La distinción, dotada con 400.000 euros, reconoce a Kurtág como «uno de los protagonistas centrales de la escena musical contemporánea, a la que sigue contribuyendo en la actualidad». El jurado del galardón ha señalado, además, que «la dimensión innovadora de su música no está vinculada al material que utiliza, sino a su alma, a la autenticidad de su lenguaje, a su manera de traspasar las fronteras entre espontaneidad y reflexión, entre formalización y expresión».

Kurtág es uno de los más destacados protagonistas de la escena musical contemporánea europea, y una de las figuras relevantes de la generación de Ligeti, Stockhausen y Boulez. Fue precisamente Pierre Boulez quien contribuyó a situarle en un lugar predominante de la creación musical internacional cuando en 1981 su Ensemble Intercontemporain estrenó Messages de feu Demoiselle Troussova, una obra de Kurtág para soprano y ensemble de cámara.

Personal e intimista

El lenguaje de Kurtág es personal e intimista, y refleja deliberadamente la influencia de grandes maestros y figuras monumentales como Guillaume de Machaut, Bach, Schumann, Weber o Bartók entre otros.

Según el jurado, la voz de Kurtág, “se ha mantenido al margen de todos los sistemas y no se ha visto comprometida, trazando un camino fuera de las grandes corrientes, y apareciendo en la actualidad como una alternativa a la visión de la historia que se reduce a la oposición entre innovación y vuelta a los antiguos modelos, entre una música encerrada en sí misma y otra en busca de una comunicación lo más amplia posible”.

“La música de Kurtág tiene la capacidad de condensar un contenido profundo en unas pocas notas, de reducirlo a la esencia de la expresión musical, logrando una gran concentración expresiva en el mínimo material”, explica Ranko Markovic, director del grado del Programa de Música de la Universidad de Arte de Zúrich y secretario del jurado.

Intensa carrera

György Kurtág estudia piano a partir de 1940 con Magda Kardos y composición con Max Eisikovits. En 1946 se traslada a Budapest, donde estudia composición con Sándor Veress y Ferenc Farkas, piano con Pál Kadosa y música de cámara con Leó Weiner. Para escapar de la dureza y la censura del régimen estalinista, entre 1957 y 1958 se traslada a París, donde asiste a las clases de Olivier Messiaen y de Darius Milhaud y conoce a la psicóloga Marianne Stein, que, según él mismo, transforma su vida. Estas influencias, a las que se añaden las del Domaine Musical que dirige Pierre Boulez, le impregnan de las técnicas de la Segunda Escuela vienesa -Arnold Schoenberg y Anton Webern- sobre todo en cuanto a la concisión. De regreso a Budapest hace escala en Colonia, donde Ligeti le descubre Gruppen, para tres orquestas espacializadas, de Stockhausen, que marca profundamente sus ideas sobre la composición. La primera obra que firma tras su regreso es su Cuarteto de cuerda, calificado como su Opus nº1.

La importancia de lo pequeño

Fue profesor de piano y de música de cámara en la Academia Franz Liszt de Budapest desde 1967 hasta su jubilación en 1986, tras la cual no ha cesado su labor pedagógica y concertística. Muestra de su pasión por la enseñanza y de la búsqueda de una pedagogía nueva es su ciclo de obras para piano Játékok (1973-1976), pensado para los niños, e inspirado en sus juegos. Lo esencial de la obra de Kurtág está orientado hacia las pequeñas formas, como por ejemplo su ciclo para cuarteto de cuerda Microludes (1977-1978). Compone igualmente pequeñas obras vocales, descubriendo en la voz un instrumento de inmensas posibilidades, que superan el papel narrativo u operístico que habitualmente se le asigna.

La música de cámara, que Kurtág siempre ha enseñado, es su terreno predilecto, en el que utiliza a menudo el címbalom, instrumento tradicional húngaro: Duos (1960-1961) y Szálkák (1973) son ejemplos de este tipo de composiciones.

Kurtág ha favorecido especialmente las formas breves en las que pretende una singular concentración de la expresión. Esta se plasma por medio de una imaginativa notación: en Játékok, como si de un gran laboratorio se tratara, experimenta con todo tipo de juegos propios y ajenos, en especial con aquellos que tienen que ver con el placer de la interpretación, siempre planteados desde un punto de vista absolutamente liberador. A través de ellos, el autor busca la implicación emocional del intérprete, demandándole su propia iniciativa, e inflamando su imaginación. En ellos se da una transmutación que va desde lo pedagógico a todo aquello que nos va enseñando la vida al recorrerla.

Condensación

Otro aspecto crucial en la música de Kurtág es la referencia a la música de otros compositores, desde el medievo hasta la propia música contemporánea. Establece una especie de relación dialéctica con el pasado, que si bien puede ir desde el comentario a la crítica, la mayor parte de las veces sirve a modo de homenaje al autor referenciado, en un contexto renovado, en el que no deja de plantearse el significado cultural de esos préstamos. Sus referencias van desde alusiones a evocaciones de todos los géneros y estilos que, sin embargo, logra aunar en un universo particular que le hace único.

En muchos de sus conciertos, Kurtág, junto a Márta Kinsker, su esposa y compañera inseparable, ha interpretado las obras de grandes compositores en arreglos para piano a cuatro manos realizados por él mismo, que se entrelazan con sus propias obras creando un estilo único y original de interrelación de micro-formas y de técnicas y estéticas muy diversas, conducidas con una elegancia excepcional donde interpretación y composición están íntimamente relacionadas y marcan la esencia del estilo del maestro.

Kurtág es miembro honorario de varias Academias de Europa y de Estados Unidos y compositor invitado en residencia en numerosas orquestas europeas, entre ellas la Filarmónica de Berlín. Ha recibido numerosos premios entre los que destacan el León de Oro de la Bienal de Venecia en 2009 y la medalla de oro de la Royal Philharmonic Society de Londres en 2013.