Hijo de Hernán Larraín, ministro de Justicia y Derechos Humanos en el segundo gobierno de Sebastián Piñera, y de Magdalena Matte, también ministra de Vivienda y Urbanismo con Piñera, Pablo Larraín se formó en comunicación audiovisual antes de debutar como director en 2005 con Fuga, con la que ganó en los festivales de Cartagena, Málaga y Trieste. Sus siguientes títulos, Tony Manero y Post Mortem, consolidaron la irrupción de un cineasta llamado a perdurar.
A través de su trabajo ha mostrado una perspectiva liberal y contraria a cualquier tipo de dictadura. De hecho, su cuarto largometraje, No —nominado al Óscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa, convirtiéndose en el primer largometraje chileno que optaba a estos premios—, lo protagoniza un publicista que desarrolla una campaña a favor del no en el plebiscito de 1988, para impedir que Augusto Pinochet siguiera en el poder. “En Chile, la derecha es responsable directa, a través del gobierno de Pinochet, de lo que pasó con la cultura en esos años, no solo con la eliminación y la no propagación de ella, sino también de la persecución de autores y artistas. Mi país estuvo casi veinte años sin posibilidad de expresarse desde el punto de vista artístico”.

También han sido muy reconocidos El club, que ganó el Oso de Plata del Jurado en Berlín en 2015, Neruda, sobre la persecución política que el poeta y entonces senador sufrió durante el gobierno de González Videla; Jackie, su primera película rodada en inglés, protagonizada por Natalie Portman, y Spencer, por Kristen Stewart, ambas nominadas al Óscar por estos trabajos. Por otra parte, El Conde logró en 2023 el galardón como mejor película en Venecia.
Director y guionista de numerosas series, es cofundador de Fábula, empresa dedicada a la producción de cine y televisión y una de las compañías más creativas y prolíficas de América Latina. Entre sus producciones figura Una mujer fantástica, ganadora en 2018 del Óscar a la mejor película de habla no inglesa, y el documental La memoria infinita, también nominado a los Óscar como mejor documental y ganador del Goya en la categoría de mejor película iberoamericana.
Ahora, al referirse a la motivación para encarar un filme sobre María Callas, puntualiza: “Durante mi infancia y durante años tuve la suerte de asistir al teatro de la ópera de Santiago con mi familia. Y me encantaba desde una edad temprana. Ahora resulta curioso y bonito pensar que veríamos algunas de las óperas que hicieron a Callas famosa, incluso cuando no estaba viva. Simplemente estaba enamorado y flotando después de verlas, y cuando nos íbamos a casa, mi madre decía: ‘Vale, hijo, así que lo has visto, esto es lo real’, y reproducía música de María Callas. Crecí con la presencia de esta cantante de un nivel superior, alguien con una voz angelical. Después, por supuesto, tuve la oportunidad de saber más sobre su vida. Así que, después de realizar Jackie y Spencer, sentí que este era el mejor final para culminar el proceso de estas tres películas. Es, además, mi primer largometraje sobre una artista, creando así una dinámica diferente para mí a la hora de conectar el personaje con el argumento.”
– ¿Ha enfocado la vida de María Callas como una ópera en sí misma?
Muchas de las óperas en las que actuaba Callas eran tragedias, entonces el personaje principal que ella interpretaba solía morir en el escenario en la última escena. La narrativa de esas óperas es muy diferente a la de su vida, pero encontré un puente de conexión entre ella y los personajes que interpretaba. Una de las cosas que hablé desde el primer momento con el guionista Steven Knight fue que esta película trata sobre una persona que forma parte de las tragedias que interpretaba en el escenario. Hay una especie de mapa escondido en la película donde la pieza musical que utilizamos, ya sea solamente la orquesta o el canto, está relacionada con el momento de la película. No están ahí solamente porque funcionan, sino porque tienen una motivación dramática. La ópera es una forma de trascendencia, un modo de expresar emociones que no puedes comunicar con palabras.
– ¿Por qué decidió abordar solamente el final de su vida?
María Callas pasó toda su vida cantando para el público, para otros. Y su vida personal estaba siempre conectada con sus relaciones. Siempre estaba intentando complacer a alguien, a sus parejas, a sus familiares o a sus amistades. Y ahora, en esta película, en el final de su vida, decide hacerlo para sí misma. Va a intentar cantar para sí misma. Por lo cual, esta película es sobre alguien que está buscando su propia voz e intenta entender su identidad. Una celebración de su vida.
– Dada su compleja vida personal, ¿considera a Callas una superviviente?
Creo que tuvo muchos problemas, y muchos momentos tristes. Pero sus biógrafos y quienes hemos analizado su vida estamos de acuerdo en que era una persona que solo era verdaderamente feliz cuando estaba sobre el escenario. De esa manera, llenaba su corazón y su alma. Aunque fue alguien que, en cierto punto de su existencia, se dio cuenta de que su voz no era lo suficientemente fuerte como para actuar en su nivel más álgido, el único nivel que ella pudo aceptar jamás. La película describe las dificultades de un ser humano que ha perdido el elemento que no solo la dio a conocer, sino también creó su persona a todos los niveles. Pero no estamos mirándola con compasión, y no creo que la audiencia tenga que sentirse mal por ella. Creo que los espectadores entenderán quién era y por qué lo hicimos así, también gracias a la magnífica actuación que nos ha dado Angelina.
– ¿Qué es lo que le llevó a concluir que Angelina Jolie era la actriz ideal para interpretarla?
Hay algo común en personas como Callas y Jolie, y es que tienen una presencia física en el escenario, delante de una cámara o, incluso, en una sala. Sientes la enorme cantidad de humanidad que traen consigo. Angelina no tuvo problema alguno en interpretar a María Callas y asumió esa carga, ese peso, ya que ya lo tiene. Además, también se tomó muy en serio la preparación de este papel a lo largo de seis o siete meses. Le dije: “La mejor preparación que puedes tener para este personaje es el proceso de cantar”. También hay un nivel de fragilidad, sensibilidad e inteligencia que Angelina posee y que realmente la diferencia. Sientes que desaparece en el papel de un modo que puedes adentrarte en la película y olvidar rápidamente que estás viendo a Angie. Requiere un talento poderoso e inmenso, pero también su dedicación y disciplina.
– ¿Cómo percibió el proceso que llevó a cabo la actriz para aprender a cantar?
Esto fue el verdadero desafío: hacer una película sobre María Callas con su propia voz, porque, ¿por qué la harías sin ella? Es un elemento esencial, por supuesto. Angie tuvo diferentes etapas en su preparación. Al principio, fue con cantantes de ópera y profesores de canto quienes le ayudaron a tener una postura correcta, la respiración, el movimiento y el acento. Estaba cantando óperas o arias muy específicas, y la mayoría están en italiano. Tienes que cantarlo adecuadamente y llegar a los tonos correctos, y eso quiere decir ser capaz de seguir la melodía y cantarla debidamente. Grabamos su voz, su respiración, todo. Hay momentos en la película donde oyes a Callas en su momento más álgido, en la que la mayor parte que se escucha es Callas, pero siempre hay un fragmento de Angelina. Y, a veces, hay más Angelina que Callas. Es una canción de varias capas que tiene diferentes voces. Angelina tuvo que ir a por ello, no solo porque hacía la película más posible en términos de ilusión, sino también para realizar el proceso correcto para ella como actriz.
– ¿No consideró utilizar solo la voz de la soprano?
Creo que se trata de ser honesto con el personaje. Para mí, cuando hay cierto cinismo en la actuación no estamos en el camino correcto. No cuando el actor está tratando de parecer que está bien, llegar a la nota y mover la boca en sintonía, etc., pero el actor nunca lo ha experimentado de la manera correcta. Podría parecer peligrosamente falso, no en la tecnicidad del canto, sino en la manera que reside en ella el personaje. Creo que hay una sinceridad en la voz de Angelina que puedes sentirla muy transparente.
– ¿Cómo fue el proceso de captación de la voz de Jolie?
La única forma de hacerlo era que tenía que cantar la música adecuadamente, estar en sintonía con Callas, y cantar en voz alta. Entonces, cuando llevas la voz de Callas a la mezcla, encajan de manera orgánica. No hay una clase de tecnología milagrosa. Realmente se trata del trabajo de Angelina y la manera en que fuimos capaces de grabar eso y recoger el sonido. Angelina estaba absolutamente expuesta a cantar, a veces frente a doscientas personas o quinientos extras y tenía que cantar en voz alta y sola, y todo el mundo escuchaba solamente la voz de Angie. Yo tenía los cascos puestos, escuchaba la orquesta, un poco de Callas, un poco de Angie, así que estaba mezclando en vivo. Pero metafóricamente estaba desnuda, vocalmente, delante de cientos de personas. Al principio, fue un poco difícil para ella. Se disculpaba frente al equipo, pero todo el mundo decía: “Anda, es increíble. Sigue con ello”. A todos les encantaba porque no solo lo estaba haciendo bien, sino que también estaba siendo muy valiente.
– Onassis y Kennedy son figuras que conectan con su película previa, Jackie. ¿Siente que las dos cintas están ligadas?
Bueno, de alguna manera lo están, porque son personas que fueron queridas en vida y se mantienen como iconos hoy en día. María y Jackie fueron mujeres muy fuertes que condujeron sus vidas de la manera que quisieron, e incluyo a Diana Spencer en esto, y tenían interacciones naturales y conexiones, no solo a través de Onassis o J.F.K., sino también a través de la clase de mundo en el que estaban viviendo. Era un mundo muy masculino, y tuvieron que luchar para encontrar su propio espacio, y lo hicieron.
– ¿Entendió mejor a Callas por la investigación realizada para filmar Jackie?
Cuando María conoce a Kennedy le dice algo así como: “Somos ángeles con mucha suerte que pertenecen a un grupo de personas específico y afortunado”. Personas que pueden hacer lo que quieran. Son adinerados. Son famosos. Tienen un sitio increíble en este mundo, y no pueden alejarse de él. El hecho de que todos pertenezcan al mismo grupo no les hace amigos, pero sí miembros de la generación de aquellos que vieron el mundo desde el privilegio, pero también con autenticidad y voluntad.
– ¿Considera, como se ha insinuado, que Aristóteles Onassis fue el gran amor de María Callas?
Creo que sí, que Onassis fue el amor de su vida. Tuvieron diferentes momentos a lo largo de la relación. En los 70, vivieron una relación estrecha después de su ruptura con Jackie, pero también considero que de alguna manera era una relación tóxica. Ella podía desconectar del mundo y dejar todo bajo su control. Creo que hubo momentos de la relación que no fueron muy sanos. Pero también pienso que llegaron a un entendimiento pacífico, como individuos y como pareja, al final de sus vidas.
– También ha señalado usted que ciertas críticas, a veces muy duras, tuvo que afrontarlas por ser mujer y estar en el foco público…
En efecto, en el hecho de que era una mujer, tenía su carácter y no toleraba la poca profesionalidad. Era criticada por ello. Nunca dirías eso sobre un hombre. María era una mujer fuerte, que decía lo que pensaba en tiempos en que eso era intolerable. No tenía pelos en la lengua, no tenía miedo, y decía lo que quería hacer y cómo actuar de la mejor manera dentro de su capacidad, la máxima capacidad, y se convirtió en un icono. La gente no estaba acostumbrada a eso. Pero la paradoja es que, al ser criticada, se convirtió en quién era. Se convirtió en esa diva inaccesible, y creó un anhelo por su música y por su vida privada. Por ello, estuvo en portadas de revistas de cotilleo y revistas de ópera y de música durante cuatro décadas. Era algo absolutamente inusual.
Pablo Larraín se declara un fanático de la ópera. Por eso, en la despedida confiesa que le gustaría que su película generase más curiosidad y afición por el género: “La ópera se inició en el siglo XVI. Eran piezas de música folclóricas cantadas en italiano. Después llegaron a conectarse con historias y cuentos populares del momento, y eran interpretadas en escenarios. Entonces, comenzó a ser un arte muy popular para todos. Con el paso de los años, se ha vuelto un género más sofisticado y creo que debería ser un arte mucho más popular y accesible para el público. La Callas fue criticada por algunos cuando hizo que la ópera fuese tan popular. Uno de los objetivos de María Callas es contribuir a que esa sensibilidad operística sea más popular. En la película todas las piezas musicales son hermosas y tienen la capacidad de llegar a todo el mundo.”
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