La muestra se ordena en torno a tres secciones: Ritmos quebrados, que indagará en su primer período de su trabajo, en el que conviven de una forma abierta Dadá y Constructivismo; Habitar espacios explicará sus aportaciones al diseño de interiores y a la arquitectura; y Geometrías vivas, que se centrará en las construcciones geometrizantes propiamente dichas, siempre imbuidas de su pasión por la integración de opuestos. Cada una de las obras encierra el movimiento creado por la tensión entre territorios contradictorios, la integración entre vida y arte en la que reside lo extraordinario de Sophie Taeuber-Arp.

En 1915, Sophie Taeuber y Jean Arp se conocen en Zúrich. Es un encuentro casual y Arp, más tarde su marido y cómplice, se queda fascinado por esta mujer “serena y amable” que vive “como el personaje de un libro de las horas, estudiosa en su trabajo y estudiosa en su sueño”. En esos años, ella ya es profesora de la Escuela de Artes Aplicadas de la ciudad y una alumna brillante de las clases de danza expresiva del coreógrafo húngaro Rudolf Laban junto a la revolucionaria bailarina Mary Wigman.

Lenguajes variados

Ávida de transformar el mundo, de diseñarlo para cambiarlo, la curiosidad de Sophie Taeuber-Arp (Davos, 1889-Zúrich, 1943) abarcó con igual intensidad lenguajes tan variados como la pintura, la danza, los tapices, el dibujo, el bordado, el diseño de muebles e interiores, la fotografía, la arquitectura, la escenografía, la creación de títeres… Y en cada uno de ellos planteó, resolvió y concilió los extremos contradictorios entre los que se desarrolló la modernidad: figuración y abstracción, dadaísmo y abstracción geométrica, desorden y armonía, arte y artesanía.

¿Acaso podía un artista dadá ser constructivo? ¿Y un figurativo ser abstracto? Estas posturas en principio irreconciliables conviven en la obra de Sophie Taeuber-Arp, que a menudo funcionó como bisagra entre dos épocas, entre propuestas que en ella encontraron esa unión lógica y productiva. Por ello su nombre estuvo asociado a tantos momentos clave en la formación de las vanguardias, desde sus deslumbrantes apariciones en el Dadá más radical hasta sus propuestas e investigaciones visuales sobre la abstracción geométrica, especialmente cercanas al ámbito del grupo francés Cercle et carré (Círculo y cuadrado).

Mujeres activas

Del surrealista Hugnet al poeta dada Huelsenbeck, pasando por el pintor y cineasta Richter, la performer Emmy Hennings o pintores como el propio Kandinsky, los vanguardistas hablaron de Taeuber con asombro y admiración. “Todo alrededor de Taeuber es luminosidad de sol y el milagro que reemplaza a la tradición. Está llena de invención, de capricho y de extravagancia”, afirmó el artista alemán Hugo Ball.

Sophie Taeuber-Arp perteneció a una generación de mujeres  activas en la sociedad, ansiosas de trascender los límites tradicionalmente asociados a su sexo e hijas de las «nuevas mujeres» del siglo XIX, relacionadas con los movimientos feministas y sufragista. Se trataba de mujeres independientes que habían recibido educación superior y, como es lógico, de familias de la clase media o alta. Su influencia en la escena cultural de los años veinte y treinta fue indudable, ya que tuvieron un papel esencial en las artes y la literatura y aportaron una renovada visión del mundo, que trataba de terminar con el orden impuesto hasta el momento.

Málaga. Sophie Taeuber-Arp. Caminos de vanguardia. Museo Picasso.

Del 19 de octubre al 24 de enero de 2010.

Comisaria: Estrella de Diego.