La subjetiva naturaleza de la verdad

Auteuil se mete en la piel de Jean Monier, un maduro abogado que, tras lograr la absolución de un asesino reincidente, toma la decisión de no aceptar más la defensa de presuntos criminales. Pero ese tranquilo semiretiro profesional se verá profundamente alterado cuando conoce a Nicolas Milik (Grégory Gadebois), un padre de familia acusado de haber asesinado a su mujer, una alcohólica madre de sus cinco hijos. Un hecho real ocurrido en una localidad del norte de Francia en el que también estuvo implicado un camarero, amigo del detenido.

A lo largo de las conversaciones con su defendido, Monier entabla una sólida relación de confianza. Ve en el acusado a un buen hombre superado por sus circunstancias. Su situación le conmueve, cree en él y, convencido de su inocencia, pone todo su esfuerzo y experiencia en ganar el juicio.

Aquello que en principio parecía un caso ordinario se va transformando en una especie de razón de vida, en la que se implica con todas sus consecuencias. Al tiempo que, desde la férrea convicción, multiplica sus esfuerzos, va redescubriendo el verdadero sentido de su vocación.

En su quinta película como director, Auteuil adapta la colección de relatos cortos Au guet-apens: chroniques de la justice pénale ordinaire, escrita por el abogado de Lille Jean-Yves Moyart, quien, bajo el seudónimo Maître Mô, reunió una legión de seguidores en internet gracias a su blog Pequeña crónica judicial, ordinaria y subjetiva, donde reflexionaba sobre sus experiencias profesionales.

Al comentar el origen de su nuevo filme, el protagonista y director manifiesta haberse sentido cautivado por la compleja historia del hombre acusado de haber asesinado a su mujer: «Sinceramente, pensé que nunca haría otra película como director. A menos que tuviera una necesidad irreprimible de contar una historia. Y eso fue lo que ocurrió el día en que mi hija Nelly, que produce esta película con Hugo Gélin, me presentó el blog de un abogado ya fallecido, escrito bajo el seudónimo Maître Mô. Enseguida me impresionó la fuerza de las historias de vida y justicia que contaba, pero también la forma en que expresaba la soledad del abogado, la última persona al lado del acusado, con quien tendrá que enfrentarse a todos los demás. La belleza de esta profesión: transmitir lo indecible, más allá del decoro.
Mientras leía, me fascinó esta reflexión sobre la noción de verdad que difiere de una persona a otra. La verdad se convierte en una íntima convicción, algo intangible. Descubrir este blog me llevó al corazón de la humanidad, en toda su fuerza y fragilidad combinadas. Así que quise hacer una película sobre esta búsqueda de la verdad».

A través de un formidable cara a cara interpretativo, Auteuil y Grégory Gadebois (Golpe de suerte, El oficial y el espía) aportan tensión y silencios, gestos y miradas que convierten esta Presunción de inocencia en un filme lleno de verdad… o de mentira. Es el espectador, testigo del giro de los acontecimientos, quien debe juzgar y sacar sus propias conclusiones.

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– No se pierda nuestra entrevista a Daniel Auteuil ^[1]: «Como cineasta mi objetivo es captar sentimientos»