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«La labor del arte es sembrar conciencia»

Como argumentó el propio autor en la presentación de La danza de la realidad en Madrid, esta película es un peculiar ejercicio autobiográfico imaginario, «mi casi-realidad», aunque no en el sentido de ficticia, «pues todos los personajes, lugares y acontecimientos son verdaderos», sino en el hecho de que la historia profunda de su vida es un esfuerzo constante para expandir la imaginación y ampliar sus límites, «para aprehenderla en su potencial terapéutico y transformador».

Orígenes

Con el estilo que lo ha llevado a ser una de las figuras más reconocidas del cine fantástico, Alejandro Jodorowsky lleva a la pantalla los recuerdos de su infancia en Tocopilla, el pequeño pueblo escondido en el desierto chileno en donde nació y en donde pese a las presiones de su despótico padre, un comunista recalcitrante, y la abnegación de una madre amorosa pero débil, tuvo que abrirse camino en medio de una sociedad que no siempre entendió sus orígenes.

En su vuelta al cine, -«aunque nunca me fui. En todos estos años en mi casa ante una gran pantalla veía películas que me despertaban la envidia, pero también muchísima rabia porque solo se hace cine para vender»- la imagen se llena con los personajes de su niñez y adolescencia. Por su ciudad vagaban los tullidos víctimas de la dinamita utilizada en las minas próximas, personajes que se emborrachaban con alcohol de quemar. Allí vive Alejandro, entre una madre acogedora que habla cantando y un padre fustigador que no le pasa ni una.

Secuencias descarnadas

A través de este, su séptimo filme, y en términos, en no pocas secuencias (especialmente las referidas a la figura paterna) descarnados, Jodorowsky, con su propia presencia como actor y con la ayuda de la sobria interpretación de tres de sus hijos, intenta hacer un pacto con su pasado. «En la película no quiero mostrar, pretendo experimentar, hacer un arte terapéutico pero no aburrido. Sentir el despegue del pasado, aterrizar en un cuerpo de adulto, soportar el peso de dolorosos años, pero en el corazón conservar al niño», afirma el cineasta.

Porque Jodorowsky insiste en la necesidad de que el arte sea un revulsivo. «El arte no es tal si no cambia al que lo percibe, si no siembra y remueve conciencias».

Que vuele la imaginación

El libro del que parte y su adaptación al cine, concluye Jodorowsky, dejan claro que no se puede abordar la realidad sin desarrollar la imaginación desde múltiples ángulos.

«Normalmente lo visualizamos todo según los estrechos límites de nuestras creencias condicionadas. De la realidad misteriosa, tan vasta e imprevisible, no percibimos más que lo que se filtra a través de nuestro reducido punto de vista. La imaginación activa es la clave de una visión amplia: permite enfocar la vida desde ángulos que no son los nuestros, imaginando otros niveles de conciencia, superiores al nuestro. Esta búsqueda me separó de mi yo ilusorio, me hizo huir de Chile y me impulsó a buscar con desesperación un sentido a la vida».

«Me gustaría que después de ver la película cada cual sintiese la necesidad de hacer su árbol genealógico, que comenzase a examinar su memoria, a buscar un perdón interior, a encontrar su valor, que termine de despreciarse, que tenga otro sentido del ser humano, que no busque el poder, que se dé cuenta de que el dinero no es dios. Eso me compensaría de todos los esfuerzos».

El autor y su obra

Alejandro Jodorowsky nació en el seno de una familia de origen ucraniano. Filósofo, poeta, novelista, actor y director de teatro y cine es el creador de dos técnicas terapéuticas que han revolucionado la psicoterapia contemporánea.

La primera de ellas, la psicogenealogía, sirvió de base para su novela Donde mejor canta un pájaro y la segunda, la psicomagia, fue utilizada en El niño del jueves negro. Su autobiografía, La danza de la realidad, desarrolla y explica estas dos técnicas.

En España gran parte de su obra ha sido editada por Siruela, que ha publicado Las ansias carnívoras de la nada, Cabaret místico, El maestro y las magas, Evangelios para sanar, La vía del Tarot, El loro de siete lenguas, Manual de Psicomagia, Metagenealogía, Ojo de Oro, Psicomagia, Teatro sin fin, El tesoro de la sombra, Tres cuentos mágicos y Yo, el Tarot.

El próximo octubre llegará a las librerías 365 tuits de sabiduría.

Como cineasta ha realizado únicamente siete películas a lo largo de 45 años. Su vida como director no ha sido fácil. En México intentaron lincharlo tras la proyección de Fando Lis, su primera película. La Montaña Sagrada tardó mas de tres décadas en ser reconocida y no consiguió rodar Dune antes de David Lynch. «Acaso por todo ello me alejé del cine y me he dedicado tantos años a la literatura, al cómic o al tarot. Pero aquí estoy de nuevo», apostilla socarrón.

La danza de la realidad Cartel [1]La danza de la realidad [2]
Dirección y guion: Alejandro Jodorowsky
Intérpretes: Brontis Jodorowsky, Pamela Flores, Jeremias Herskovits, Alejandro Jodorowsky, Bastian Bodenhöfer, Andres Cox, Adan Jodoroswsky, Cristóbal Jodorowsky
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Música: Adan Jodorowsky
Francia / 2013 / 130 minutos