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«Nada es más real que el mundo imaginario»

Confiesa con un cierto deje de orgullo y de misión cumplida haber recibido cartas de agradecimiento de lectores que declaran que han encontrado gracias a sus libros «las palabras que estaba buscando para expresarle mi pasión, mi deseo, a otra persona». Lo dice en el tono cadencioso, envolvente, con el que Ruy Sánchez atrapa a quien le escucha. «Cada libro es un puente entre lo visible y lo invisible», susurra. «El escritor invoca el fuego, pero solo el lector lo enciende».

¿Alberto Ruy Sánchez quién es?

He tratado de pensar en mí como alguien obsesivo. Tal vez para compensar mi falta de disciplina. Esa obsesión me ha ayudado a perseguir algunas metas artesanales en la escritura que al mismo tiempo son de conocimiento y creación. En todo lo que he hecho, tanto como autor como editor, la curiosidad y la comprensión de algo ha sido fundamental, después de aprender a mirarlo y, finalmente, aprender a contarlo.

En la revista que edito, Artes de México, en la que hacemos una exploración antropológico-estética sobre la naturaleza de las cosas, tengo como lema el sumar al placer de contemplar, el placer de comprender. Lo mismo sucedió en la semilla de Mogador. Intenté comprender en qué consistía mi disposición de hombre frente a una mujer con la cual vivía. Qué significaba todo eso que de pronto ponía en crisis nuestra relación que yo tenía que tratar de comprender de una nueva manera. Todo eso se convirtió en una nueva exploración sobre el deseo. Yo me veo y me pienso como ese obsesivo buscador de compresión, de puntos de vista, de manera de ver y de formas para contarlo.

«El deseo es alcanzable»

Porque… ¿qué es Mogador?

Es una ciudad; pero es la ciudad del deseo. Es al mismo tiempo la metáfora de una mujer y del acto mismo de desear. Hay algunas de las historias que cuento, sobre todo en la parte del fuego, donde hablo del desamor y del deseo de no amar. Porque no amar también puede ser un deseo.

La naturaleza del deseo es que siempre quieres más. Siempre se realiza, pero siempre vuelves a comenzar. Si hiciste el amor y fue maravilloso, el hecho de estar o no satisfecho no importa, porque eso no funciona con el modelo de la satisfacción, porque de lo bueno uno siempre quiere más. Esa es la idea que impregna todo este proyecto. No la idea del amor caballeresco en el sentido de que el deseo es inalcanzable. El deseo es alcanzable. El paraíso existe, pero dura un tiempo, es efímero y tienes que volver a ganarlo.

Parte de la afirmación vital que hay en este libro es una confirmación de la existencia real de lo poético. De la existencia real del mundo imaginario. Siempre nos han dicho que lo que cuenta es lo material, pero el deseo de convertirme en otra persona, el deseo de lo imaginario, es mucho más importante que la materialidad de las cosas. En ese sentido, la realidad del mundo imaginario del deseo es fundamental y tiene que ver con esa idea no de realización, sino de que somos seres deseantes. Todo el tiempo estamos deseando, hasta cuando deseamos no desear. El deseo no está en la misma dimensión humana que el amor, está en la dimensión humana de los sentidos. Es algo que tenemos intrínsecamente. Pensar en el deseo y no en motivación psicológica es uno de los grandes avances que proponen determinados filósofos, como Spinoza, por ejemplo. Sacar al deseo del mundo de lo prohibido, de lo usado y de lo sexual es importante porque nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos.

Sobre el conjunto de su escritura gravita un componente filosófico y, al tiempo, otro muy material. ¿Es premeditado ese equilibrio; esa dualidad?

Más que pensarlo como una bipolaridad, trato de hacerlo para, por decirlo así, destacar la sacralidad de la materia. En el acto amoroso hay una sacralización, una intensificación del lado espiritual. La naturaleza es creación humana intervenida en la que el hombre no controla todo. Lo espiritual en la materia, pensar el mundo como composición es algo que me interesa mucho. En todo mi proyecto narrativo está la idea de que lo que hagas es una composición. Una composición que no ahogue la naturaleza narrativa. Una composición que permita que la vida fluya.

Plantea usted el asombro como un sentido más, ¿es así?

En el asombro tiene que ver la disponibilidad del ser humano ante lo inesperado, lo incierto, lo indeterminado. La duda, pero al mismo tiempo, la revelación.

«Nunca he claudicado del concepto de perseguir una obra hasta cerrar el círculo»

Búsqueda de principio a fin. La búsqueda como un elemento esencial de la literatura…

La búsqueda es el nombre que le damos al caudal donde confluyen todos los deseos. Hablamos de una búsqueda de trascendencia en el sentido más material del término. Darle sentido a la vida, en definitiva. Para mí todo lo que escribo tiene que ver con darle sentido a mi vida como hombre y como artesano literario.

alberto_ruy_sanchez_regresa_mogador_veces_asombro [1]Aunque el Quinteto de Mogador sea prosa, podría leerse como un poemario, como un poema-río. ¿Está de acuerdo?

Entre todas las tradiciones literarias que faltan en el mundo hispanoamericano, una de ellas y de las principales, ha sido construir un poema a lo largo de toda la vida, como lo hizo Milton con El Paraíso Perdido o como Ezra Pound a través de sus Cantos. Estoy de acuerdo en la apreciación que me hace y podría decir que el Quinteto de Mogador son mis cantos. Son casi cuarenta años de escritura de, si se me permite, búsqueda artesanal, hasta esta concepción de tenerlos todos juntos, como una unidad sobre el deseo. Nunca he claudicado del concepto de perseguir una obra hasta cerrar el círculo. Aunque durante ese tiempo he escrito otros libros, siempre he tenido esa obra-conjunto entre mis objetivos esenciales.

El libro está impregnado de lo árabe…

[No deja el autor concluir el comentario. Se lanza.] Sí. Por supuesto que sí. Todo parte de una revelación que tuve en Marruecos cuando comprendí que mi país, México, es un lugar intensamente mudéjar. Mucho de lo que nosotros llamamos artesanía mexicana se hace de forma idéntica en Marruecos. Hablo de la cerámica, por ejemplo. Si comparas la cerámica de Puebla y la de Fez te das cuenta de que es la misma y eso sucede con la artesanía de otras zonas. Pero sabemos que Marruecos no ha tenido influencia directa sobre México, como México no la ha tenido sobre el país africano. ¿Cual es entonces la respuesta? La respuesta se llama España. La España arábigo-andaluza; Al Andalus.

Esa clave es importante porque el mexicano que no ha viajado no sabe la importancia que para nosotros tiene todo lo español; la marca España. Toda esa influencia, que a menudo se olvida, formó parte de los avances tecnológicos que aportó España durante los primeros años de la Conquista. Por la misma razón, los tejidos que se elaboran en Chiapas están llenos de motivos africanos. España vuelve a ser el nexo.

«Me paso la vida viajando y eso lo incorporo en lo que escribo»

¿Cuales son las influencias literarias de Alberto Ruy Sánchez?

Soy un obseso de los libros, leo a muchísimos autores y no me resulta sencillo elegir. Pero si he de decir uno que me ha marcado profundamente hablaré de Pier Paolo Pasolini, tanto como novelista, como cineasta y como comentarista político y social. También Rilke y soy consciente de que hay mucho del poeta alemán en Mogador. También las rusas Ajmátova y Tsevetáieva. Bajo el título Con la literatura en el cuerpo, editado en España por Taurus, publiqué un libro sobre literatura y melancolía en el que hablo de cuarenta autores que han sido fundamentales en mi vida y en mi narrativa.

Finalmente y para quien no haya leído a Ruy Sánchez, ¿por qué acercarse al Quinteto de Mogador?

No creo que haya una sola razón. Suceden cosas extrañas con este libro. En la India una señora me dijo, su libro es un mandala y yo le pregunté que por qué lo veía así, y me explicó que en el sentido de que un mandala es un objeto estéticamente bello que nos ayuda a vivir.

Durante mi infancia y juventud no salí de mi país y acaso por eso ahora no me bajo de los aviones. Me paso la vida viajando y eso lo incorporo en lo que escribo. Cuando llego a una ciudad que no conozco, madrugo mucho y veo como despierta. En el sudeste asiático despiertan muy temprano. Fui al mercado en Bali y comprobé que lo primero que hace la gente es poner ofrendas en canastas de palma con flores de colores e incienso. Todo es ofrenda. Pero también lo hacen delante de las casas, de los bancos, de los comercios… Sus libros también son ofrendas, me dijo allí alguien, porque cada libro es un puente entre lo visible y lo invisible. Lo dijo mirándome a los ojos y mi deseo se sintió muy gratificado.

Sobre el autor

Alberto Ruy Sánchez Lacy (Ciudad de México, 7 de diciembre de 1951) es escritor y editor. Es autor de una veintena de libros de ensayo, poesía, cuento y novela.

Desde 1988 es director de la revista Artes de México [2], una de las publicaciones punteras de arte y cultura en América Latina. Doctor en letras por la Universidad de París, ha sido profesor en las universidades de Stanford y Middlebury, e imparte conferencias y seminarios en Europa, África, Asia y todo el continente americano.

Su obra ha sido elogiada, entre otros autores de referencia, por Octavio Paz, Juan Rulfo, Severo Sarduy y Alberto Manguel.

 

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Quinteto de Mogador [4]
Alberto Ruy Sánchez
Alfaguara
824 páginas
19,50 euros