Tras su paso por Vigo, la muestra reúne en Madrid 142 piezas que conforman la mayor y más exhaustiva retrospectiva dedicada a la gran transgresora de la generación del 27. Este proyecto expositivo recupera y defiende la determinante aportación de Maruja Mallo a las vanguardias del siglo XX, hasta hace muy poco injustamente valorada, ensombrecida por su doloroso exilio y, seguramente también, por ser una mujer adelantada a su tiempo.

XX aniversario

Organizada por la Fundación Caixa Galicia como episodio central de la programación que celebra su vigésimo aniversario, con la colaboración de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), esta exposición recorre toda la obra y la vida de la artista.

El extraordinario desarrollo experimentado por los estudios en torno a su figura, así como la localización, muy recientemente, de obras fundamentales que se encontraban en paradero desconocido, han convertido esta retrospectiva en la más rigurosa de cuantas se han realizado hasta ahora.

Así, quienes se acerquen a la Real Academia podrán disfrutar de un detallado recorrido por el trabajo de Mallo a lo largo de más de cincuenta años (desde el óleo La isleña, fechado en 1927, hasta Protoesquema, datada en 1982).

Las obras maestras de la pintora lucense se acompañan, en el montaje, con dibujos y bocetos que revelan su proceso creativo en un itinerario que, a través numerosas fotografías y publicaciones de época, propone un minucioso acercamiento documental a su biografía.

Catálogo, documental y…

El viaje al universo creativo de Maruja Mallo se completará en los próximos meses con la publicación de un catálogo referencial y la edición de una película documental, ambos producidos por la SECC.  Además, la Fundación Caixa Galicia editará este año la obra Maruja Mallo: de prometedora pioneira a artista universal. Materiais para unha biografía exacta e completa da pintora viveiresa entre 1902-1936, trabajo ganador del XXIII Premio Anxel Fole de Ensayo, convocado por la primera entidad financiera gallega y el Grupo El Progreso.

 

Una vida muy intensa

Ana María Gómez González, nombre real de Maruja Mallo, nació en Viveiro en 1902. Tras pasar su infancia entre Galicia y Asturias, en 1922 se trasladó definitivamente con su familia a Madrid. El trabajo de Insua y Cal certifica que la artista vivió en Galicia hasta los 11 años, pasando diferentes estancias en Viviero, Corcubión, A Coruña y Vigo. Estudió Bellas Artes en la Academia de San Fernando, al igual que su hermano Cristino, coincidiendo en esta escuela con Dalí, con quien tuvo relación muy próxima. En la Residencia de Estudiantes tomó contacto con el Surrealismo y la Generación del 27, especialmente con Buñuel, García Lorca, Alberti, Dalí y Pepe Bello.

En 1927, conoce personalmente a Ortega y Gasset y comenzó a colaborar como ilustradora en la Revista de Occidente, donde realizó su primera exposición individual, que tuvo un gran éxito. El trabajo que realizaba en aquel momento consistía en lienzos con temas de verbena y estampas de motivos urbanos y cinematográficos.

Cuatro años después de su primera exposición, una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios de Madrid le permitió viajar a París, donde tomó contacto con el grupo surrealista francés. En este momento su pintura sufrió un cambio radical. Basándose en las consignas del Manifiesto de André Bretón, realizó una serie tremendista llamada Cloacas y Campanarios, donde los protagonistas eran tétricos esqueletos, espantapájaros y cloacas.

Éste, impresionado por el trabajo de la pintora, compró un cuadro en su exposición individual en la Galería Pierre Loeb. Al volver a España, ganó una plaza de profesora de dibujo del Instituto de Arévalo (Ávila). Posteriormente, fue profesora en la Escuela de Cerámica de Madrid y en la Residencia de Estudiantes. En los años previos a la Guerra Civil, tras su estancia en París, y sobre todo debido a su inclusión en el grupo de Torres García, realizó composiciones basadas en estudios geométricos, intentando crear un lenguaje universal basado en los principios de la geometría.

Tras el estallido de la Guerra Civil, se exilió a Buenos Aires, donde siguió con su trabajo pictórico y realizando numerosas exposiciones, colectivas e individuales, además de impartir conferencias, tanto en Argentina como en Chile o Uruguay, países que visitaba con frecuencia. Se integró en el contexto americano relacionándose no sólo con los intelectuales exiliados, sino también con los de los países que visitaba, sobre todo a través de Pablo Neruda y Victoria Ocampo.

En 1961 volvió definitivamente a España, instalándose en Madrid, donde retomó la colaboración con la Revista de Occidente. En esta época, la temática de su pintura está condicionada por el interés de la pintora por las ciencias ocultas y el esoterismo. Realizó una carpeta de litografías como homenaje a la Revista de Occidente, y recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes de la Comunidad de Madrid y de la Xunta de Galicia. Falleció en Madrid en febrero de 1995, pocos después de que el Centro Galego de Arte Contemporánea realizase su primera exposición antológica en España. 

 

Madrid. Maruja Mallo. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Del 28 de enero al 4 de abril de 2010.

Comisarios: Fernando Huici y Juan Pérez de Ayala.