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Diez películas que hay que ver

Margin Call

Más sobre la crisis. Y ya van… Margin Call de J.C. Chandor vuelve a cuestionar las bases económicas del mercado y del mundo. Aquellas que favorecen el trapicheo de los grandes monstruos corporativos en detrimento de un individuo, (individuo viene de individual e individual de solo), que sin saber cómo ni por qué entra en barrena mientras sobre la triste mesa de su casa se almacenan recibos y deudas.

Mucho de Kafka tiene todo esto. No sabemos quién decide por nosotros. No sabemos de dónde soplan esos vientos que desde las alturas ordenan y nos instalan en una realidad cada vez más jodida. En fin… Margin Call nos habla de este despiadado teatro del mundo en el que nos ha tocado un papel más que secundario.

Dirección: J.C. Chandor.

Intérpretes: Kevin Spacey, Jeremy Irons, Paul Bettany y Demi Moore.

EE.UU. 2011. 109 minutos.

Nader y Simin, una separación

Es conmovedor constatar a cada nueva entrega como el cine es hoy uno, si no el más importante y trascendente, medio del que se vale la sociedad iraní para llamar la atención del mundo sobre sus propias miasmas.

Por justicia hay que decirlo sin demorarnos una sola línea más, Nader y Simin, una separación, firmada por Asghar Farhadi, es cine de muy altos vuelos. Lo es desde su aparente sencillez, desde un planteamiento de partida tan manido como la ruptura de un matrimonio con hija de por medio. Tan hábil el autor que, cuando nos queremos dar cuenta, se nos ha otorgado el papel de jueces. Como espectadores asistimos, ¡y tenemos capacidad de decisión!, a una tragedia que podría acontecer, lejos de Irán, en cualquier lugar del mundo.

 

Dirección: Asghar Farhadi.

Intérpretes: Shahab Hosseinni, Merila Zarei y Sarani Farhadi.

Irán. 2011. 123 minutos.

Las acacias

Tristemente, –ojalá tuviera que desdecirme–, ni la Cámara de Oro del último Festival de Cannes, en donde tras su proyección se llevó 10 minutos largos de ovación, ni el premio en San Sebastián a la Mejor Película en la sección Horizontes Latinos, van a rescatar de la injusta indiferencia a este drama intimista que escenifica una vez más aquello de que no hacen falta grandes medios ni desembolsos para… ¡Qué buena! Las Acacias. Qué bien contada, cuánto cine en la historia de este taciturno camionero al que la vida se le pasa transportando madera de acacia (de ahí el título) entre Asunción y Buenos Aires.

En esa carretera sin fin ni horizontes se encuentran Rubén, el conductor, y Jacinta, que lleva sobre sus brazos a una niña de ocho meses. Seres solitarios condenados a entenderse, a lamerse, en compañía, viejas cicatrices. Miradas que duelen, silencios que dialogan… cine sosegado que no debería caer en el cesto de los olvidos.

Dirección: Pablo Giorgelli.

Intérpretes: Germán Da Silva, Hebe Duarte y Nayra Calle.

Argentina. España. 2011. 96 minutos.

 

Four lions

Transgresora. Y como aquello que convulsiona, –y transgrede–, de verdad lo logra como no queriendo.

Debutante llegado de la televisión en donde ha firmado algunas de las series británicas de mayor enjundia de los años últimos –Brass Eye, The day today, Jam–, Christopher Morris despliega su humor corrosivo en todo lo que toca. Este Four lions, ácida hasta límites muy altos, nos plantea las peripecias de unos terroristas islámicos que no dan una. Hay quien plantea metas distintas, ¡y las alcanza! No se pierdan esta provocación.

Dirección: Christopher Morris.

Intérpretes: Kayvan Novak, Nigel Lindsay y Riz Ahmed.

Gran Bretaña. 2010. 102 minutos.

Los pasos dobles

De la mano de Isaki Lacuesta, Los pasos dobles compromete al espectador. Al salir de la sala no se sabe muy bien qué ha pasado allí dentro, tras ese espectáculo de colores, formas y planteamientos difusos. Imágenes, borbotones de imágenes que quien ve tiene que digerir con un marco argumental que pasa casi, y no importa, a un segundo plano. ¿Qué es lo que nos han querido contar?, se pregunta un espectador satisfecho al que, en el fondo, le trae sin cuidado la respuesta.

Dirección: Isaki Lacuesta.

Intérpretes: Bokar Dembele, Alou Cissé y Miquel Barceló.

España. Suiza. 2011. 87 minutos.

 

Another year

Dividida en las cuatro estaciones del año (lo que de partida no es nada original), Another year es puro teatro llevado al cine. Pero Mike Leigh, que con Ken Loach y Stephen Frears integra el trío que con mayor rigor se ha empecinado en mostrarnos la crónica descarnada, –tan rancia a veces–, de la sociedad británica del momento, nos enseña que del otro lado de la oscuridad hay, siempre, una esperanza en forma de luz. Impecable dirección de actores; intérpretes de primera; excelente Jim Broadbent. Hay que verla.

Dirección: Mike Leigh.

Intérpretes: Jim Broadbent, Ruth Seen, Lesley Manville y Peter Wright.

Gran Bretaña. 2010. 129 minutos.

Las razones del corazón

Dramón a la vista. No podía ser de otra manera. Arturo Ripstein es un maestro a la hora de perfilar, desde la austeridad y la pasión, personajes, casi siempre femeninos, muy femeninos, abocados a la tragedia y al desgarro.

Las razones del corazón, que se inspira en Madame Bovary, acaso no está a la altura de La mujer del puerto o Principio y fin, sus joyas hasta la fecha, pero es igual porque, aunque no sea su mejor película, Ripstein valiente como siempre e intenso nos deja algunos de los planos largos más arriesgados (y logrados) de la reciente cinematografía.

Se nos habla de Emilia, ama de casa abandonada por su amante y con problemas económicos muy serios, que vive sus últimas horas tras tomar la decisión de suicidarse. La sordidez, la fragilidad de las relaciones, las sinrazones de eso a lo que llamamos familia, los secretos, las vergüenzas, la visceralidad, los límites… rasgos y condicionantes presentes y ocultos en casi todo aquel que se tiene por humano. Ripstein puro, convincente, crudo, con sus algunos «contras» y sus innumerables «pros».

Dirección: Arturo Ripstein.

Intérpretes: Arcelia Ramírez, Patricia Reyes Spíndola y Vladimir Cruz.

México. España. 2011. 119 minutos.

 

El niño de la bicicleta

 

Los Dardenne, Jean Pierre y Luc, llevan años trasegando con la realidad; contándonosla sin concesiones. En 1999 firmaron Rosetta, una especie de alegato contra los moldes y los límites. En 2008 se despacharon con la extraordinaria El silencio de Lorna, en donde volvían a mostrarnos descarnados trozos de vida sin entrar en ningún tipo de juicio. Sus personajes son y se desenvuelven así, sin que busquen explicaciones y porqués. La bondad o la maldad, por ejemplo, son acciones más fruto de momentos o circunstancias que rasgos caracteriales.

El niño de la bicicleta, que se llevó el Gran Premio del Jurado en Cannes –ex aequo con Erase una vez en Anatolia, de Nuri Bilge–, nos deja en su primera parte y como un puñetazo en la boca del estómago, el conmovedor peregrinaje de un chaval en busca de un padre, porque el suyo lo ha abandonado, (inevitable evocar Paisaje en la niebla, aquella joya de Theo Angelopoulos). Pero en la segunda parte de la cinta los Dardenne dan un giro en el que anida una porción de esperanza. Ciryl, el niño ciclista, tendrá en Samantha, una peluquera, una especie de hada buena que le acercará a un mundo menos frustrante. Lo demás hay que verlo sin prejuicios, sin sentimentalismo. Como quien se asoma a una ventana tras la que, de antemano, nadie sabe que acontece.

Dirección: Jean-Pierre y Luc Dardenne.

Intérpretes: Thomas Doret, Cécile De France y Jerémie Renier.

Bélgica. Francia. Italia. 2011. 87 minutos.

 

La voz dormida

 

Arrancábamos este repaso con Margin Call, una buena propuesta (y necesaria) sobre un tema tan manido como es el de la crisis económica, y vamos acabando con otra, en principio tópica también, pero también necesaria, como es la adaptación cinematográfica por Benito Zambrano de La voz dormida, el best-seller en el que Dulce Chacón recrea la sordidez de los primeros años de la posguerra civil española.

Sí, a nadie se le escapa que no son pocas las crónicas al respecto y que la calidad no es precisamente el distintivo de muchas de ellas, pero las peripecias de la mujer que deja el campo para acercarse a su hermana prisionera, embarazada y condenada a muerte por sus ideas, en la madrileña cárcel de Ventas, contiene una solidez inusual, una verosimilitud aterradora y una emoción que, al margen de lo que cada cual piense, atrapa. Lo fácil es saltársela al grito de «otra más sobre la guerra, ya vale, ¿no?», pero lo aconsejable es dejarse caer por la sala dónde la den.

Dirección: Benito Zambrano

Intérpretes: María León, Inma Cuesta, Marc Clolet y Daniel Holguín.

España. 2011. 128 minutos.

 

Otra tierra

Y para cerrar, una exquisitez sobre las que las palabras sobran. Vaya, simplemente, una pista sobre esta original (cuantas veces, pero no ésta, se utiliza sin calado este calificativo) propuesta: en el firmamento aparece de improviso un nuevo planeta, réplica exacta del nuestro. Otra Tierra es posible, parecen querer decirnos desde lenguajes y actitudes muy diferentes los dos protagonistas de la historia, una adolescente que intenta buscar sentido a lo que ve, y un hombre maduro que acepta los hechos con resignación. Con un sutil trasfondo de ciencia-ficción, Otra tierra emerge ante nuestros ojos enigmática, serena, redonda; una belleza.

Dirección: Mike Cahill.

Intérpretes: Brit Marling, Willian Mapother y Matthew-Lee Erlbach.

EE.UU. 2010. 91 minutos.