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Los mejores ‘pantallazos’ del año

De las cerca de 250 propuestas que, como espectadores, hemos tenido la suerte de ver, nos quedamos con los siguientes ‘pantallazos’:

BlancanievesBlancanieves [1]. Estamos ante una de las joyas cinematográficas del año. Blancanieves… el cine se ha hecho eco del relato no pocas veces y en versiones muy diferentes de las que acaso la más popular sea la dibujada de Walt Disney, que supuso la primera y sólida piedra de su descomunal imperio. Pero casi con seguridad nada tan original y atrevido como la que firma como guionista y director Pablo Berger, que ha convertido el cuento de los Grimm en un relato ambientado en los primeros años del siglo XX, en el sur de España y en el mundo del toreo.

Fiel al espíritu sombrío del original, rodada en blanco y negro y sin sonido, esta Blancanieves reinventada es mágica aunque carezca de príncipes y hadas. Mágica por su muy potente estética. Mágica, aunque nos haga pensar en la desesperanza. Mágica, en fin, porque emociona y conmociona.

cueva-suenos-olvidados-werner-herzog-L-DHlOJgLa cueva de los sueños olvidados [2]. Werner Herzog vuelve a demostrar que es uno de los grandes que sigue dándole a la manivela cinematográfica. En esta ocasión se introduce con su cámara en la cueva Chauvet-Pont-d´Arc, un recinto hasta ahora inaccesible que alberga pinturas prehistóricas con más de 30.000 años de antigüedad, le añade música y voz y nos la descubre en todo su inquietante esplendor. Este es el todo y la parte del asombroso documental La cueva de los sueños olvidados.

Haciendo frente a las limitaciones técnicas marcadas por lo protegido del espacio en cuestión, –aunque ha rodado en 3D, lo que amplía la magnitud de lo que estamos viendo–, y por las físicas derivadas de la alta concentración de dióxido de carbono y radón que impiden la permanencia en el interior durante períodos largos, Herzog se ha sacado de la manga unas imágenes de belleza hipnótica. Arte en estado puro.

El espectador sale del cine deslumbrado y confuso, porque gracias a la maestría del director alemán y, obvio, a la grandiosidad de lo que ha filmado, tiene la sensación de que las figuras y los prehistóricos caballos y mamuts de la caverna de Chauvet han estado piafando a su lado en la sala, que ha palpado con sus ojos aquellas maravillosas paredes que nos ayudan a entender algo mejor quiénes somos y, al cabo, de dónde venimos. Deslumbrante.

Andrei_Zviaguintsev_ElenaElena [3]. Casi diez años después de ganar el León de Oro en Venecia con El regreso (2003), retorna, tan reflexivo como entonces, el ruso Andrei Zviaguintsev para contarnos Elena, una historia llena de matices que se llevó el Premio Especial del Jurado en el último Festival de Cannes.

Película de planos largos y silencios; instintos y frustraciones, contenidas miradas filmadas desde una cámara que esgrime como arma, sutil pero incendiaria, un director que pregunta más que contesta, reflexiona y nos hace reflexionar sobre algunas de las ideas más establecidas e inamovibles en eso que conocemos como el pensamiento popular.

 Apoyándose en la música visual de Philip Glass, acaso repetitivo pero siempre acertado, Zviaguintsev plantea una cosa y su contraria: la riqueza frente a la pobreza, la acción frente a la pasividad, el compromiso frente a la indiferencia… Acaso de forma premeditada, sitúa al espectador en el centro de conceptos antagónicos, en el medio y medio del dilema. Como si quisiera agitarlo y exigirle que se cuestione lo que acaba de ver. A través de Elena lo consigue; ¡vaya si lo consigue!.

el_artista_y_la_modeloEl artista y la modelo [4]. «La película cuenta la relación entre una persona que empieza a vivir y una a la que se le acaba la vida». La sinopsis procede del propio Fernando Trueba, director de El artista y la modelo, una reflexión sobre la creación artística que ha madurado en su cabeza a lo largo de dos décadas.

La espera ha merecido la pena. Queda la esencia y poco más de aquella primera idea que manejó con el fallecido Rafael Azcona. Pero la esencia, sí. Esa que, con la ayuda del guionista Jean-Claude Carrière (que escribiera en su momento para Buñuel y Polanski), ha fraguado en una cinta en blanco y negro llena de sutileza y gusto: una belleza.

En la Francia de la Segunda Guerra Mundial, una joven española huida de un campo de concentración es acogida por una pareja de ancianos en un pueblecito de los Pirineos. Él es un viejo escultor que ha perdido la ilusión por casi todo; el arte incluido. Poco a poco, mientras ella posa como modelo y él intenta recuperar la inspiración, despertar al artista que albergaban sus manos, irá surgiendo una especialísima relación. La belleza y la creación, la juventud y el paso del tiempo, la vida y la muerte… van surgiendo en sus conversaciones desde perspectivas que, situadas en principio en las antípodas, están abocadas a aproximarse.

Rodada en blanco y negro sin artificio alguno, El artista y la modelo destila verdad, lo que no es poco en los tiempos que corren. La ayuda de Aida Folch y Jean Rochefort, que actúan como si no lo estuvieran haciendo, es decisiva para el espléndido resultado final. Al contemplarla cobran fuerza sus retadoras palabras: «El arte no es mirarlo, ni escribir sobre ello, ni una pintura colgando, es mientras se hace…». Con El artista y la modelo lo ha logrado.

cesar-debe-morirCésar debe morir [5]. En el teatro de la cárcel de Roma acaba de concluir la representación del Julio César de Shakespeare. El público aplaude entusiasmado. Las luces se apagan y los actores retornan a su condición de presos camino de las celdas.

Seis meses antes el director de la prisión les había propuesto a los reclusos la escenificación de la obra. El primer paso es el reparto de los papeles, el segundo el estudio del texto por cada cual. El idioma universal de Shakespeare ayuda a los presos a identificarse con los personajes. Es un camino largo, difícil, plagado de ansiedad y de esperanza; el mismo por el que transitan sus vidas. Es el camino que recorremos de la mano de Paolo y Vittorio, los hermanos Taviani, que con César debe morir, que obtuvo el Oso de Oro en el último Festival de Berlín, nos vuelven a instalar en el gran cine.

 

profesor-lazhar-pelicula-9Profesor Lazhar [6]. Las aulas han sido a menudo objetivo de las cámaras. Esas películas reflejaban el momento social en el que fueron rodadas de un modo peculiar; casi siempre supusieron un buen test.  Esta cinta canadiense toca temas tan actuales como la integración de los inmigrantes, el choque de culturas, las contradicciones, la capacidad de comprensión, la muerte…

La historia comienza con el fallecimiento repentino de una maestra en un colegio de Montreal en pleno curso escolar. El sustituto es un inmigrante argelino de mediana edad con experiencia pedagógica en su país de origen. Ese profesor revolucionará a su modo la óptica de sus pequeños alumnos. Les ayudará a superar el trauma de la maestra desaparecida, les alimentará la curiosidad por lo que no conocen y, entre otras muchas lecciones de vida, les hará ver que la diferencia también es un valor.

Martha-Marcy-May-Marlene-1024x682Martha Marcy May Marlene [7]. Difícil título para una película que se diluyó en la cartelera a pesar de que haber ganado en Cannes (Premio a la Mirada Joven), Sundance (Mejor Director) y San Sebastián (Zabaltegui Perlas). A pesar de que la protagonice, y de un modo deslumbrante, Elizabeth Olsen, una de las sensaciones de la nueva hornada de actrices norteamericanas. A pesar de que la historia tiene las dosis de suspense, provocación, escalofrío, ternura, espectáculo, sexo y terror psicológico que parecen exigir los actuales tiempos cinematográficos.

Se nos cuenta la huida de Martha que, abducida por una secta, logra reaccionar y escapa para refugiarse en casa de su hermana. La turbación de la protagonista llena la apuesta y convierte esta película en un juego de paranoias extraordinariamente bien enlazadas.

Gana el resultado cuando se enfoca el desencuadre vital de Martha, su compleja personalidad y su lucha por recomponerse, y se desinfla un punto cuando se intenta explicar la evolución de alguno de los personajes (especialmente el cuñado de la protagonista). Pero el conjunto sale más que airoso y convierte a Martha Marcy May Marlene en una cinta que hipnotiza.

el-molino-y-la-cruzEl molino y la cruz [8]. Pieter Bruegel el Viejo [9] se pasea por el escenario del cuadro que está pintando o está apunto de pintar. Insólita imagen del gran maestro de la escuela flamenca observando en el lugar de los hechos las figuras, las luces, el paisaje de lo que será su Camino al calvario [10], la obra de arte que bajo el titulo El molino y la cruz se hace película de la mano del director polaco Lech Majewski [11].

Sirviéndose de las nuevas tecnologías y efectos 3D, y tras tres años largos de trabajo, Majewski nos traslada a 1564, año en el que fue pintado el cuadro, y nos instala en aquel Flandes gobernado con mano de hierro por la Monarquía hispánica para narrarnos la hipotética historia, en aquel marco, de la pasión de Cristo.

De los 500 personajes representados en el cuadro de Bruegel que cuelga en Viena, la película rescata una docena que desarrolla su actividad en un paisaje de negros presagios en el que un hombre va a ser crucificado.

Ahí está desde hace cuatro siglos largos, -enigmático, majestuoso y, como todo Bruegel, preñado de simbolismo-, el cuadro que cuelga en el Museo de Viena. Y ahora, nos llega, también magistral a su modo, El molino y la cruz, que invita al espectador a saltar la barrera y colocarse codo a codo con un Bruegel que transita y toma notas, observa y corrige en el propio escenario de los acontecimientos lo que va a ser su indeleble obra.

holy-lavant-mendesHoly motors [12]. Otra bomba. En opinión de quien esto escribe, con diferencia la más explosiva del año. La firma Leos Carax, aquel que llevaba 13 años desaparecido tras la cámara. Aquel que recientemente confesaba: «Descubrí el cine con 16 años y fue como descubrir una isla, una isla hermosa, con un gran cementerio, y decidí quedarme a vivir en ella».

Hilarante y, al tiempo, perdidamente melancólica, Holy motors es una fiesta, -ácida a veces pero de la que todos quisiéramos participar- que protagoniza Oscar, un hombre que viaja por París en limusina dispuesto a encarnarse en nueve personajes diferentes. Nueve papeles en el teatro del mundo, nueve máscaras que en realidad son una sola pues el hombre de negocios, el vagabundo, el amante, el asesino a sueldo, el padre preocupado, el monstruo… todos son Oscar . Todas construyen un personaje único: el hombre contemporáneo.

Distinta hasta la médula. Extraordinaria desde el primer encuadre, aquel en el que un hombre accede a una sala de cine en la que no queda claro si hay o no espectadores y, advierte el director, «que más da pues aunque no haya audiencia el espectáculo debe continuar». En fin… esta apuesta llena de interrogantes está llamada a perdurar entre las grandes.

Y además…  

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