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Adiós a Carmen Laffón

Dentro de la denominada pintura realista española de la segunda mitad del siglo XX, Laffón destaca por una obra en la que los objetos y los escenarios cotidianos se convierten en la excusa para pintar atmósferas íntimas y emotivas, las cuales traslucen una existencia al tiempo plácida y solitaria. A largo de sesenta años de carrera, los temas que dominaron en su producción artística fueron el paisaje y el bodegón, a los que se añadió el retrato, que practicó tanto desde la pintura y el dibujo como desde la escultura, en la que se introdujo a mediados de los años sesenta.

Laffón tuvo una vida diferente desde su niñez. Nacida en el seno de una familia culta y progresista, sus padres, que se habían conocido en la Residencia de Estudiantes, decidieron no llevarla al colegio. Su educación se llevó a cabo en casa. Sus inicios en la pintura tuvieron lugar a los 12 años de la mano del pintor Manuel González Santos, amigo de la familia y antiguo profesor de Dibujo de su padre, por cuya indicación ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla a los 14 años de edad.

Tras cursar estudios en esta institución durante tres años se trasladó a Madrid, en cuya Escuela de Bellas Artes finalizó su carrera. En ese mismo año, 1954, hizo su viaje de fin de estudios a París, donde quedó especialmente impresionada por la obra de Marc Chagall. Al año siguiente realizó una estancia de estudios en Roma.

A su regreso a Sevilla, en 1956, continuó pintando en la casa de verano familiar de Sanlúcar de Barrameda, en La Jara, que acabaría siendo el lugar central de su actividad artística. Allí tenía actualmente su estudio, y Doñana y su paisaje se convirtieron en principal protagonista de su pintura: «El Guadalquivir es el río de Sevilla, mi ciudad de nacimiento, que me lleva a Sanlúcar de Barrameda, mi otra ciudad, donde comencé a pintar y a soñar».

En 1998 fue nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En enero de 2000 pronunció su discurso de ingreso, titulado Visión de un paisaje [2], que versó precisamente sobre su relación con Sanlúcar y el Coto.

Carmen Laffón era Hija Predilecta de Andalucía y, entre otras muchas distinciones, estaba en posesión del Premio Nacional de Artes Plásticas, la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes y la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Primeras muestras

Carmen Laffón. La artista en su estudio de La Jara. Sanlúcar de Barrameda. 2014.

En 1958 realizó sus dos primeras exposiciones individuales, una en el Ateneo de Madrid y la otra en el Club La Rábida de Sevilla. Entre 1960 y 1962 residió en Madrid. En 1961 conoció a Juana Mordó, quien se interesó por su obra y le ofreció un contrato con la Galería Biosca.

La relación con Mordó seguiría más tarde cuando ésta creó su propia galería. En el grupo de artistas que trabajaba para Mordó se encontraban muchos de los nombres más importantes de la pintura española de la época: Manolo Millares, Antonio Saura, Lucio Muñoz, Eusebio Sempere, Manuel Hernández Mompó, Pablo Palazuelo, Gustavo Torner, Fernando Zóbel o Antonio López, el único figurativo de toda la lista.

El modo de pintar de Laffón era enormemente distinto de la abstracción que imperaba en los círculos creativos de España en aquel momento, en los que los artistas de Mordó tenían un puesto preponderante. En 1962 regresó a Sevilla pero continuó su relación con la galerista. Con la creación en 1967 de la escuela El Taller, junto a Teresa Duclós y José Soto, se acercó al mundo de la enseñanza artística, al que volvió años más tarde al incorporarse en 1975 a la Cátedra de Dibujo del Natural de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde trabajó hasta 1981.