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Confesión general de Luis Gordillo

Como retrospectiva, la exposición se organiza siguiendo un criterio cronológico mediante el cual se va avanzando por las distintas etapas que ha ido atravesando la obra de Gordillo, presentes a través de representativas piezas reunidas por décadas que encarnan la evolución estilística que fue experimentando.

Las primeras salas se dedican a sus inicios, a fines de la década de los 50 y durante los 60, cuando abandonó sus estudios de Bellas Artes tras visitar París, donde pudo conocer las corrientes más vanguardistas a las que realmente quería dedicarse. Del informalismo y la geometría de estos años pasó abruptamente a la estética del Pop Art que introduce en su serie de “cabezas” a partir de 1965, intensificándose ya en los 70 con el empleo de los fotomontajes y la reproducción seriada. Es durante los 80 y los 90 cuando crea lienzos de gran formato y corte abstracto, abordándolos desde la monocromía hacia una rica gama cromática que tiende con el tiempo a ser más abierta y variada.

Si bien algunas de las obras de esta etapa son aquellas por las que Gordillo es más conocido –como Situación meándrica I y II o Blanca Nieves y el Pollock Feroz, unas de las obras más espectaculares de la exposición– su producción está realmente vinculada a la figuración, la cual no abandona ni siquiera en las composiciones más abstractas, en las que mantiene referencias al mundo orgánico y urbano.

El recorrido alcanza su producción más reciente con piezas de los últimos años, como ¿Es esto el futuro? de 2014 o Keop’s psychoanalysis e Implantación de sueños de 2015, que demuestran el espíritu en constante cambio y transformación que pervive en su trayectoria y que le convierte en uno de los grandes artistas españoles de su generación.

Más allá de la pintura

Gracias a Confesión general, el visitante podrá conocer la producción y la trayectoria del artista, de las cuales, además, se ofrece una visión que va más allá de sus pinturas. Estas se acompañan de piezas claves para completar la visión íntima y personal que evoca el título de la muestra: sus dibujos, la reconstrucción de su taller, las fotografías documentando la evolución de una de sus obras o el documental proyectado justo a la entrada intensifican la conexión entre Gordillo y su universo artístico y el público, un diálogo que el pintor considera indispensable en su tarea.

El conjunto expuesto se nutre fundamentalmente de la colección particular del pintor, que viene a compartir ahora las obras que le son más próximas, aquellas que siguen formando parte de su taller y de su entorno más inmediato. Lejos de desprenderse de su producción alegremente, Gordillo la retoma y reutiliza en un constante ejercicio de reflexión en torno a la propia pintura que reconoce como una de sus principales fuentes de energía.

Figura y abstracción, blanco y negro y color, ritmo y estatismo o identidad y serialidad son algunas de las contradicciones y paradojas a las que Gordillo ha dedicado sus años de investigación y experimentación, patentes en la visión de conjunto que ofrece esta exposición celebrada en su ciudad natal como un reconocimiento más a su vasta y excepcional carrera.