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El editor que descubrió a Thomas Wolfe

Debut fílmico del realizador teatral británico Michael Grandage, El editor de libros está basada en el libro con el que Scott Berg ganó el Premio Pulitzer y cuenta con la actuación sobresaliente de Colin Firth, al que secunda con mucha dignidad, acaso en el hasta ahora mejor papel de su carrera, Jude Law.

Una tras otra, buena parte de las editoriales de Nueva York habían rechazado los textos de un Thomas Wolfe (Jude Law) cada vez más hundido en la desesperanza literaria. En ese estado casi terminal acude a la editorial Charles Scribner’s Sons, en donde conoce a Maxwell Perkins (Colin Firth), profesional con enorme ojo e intuición que sabe ver la joya que aquellos montones de folios esconden.

El envite está tomado y Perkins se alía con aquel joven excéntrico que en poco tiempo y sin haber cumplido los treinta se convertiría en uno de los novelistas de mayor calado de la primera mitad del siglo XX. El escritor que hoy, aunque su nombre “suene” menos, es unánimemente equiparado a grandes creadores sureños de la talla de Faulkner, Carson McCullers o William Styron.

Centrada en la relación que existió entre Perkins y Wolfe, la película arranca con el encuentro entre ambos y discurre en el arduo proceso creativo que a ambos les unió y que fraguó en obras tan colosales como El ángel que nos mira, que convirtió en personaje público al escritor cuando tenía sólo 29 años y Del tiempo y del río, una obra desmesurada de varios miles de folios que la colaboración creador-editor en sesiones a cuatro manos de ocho o más horas diarias convirtió en una pieza racional que tuvo un enorme éxito.

Tras esta publicación “recortada”, la amistad y relación profesional entre ambos se enfrió tras las declaraciones de Wolfe que acusaba al editor de mutilar sus libros. Más cauto Perkins, que siempre defendió la genialidad del escritor, manifestaba la imposibilidad de publicar tal cual aquellos textos “sin medida”.

Justicia

El teatro que lleva dentro el veterano Michael Grandage se siente en un duelo de diálogos sin desperdicio y en la puesta en escena de una película de impecable fotografía bañada en sepia que logra instalarnos en el ambiente neoyorquino de aquellos años.

Colin Firth, con otra sobria y soberbia muestra del actor que lleva dentro, hace plenamente creíble este ejercicio de justicia poética con la figura del responsable directo de que hoy tengamos entre las manos algunos de los textos más brillantes de la literatura estadounidense del pasado siglo.

El editor de libros cumple uno de esos ejercicios de justicia poética para darnos a conocer la figura de uno de los mayores editores y descubridores de talentos literarios de la cultura anglosajona occidental.

El guionista John Logan (El aviador, Gladiator, La invención de Hugo), responsable de la adaptación al cine de la novela de Scott Berg, comenta sobre su trabajo: “Quería contar los entresijos de estos grandes nombres de la literatura, pero, ante todo, reivindicar la figura de Perkins. Él siempre decía que su trabajo era hacer llegar a los lectores los mejores libros posibles. Y en ese proceso quería ser invisible pese a ser el confidente, amigo o mecenas de sus autores”.

Por su parte, Jude Law logra un magnífico trabajo, reflejando las tribulaciones de un escritor de fuerte personalidad que vivió durante años de impartir clases de inglés en la Universidad de Nueva York hasta que Perkins lo situó en la historia de la literatura.

Calma final

Nacido en 1930 en la pequeña población de Asheville, el lugar en el que en 1948 moriría Zelda Fitzgerald, la mujer de Scott, entre los muros de un manicomio, Wolfe era hijo de un cantero y el menor de ocho hermanos. Desde muy joven quiso entrar en el mundillo teatral, algo que nunca consiguió pese a tener una larga relación sentimental, desde los 25 años, con Aline Berstein (Nicole Kidman en la película), una mujer casada, con dos hijos y veinte años mayor que él, que por entonces era una célebre diseñadora de vestuario muy reputada en la escena teatral y operística neoyorquina.

En sus libros, muy líricos y de marcado carácter autobiográfico, no se cortaba, y eso le enemistaba con su entorno, también con el familiar, lo que le obligaba a alejarse de sus lugares de residencia. Viajó al menos siete veces a Europa y al final de su vida emprendió un periplo de miles de kilómetros por diez parques naturales del Oeste de Estados Unidos. Ese viaje lo dejó agotado y en el verano de 1938, con sólo 38 años de edad, se le diagnóstico una grave neumonía que derivó en una irreversible infección tuberculosa cerebral.

En su lecho de muerte y tras años de alejamiento escribió una emocionante carta dirigida a Perkins en la que reconocía lo mucho que le debía y le expresaba “una gratitud sin límites y una amistad eterna”.

El editor de libros [1]El editor de libros [2]
Dirección: Michael Grandage
Guion: John Logan (Basado en Max Perkins, el editor de libros, de A. Scott Berg)
Intérpretes: Colin Firth, Jude Law, Nicole Kidman, Laura Linney, Guy Pearce, Dominic West, Vanessa Kirby
Fotografía: Ben Davis
Música: Adam Cork
Estados Unidos, Reino Unido / 2016 / 104 minutos