El espía que se adentró en el frío

Como registran los manuales de historia del siglo XX, la popularmente conocida como Guerra Fría supuso un ácido enfrentamiento político, económico, social, económico y militar entre los dos grandes bloques que gobernaban el mundo: por una parte el Occidental, liderado por Estados Unidos, ideológicamente ligado al capitalismo, y el de los países del Este, gobernado por la Unión Soviética y marcado por el comunismo.

Entre los conflictos que en aquellos tiempos tuvieron alerta a todo el planeta, uno de los más amenazantes fue la crisis de los misiles cubanos de 1962. Es en ese período en el que se sitúa la acción de El espía inglés.

Por entonces, el empresario e ingeniero Greville Wynne (Benedict Cumberbatch) se infiltra como espía, en principio casi sin quererlo, en el servicio de inteligencia británico MI5. Cuando la crisis mencionada parece inclinar la balanza a favor de la URSS, Wynne comenzará a trabajar con la CIA para, en colaboración con un coronel soviético, filtrar información sobre el plan que tienen en marcha los rusos y así intentar evitar una catástrofe.

La película, que fue oficialmente presentada en el Festival de Sundance, está protagonizada por Benedict Cumberbatch, quién interpreta a Greville. Como señala el propio actor: “Cuando me contaron la historia del hombre al que interpreto no me podía creer lo sucedido porque no era fácil asumir que aquel empresario cuarentón sin demasiadas aspiraciones se convertiría en una pieza clave en un conflicto que ponía en peligro la paz mundial”.

Completan el reparto en sus papeles clave Rachel Brosnahan, que da vida Emily Donovan, agente de la CIA que dirige las operaciones de Wynne, y Merab Ninidze, encarnando al coronel Oleg Penkovsky.