Después de su reciente retrospectiva en el Espacio AV de Murcia, la exposición Autorretrato sin retoques incluirá 15 fotografías en blanco y negro de diversos períodos de la artista, así como la proyección de Selected Video Works, 1975-1978, que se exhibirá gracias a la colaboración de la galería Marian Goodman de Nueva York.

Soledad, olvido y el paso del tiempo

A Francesca Woodman le interesaba principalmente el retrato, y centró preferentemente su producción sobre su propio cuerpo, habitualmente desnudo. Con un marcado carácter autobiográfico, sus fotografías la muestran en escenarios melancólicos, habitaciones en las que la artista retrata la soledad, el olvido y el paso del tiempo.

Su obra alude permanente a un desnudamiento radical, esto es, a un gesto en el que literalmente se deja la piel. Esta mujer que, literalmente, desaparece en sus autorretratos, formulando la alteración del yo a la manera de Rimbaud, como ha afirmado Fernando Castro Flórez, se sentía, en cierta medida, frustrada porque sus proyectos resultaban ridículos, completamente ilógicos o ilegibles. "Si en sus últimas obras parecía que pretendiera convertirse en una cariátide o en una bacante, en realidad lo que estaba haciendo era radicalizar su estrategia de desplazamiento. Acaso soñaba con convertirse en cosa".

 

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Una obra destinada a producir intimidad

Francesca Woodman (Denver, 1958-Nueva York, 1981) realizó a sus primeros trabajos con 13 años, adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro, con formato cuadrado y dando prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir que la atención recayera sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena.

A los 17 años comenzó estudios en Providence, en la Escuela de Diseño de Rhode Island y consiguió una beca para cursar el tercer grado en Roma. Allí se identificó con el surrealismo y el futurismo, que desde entonces ganaron presencia en sus fotografías, así como la decadencia, manifiesta en las paredes desnudas y los objetos antiguos que también comenzaron a poblar sus trabajos.

En Roma realizó sus dos únicas exposiciones individuales. A su vuelta a Estados Unidos, terminó sus estudios en Providence y se mudó a Nueva York, donde se embarcó en proyectos más ambiciosos, incluyendo el diseño de nuevas exposiciones y de varios libros sobre su obra.

Woodman falleció en 1981 con veintitrés años cerrando así una trayectoria breve pero de una intensidad extraordinaria. Su obra no estaba destinada a producir espectáculo sino intimidad, al expresar el desasosiego, el miedo y la angustia, indagando la ausencia del cuerpo: "Las cosas parecen extrañas porque mis fotos dependen de mi estado emocional… Sé que eso es verdad y he reflexionado sobre ello mucho tiempo. En cierto modo, me hace sentir muy bien, mucho", dejó dicho Woodman.

 

Madrid. Autorretrato sin retoques. La Fábrica Galería.

Del 8 de septiembre al 24 de octubre de 2009.