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«Utilizamos el sentido del humor como bote salvavidas»

Allá por 2008 debutaron con un EP de título apocalíptico. Los veinte minutos de Iros despidiendo de todo dejaban entrever lo que iba a ser marca de la casa: melodías pegadizas y letras cargadas de un ácido sentido del humor. Entre sus temas, Todos hemos tenido 20 años [1], un himno generacional que se convirtió en el single principal de su primer elepé, La mejor hora para despertarse, y que fue nombrado por la revista Rockdelux como una de las 10 mejores canciones de 2008.

Más tarde bajarían a El Puerto de Santa María para encerrarse en el estudio de Paco Loco y parir Corazón o nada, su segundo trabajo, que vio la luz en 2011. Teloneros del célebre grupo James en la Razzmatazz, ya han colgado el cartel de ‘no hay entradas’ en los conciertos que darán el 14 y 15 de enero (uno de ellos fruto de una prórroga) en la sala Heliogàbal (Barcelona).

Sobre el escenario son familia numerosa. Nada menos que siete integrantes: Óscar Andreu (presentador de La competència [2], reciente Premio Ondas a mejor programa de radio nacional) como vocalista, Juanpe González (cantante de T E J E R O [3]) y Dimas Rodríguez a la guitarra, Joan Ramon Moragas al bajo, Ari Fleck al teclado, Marc Torrell a la batería y Sergi Felipe en la sección de vientos. Pero su directo ha llegado a reunir a nueve personas encima de las tablas, una especie de versión reducida de la Electric Light Orchestra.

Coordinar a tanta gente parece una labor hercúlea, pero Óscar Andreu y Juanpe González, que se someten a nuestro interrogatorio, le encuentran una solución sencilla: «El planteamiento básico es que salgamos guapos y con ganas de enseñarle a la gente lo que hemos estado cocinando este último año. Si sales al escenario guapo y mínimamente motivado, el resto es currárselo. Ni más, ni menos».

¿De dónde viene el nombre de Calor?

Poco antes de ir a grabar a El Puerto con Paco nos encerramos en el local para acabar de componer algunas de las canciones del disco. Durante una de las sesiones improvisamos un engendro que se llamó provisionalmente El infierno del vermú. Era una canción cojonuda, rápida, sabrosona, a contratiempo, bastante rara. Cuando acabamos, alguien dijo que había mucho calor en ese tema. Estuvimos charlando sobre qué significaba eso de que haya «calor» en una canción. La cosa es que a partir de entonces empezamos a utilizar el rasero del «calor». Si la canción tenía «calor», se quedaba en el disco; si no, no.

Por cierto, al final, El infierno del vermú se quedó fuera de Calor.

O sea, que no tiene nada que ver con la estancia en El Puerto de Santa María para grabar el disco…

Llegamos a Cádiz y estaban a 38º y el asfalto se te pegaba a la suela y no apetecía ni fumar. Todo cuadraba. En el disco, además, hay una chicharra casi omnipresente, algo sofocante. Un rollo en plan «La Banda Municipal del Polo Norte deshaciéndose de calor».

Habéis ido prescindiendo de los temas lentos en vuestro repertorio. Los dos primeros adelantos de Calor (Bailando mal y Ambulancia) tienen mucha fuerza. Se aprecian influencias ochenteras. ¿Será un disco más bailable?

Para bien o para mal, los ochenta siempre están ahí, con sus hombreras, su UHF y sus movidas. Muchos de nosotros pasamos la adolescencia a caballo entre los 80 y los 90. De ahí vienen algunos de nuestros referentes. Es una cuestión puramente generacional y totalmente azarosa. Nadie decide pasar la adolescencia en una época determinada. Esas cosas no se deciden. De manera que, claro, hemos escuchado a Carlos Berlanga, a Talking Heads, a Franco Battiato, a Radio Futura, a El Niño Gusano, a Paul Simon, a María Jesús y su acordeón, a Slayer, los Suaves, Sabrina, Rick Astley, Nirvana, Samantha Fox… Imagínate lo que puede salir de esa olla, ¿no?

Prescindir de los temas lentos ha sido natural. Hay cierta urgencia en todo lo que hacemos. Eso se acaba filtrando en los tiempos de las canciones.

En cuanto al disco para darlo todo en la pista… ¡Ojalá! Ver a gente bailando «Europa, tú antes molabas» seguro que tiene su gracia.

«Nuestro modelo es el de guerra de guerrillas»

Las letras rebosan ironía y sentido del humor. ¿Hay demasiado dramatismo en el panorama musical?

Pues no lo sé. Puede que haya mucho dramatismo en general, pero tampoco estoy seguro. Igual hasta está justificado. En muchos aspectos, la situación es dramática. En cualquier caso, el dramatismo en sí mismo no es malo, ni bueno, ni tiene color. Lo que es malo es el exceso y el exceso sostenido. Aquello de Paracelso de «no mata el veneno, sino la dosis». En cualquier caso, nosotros utilizamos el sentido del humor como bote salvavidas.

Precisamente, Bailando mal, que será el primer single de Calor, utiliza la comedia para hacer una reflexión sobre la lamentable situación actual de Europa.

Bueno, Bailando mal conecta un poco con eso que te decía del sentido del humor. Esa canción, si quieres, habla de la decadencia de Occidente. Entiendo que, dicho así, suena fatal y pretencioso que te cagas. A mí alguien me dice que una canción ligera y popular habla de la decadencia de Occidente y me pego un tiro en la rodilla para no pegárselo a él. Ojo, que luego puede ser que la canción mole y que incluso sea divertida. En fin, a nosotros nos pareció que podíamos escribir una canción en la que se explica que todo se va al garete mientras la gente baila mal (que cada cual interprete ahí lo que quiera. El público, uno a uno, es soberano). Nos dedicamos a hacer canciones populares (lo que vendría siendo pop) y nos parecía injusto obviar el gran tema de la sensación de que todo se va a la mierda porque están ganando los malos. El gran tema también de la estupefacción ante el cambio generalizado, ¿no? Evidentemente, no se puede escuchar esa canción con el ceño muy fruncido. Hay hasta un vocoder y todo.

¿Qué ha cambiado desde aquel Iros despidiendo de todo?

Pues hemos cambiado nosotros y nuestro entorno. Nos hemos hecho mayores (no demasiado) y hemos aprendido a hacer discos, que no es poca cosa… Ahora que se venden tantos discos [ironiza].

Distribuisteis vuestro anterior trabajo por Internet para descargarlo gratuitamente. ¿Es hora de asumir este nuevo modelo en el mundo de la música y sacarle provecho?

Nuestro anterior elepé se podía descargar, pero también, si lo querías escuchar mejor y te apetecía tener «la cosa» (en este caso, «la cosa» era una caja muy bonita diseñada por Bernat Heras), lo podías comprar en las tiendas habituales. También se podía descargar/escuchar en iTunes, Spotify, YouTube…

Con Calor vamos a hacer algo parecido. La diferencia es que ahora estamos en Discos Flotantes [4]. De hecho, vamos a ser una de sus primeras referencias. Quien quiera tener el disco físico va a poder comprarlo. Quien quiera escucharlo sin soltar la panoja también podrá hacerlo.

Y eso del nuevo modelo en el mundo de la música… De momento, nuestro modelo es el de guerra de guerrillas. Cualquier otro modelo está fuera de nuestro alcance. Igual lo del indie también significa eso: hacértelo tú a toda costa, pese a quien pese.