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Goya, la primera obra documentada

'Aníbal vencedor que por primera vez mira a Italia desde los Alpes'. Francisco de Goya. 1771. Museo Nacional del Prado. Donación de la Fundación Amigos del Museo del Prado.
‘Aníbal vencedor que por primera vez mira a Italia desde los Alpes’. Francisco de Goya. 1771. Museo Nacional del Prado. Donación de la Fundación Amigos del Museo del Prado.

Gracias a la donación, la obra entra a formar parte del patrimonio de la institución que ya custodia desde 1993 el Cuaderno italiano, libreta de dibujo adquirida por el pintor durante su estancia en Italia (1769-1771) que incluye, entre otros dibujos y anotaciones personales, apuntes para la idea compositiva del Aníbal vencedor y estudios para sus figuras principales, Aníbal o la cabeza de toro de la alegoría del río Po que atravesó el cartaginés.

La donación es el primer acto de la conmemoración del 40 aniversario de la Fundación, que continuará con la edición de un libro sobre su historia y culminará con una exposición en las salas del Prado, en la que, por primera vez, se podrán contemplar reunidas las obras donadas durante su historia. Aníbal vencedor fue adquirida por 3,3 millones de euros a la Fundación Selgas-Fagalde.

Perfección

Aníbal vencedor es un cuadro de indudable perfección técnica, que se pone de manifiesto en su armonioso orden compositivo, en el excelente tratamiento lumínico y en la seguridad y firmeza de la pincelada para modelar las figuras con color y luz. Es, cronológicamente, la primera pintura documentada de Goya. El artista la realizó en 1771 en Roma, durante su estancia de dos años en Italia, para participar en el concurso celebrado por la prestigiosa Reale Accademia di Belle Arti de Parma. Aunque el premio fue concedido a Paolo Borroni, discípulo de esa Academia, Goya obtuvo seis votos y una mención, y se citó su nombre en la edición de enero de 1772 de la revista Le Mercure de France, en la que se daba noticia del concurso.

La obra es un ejemplo importante de los primeros contactos de su autor con el mundo académico, en este caso italiano, para abrirse camino profesional. Es también ejemplo de su capacidad para adaptarse a la estética y las convenciones narrativas de ese mundo. Se trata de una de las primeras ocasiones, de las que nos queda testimonio, en las que Goya tuvo que enfrentarse a una composición narrativamente tan compleja, y de un ejemplo tempranísimo de su pintura de historia basada en repertorios narrativos y no religiosos.

Maestría

Goya preparó su cuadro en una serie de dibujos en el mencionado Cuaderno Italiano, así como, en al menos, dos bocetos al óleo conservados en el Museo de Zaragoza y en una colección particular neoyorquina, lo que confirma la importancia que dio a este proyecto. Refleja, además, varias fuentes de inspiración de las que Goya se sirvió en Roma, como las obras de Giaquinto o esculturas clásicas como el Apolo Belvedere y el Galo moribundo.

La obra es fundamental para el conocimiento de Goya. Muestra la manera del artista de concebir las figuras en sus futuras pinturas de género o de historia, de organizar el espacio pictórico a través de efectos de luz y de colorido y de definir con perfección las anatomías y las distintas superficies de los objetos. Además, también en la técnica marcada de economía, fuerza y precisión se revela ya su maestría y singularidad.

La obra Aníbal vencedor, que por primera vez mira a Italia desde los Alpes de Goya expuesta en la sala 35 del edificio Villanueva.