políticas neoliberales están siendo demoledoras especialmente porque tienen el apoyo de buena parte de los medios. En mi país carecemos de una prensa plural y libre. Lo de la libertad de prensa es un mito. Es especialmente sangrante cómo muchos medios caricaturizan constantemente todo lo que tiene que ver con las ayudas sociales en un mundo cada día más empobrecido».

Otra de las cuestiones sobre las que vuelve una y otra vez es sobre la necesidad de que los sindicatos, “que han sufrido en los últimos tiempos fracasos tremendos”, recuperen su poder de movilización. “A los que tienen el poder y el dinero, aquellos que proyectan sus políticas contra los más desfavorecidos al tiempo que ellos son cada día más multimillonarios, les interesa un sindicalismo débil”.

La unión necesaria

Así las cosas, Owen Jones apela a la unión. “Tenemos que volver a trabajar juntos. No podemos conseguir cambios sociales de envergadura sin demandas que nos unan a todos”. En ese sentido reivindica, “como peticiones que no me cansaré de expresar”: salario digno para los trabajadores; programas eficaces de vivienda pública; justicia fiscal verdadera; abolición de los “vergonzantes” paraísos fiscales y un control riguroso y efectivo de los bancos.

Y al final de su discurso, en la despedida, Owen vuelve a retomar su apariencia de recién salido de la adolescencia. Sonríe incluso, pero con el gesto seguro de los que saben que lo que dicen cala; de los que comprueban cada día que sus palabras convencen y mueven.