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En el intento de no ser olvido

Basada en el libro homónimo, –título tomado del primer verso del soneto Aquí. Hoy, atribuido a Borges y hallado en uno de los bolsillos de Héctor Abad Gómez el día en que fue asesinado–, El olvido que seremos es una película sobre aquel humanista y filántropo, destacado médico y activista en el Medellín polarizado y violento de los años 70. La historia relata la vida del doctor, padre de familia preocupado tanto por sus hijos como por los niños de las clases menos favorecidas. En la familia de Héctor Abad se respira la vitalidad y la creatividad características de una educación fundamentada en la tolerancia y el amor.

Nada hace prever que un terrible cáncer terminará con la vida de una de sus hijas. La tristeza y la rabia por la pérdida de un ser tan querido llevarán al protagonista a entregarse, con toda su alma, a la causa de abrirle los ojos a una sociedad intolerante que no solo no lo escucha, sino que lo perseguirá hasta acallarlo.

En primera instancia, el libro y ahora la película constituyen el relato íntimo visto desde los ojos de su único hijo varón, uno de los escritores más destacados de la Colombia contemporánea, cuyo libro se convirtió en un superventas traducido a 12 lengua.

Motivaciones

David Trueba firma el guion de este largometraje galardonado con el Goya a la mejor película iberoamericana, seleccionado por el Festival de Cannes y como película de clausura en el de San Sebastián, candidato a los Óscar por Colombia y gran favorito, con 12 candidaturas, en los Premios Platino del Cine Iberoamericano.

Con la positiva carga de algunos de los cineastas clásicos que Trueba admira, la película se nutre de planos y enfoques que evocan al mejor John Ford. Utiliza el color y el blanco y negro para adentrarse en la vida y los recuerdos de los personajes a los que en su intimidad retrata y se alimenta de la dignidad absoluta que Javier Cámara aporta a su actuación. Desde los gestos y ademanes al acento peculiar de su habla, Cámara se funde con el ser humano al que interpreta. Así lo corroboran los familiares y quienes personalmente conocieron al biografiado. En conjunto la película constituye un ejercicio de sensibilidad y cine de altura.

Respecto a las motivaciones, Trueba señala: “Siempre que me enfrento a una adaptación me viene a la memoria el viejo chiste de Hollywood: dos cabras buscan comida entre la basura y una está comiéndose una bobina de película. ‘¿Qué tal?’, le pregunta la otra. ‘Me gustó más el libro’. Tratándose de El olvido que seremos, el chiste de la cabra es más real que nunca, pero también la cobardía más cobarde. Pues si se trata de un libro necesario, y este es el caso, y no solo para Colombia, ni siquiera para Latinoamérica, sino para todos los habitantes de este maltratado planeta, hay que preguntarse si la película no era también necesaria. Me animó a realizarla el pensar en el mundo en el que vivimos en el que los valores están perversamente trastocados y existe verdadera fascinación por el malo. Generalmente se identifica maldad con inteligencia y bondad con estupidez. El olvido que seremos habla de un hombre bueno, entendiendo por tal a quien se levanta e intenta hacer algo por los demás. Héctor Abad dedicó a ello toda su vida. Las posibilidades de llegar a más personas con el cine son mucho mayores que con la literatura. Entonces me convencí de que El olvido que seremos debía llevarse al cine, los valores que defiende esa historia que nos remueve por dentro, que a nadie deja indiferente porque a todos nos afecta, debía ser contada y recontada. Aunque solo sea con la esperanza de hacer un poco mejor este mundo o, más modestamente, de que más miles de personas lean el libro”.

Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, fundador de la Escuela Nacional de Salud Pública que hoy lleva su nombre, investigador en ciencias de la salud, antropólogo, sociólogo, político, demócrata integral, periodista, escritor y ensayista a Héctor Abad Gómez (Jericó, 1921 – Medellín, 1987)  ante todo se le identifica en Colombia, su país, como defensor de los derechos humanos.

Desde joven se dedicó a la educación, prevención y atención primaria en salud, especialmente entre los sectores populares; sus opiniones en asuntos de salud pública fueron integradas en distintos programas de gobierno. Como médico y profesor, Abad Gómez fue un innovador de la educación universitaria que repetidamente se mostró contrario la formación médica individualista a la que consideraba carente de orientación social. Luchó para que los recursos económicos no se desviaran hacia la guerra y el gasto militar, y se invirtieran en agua potable que llegase a toda la población.

Autor de numerosos artículos en periódicos y revistas en los que siempre llamó a la sensatez, a la democracia y a la convivencia pacífica, en uno publicado póstumamente, expresó: “Sólo una emboscada siniestra podrá silenciarnos”.

Esa emboscada se produjo en Medellín el 25 de agosto de 1987. A raíz de sus denuncias desde el Comité para la Defensa de los Derechos Humanos de Antioquía, de la que fue fundador y presidente, a través de su programa de radio y en su columna en el periódico El Colombiano se convirtió en blanco de varias organizaciones armadas.

Aquel día de agosto su amigo, el abogado Luis Fernando Vélez, fue asesinado a balazos. Esa misma tarde, una mujer buscó a Abad Gómez en su consulta y le animó para  que dijera unas palabras en el velatorio de Vélez que tenía lugar en el edificio del Sindicato del Magisterio de Maestros, a donde Abad se dirigió a pie en compañía del estudiante Leonardo Betancur. Al llegar al edificio, Abad Gómez fue abordado por un par de sicarios que le dispararon a bocajarro acabando con su vida y la de su acompañante.  

En 2014, el crimen del Dr. Abad Gómez fue declarado delito de lesa humanidad  por la Fiscalía General de la Nación, al demostrarse que el asesinato fue parte de un siniestro plan del narcotráfico, en complicidad con grupos paramilitares y agentes de seguridad del Estado, para eliminar a los miembros y simpatizantes del partido Unión Patriótica.

Como escribe Abad Facciolince en el capítulo que cierra su libro, “todos estamos condenados al polvo y al olvido, y las personas a quienes yo he evocado en este libro o ya están muertas o están a punto de morir o como mucho morirán –quiero decir, moriremos- al cabo de unos años que no pueden contarse en siglos sino en decenios”. Verdad es, pero también lo es que su obra, la que ahora el cine magníficamente rescata, es un logrado intento de no ser, o al menos de retardar, ese olvido.

El olvido que seremos

Director: Fernando Trueba

Guion: David Trueba sobre el libro homónimo de Hector Abad Faciolince

Intérpretes: Javier Cámara, Juan Pablo Urrego, Aída Morales, Patricia Tamayo, maría Teresa Barreño, Laura Londoño

Fotografía: Sergio Iván Castaño (ADFC-FELAFC)

Música: Zbigniew Preisner

Colombia / 2020 / 136 minutos