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Quique González, la luz después de la tormenta

Sur en el Valle es el decimotercer disco de Quique González [1], que afirma no ser supersticioso y que lucha contra los gafes. Una cuestión de coherencia: “Igual que no creo en la religión, no creo en la superchería”, confiesa el artista afincado en Villacarriedo, una localidad cántabra emplazada en el corazón de los valles pasiegos.

Aunque tenga las cosas muy claras, González se muestra pausado y comedido, casi como si dudase o titubease al charlar. No quiere sentar cátedra cuando habla, rehúye la vehemencia; una cualidad poco común, especialmente en un artista de reconocido prestigio, y más en unos tiempos en los que la asertividad casi violenta es la norma. Pero si por algo se caracteriza es por no vivir muy condicionado por las tendencias o las modas, como ha demostrado a lo largo de su carrera.

– Decís en la promoción que Sur en el Valle es un disco reposado, de trago largo. La sensación que deja es que necesita muchas escuchas para poder ser paladeado apropiadamente, para madurarlo y descubrir matices y recovecos. Teniendo en cuenta que vivimos la cultura del consumo rápido, ¿has arriesgado más de lo habitual con este nuevo trabajo?

Es cierto que Sur en el Valle es un disco que podría considerarse contracorriente o contracultural, pero no lo he hecho con esa intención. Hago las canciones que me salen, sin pensar mucho en esas cosas.

– ¿Y en qué pensabas cuando ideaste este disco?

Cuando hablamos Toni Brunet [que ha producido el disco] y yo de este trabajo nos planteamos hacer algo que nos siguiera gustando dentro de quince años. Un disco que nos siguiera aportando cosas.

– ¿Que deje poso?

Es un poco como la poesía. Creo que la buena poesía precisa de un tiempo, de una reflexión. A veces necesitas volver a leerla dos o tres veces, no ya para comprenderla, sino para que te llegue. Hay otras obras de satisfacción inmediata, pero creo que es muy difícil que perduren.

– ¿Y eso es poco común hoy?

Un poco sí, pero también es verdad que hay muchos grupos jóvenes que tienen un discurso muy bien armado que conecta perfectamente esa premisa con los nuevos tiempos, e incluso son capaces de llenar estadios. 

– Con todo, el disco ha tenido una muy buena acogida, ¿sorprendido?

Sí, claro. Sur en el Valle lo grabamos en noviembre de 2020 y ha pasado casi un año desde entonces, bastante tiempo para tener dudas sobre si iba a gustar. Te confieso que el día antes del lanzamiento tuve una especie de presentimiento, una intuición de que no iba a gustar. Estaba acojonado, porque tanto tiempo te hace perder la perspectiva.

– Pero no ha sido así…

No, no. Tras el lanzamiento recibí muchos mensajes muy emocionantes y cariñosos, fue una gran alegría. En el fondo necesitaba que el disco dejase de ser mío para que fuera de todos.

– ¿Qué ha supuesto Toni Brunet para el disco?

Toni ha sido una pieza fundamental en todos los sentidos, desde el propio concepto. Ha refrescado mi ambiente, ha abierto mis ventanas y me ha dado oxígeno.

[Otra de las características que llaman la atención de González es cómo se deshace en elogios hacia todos los que lo han acompañado en su carrera. Son elogios sinceros que destilan una mezcla de admiración y agradecimiento, pero, sobre todo, la humildad de alguien que se siente muy afortunado.]

– Da la impresión de que muchas canciones del disco están construidas con una estructura ascendente, una suerte de in crescendo muy sutil en el que van apareciendo los instrumentos casi presentándose, ¿es intencionado?

Es completamente intencionado. Dentro de la austeridad instrumental que respira el disco consideramos muy importante la dinámica de subidas y bajadas, que no todos los instrumentos estuvieran toda la canción sonando, sino que apareciesen y desapareciesen. Que el discurso instrumental transcurra paralelo al de las letras, casi subrayándolo.

Quique González. Foto: Juan Pérez-Fajardo.
Quique González. Foto: Juan Pérez-Fajardo.

– ¿Son algo más crípticas sus letras que las de otros trabajos?

Se lanzan muchas preguntas. Es un cuestionamiento, una incertidumbre más que una certeza. Es un disco menos narrativo, más de imágenes, de fogonazos que hay que ir uniendo, aunque quizá no se aprecien en la primera escucha. Exige un poco más.

– En Jade dices: «Esto se me está haciendo grande a mí también», ¿qué se le hace grande a Quique González?

Fíjate, Jade y Tornado son los dos temas más condicionados por la situación que hemos vivido. Quería resaltar lo inabarcable e inconcebible que ha sido todo. Lo inesperado. Necesitamos creer que tenemos controlada nuestra vida, pero no es así: son muy pocas las cosas que controlamos.  

– En Amor en ruta dices que hay cosas que todavía duelen, aunque no duelan como antes…

Me he tomado ciertas situaciones muy a pecho. La traición, la mentira… me han afectado mucho. Pero cuando tomas cierta perspectiva ese dolor se amortigua.

– ¿Se pueden escribir canciones tristes estando alegre y al revés?

Uf, no estoy seguro. Ojalá fuera tan sencillo. Creo que necesitas tener algo dentro para poder escribir. Tienes que estar conmovido, para bien o para mal, para que eso brote. No puedes escribir algo de forma premeditada, por lo menos yo.

[El músico madrileño ha destacado como uno de los grandes compositores españoles. Su faceta como letrista lo hace heredero directo de otros grandes que le precedieron, como Antonio Vega o Enrique Urquijo. Con este último inició su carrera componiendo para Los Problemas Aunque tú no lo sepas, un tema inspirado en el poema homónimo de Luis García Montero. Precisamente, en 2019 lanzó Las Palabras Vividas, su único trabajo en el que no escribe las letras, sino que pone música a algunos poemas del actual director del Instituto Cervantes.

A pesar de sus 48 años, Quique González lleva toda una vida en esto de la música: casi treinta años de carrera. Él mismo reconoce que son muchos. «Cuando empecé no creía que me fueran a ir tan bien las cosas. Es inevitable pensar que he vivido más de lo que me queda por vivir, pero supongo que es una sensación común a todo el mundo, independientemente de su profesión».]

– ¿Tienes mono de carretera y conciertos?

Claro. Necesito eso en mi vida. Es algo muy estimulante: viajar, estar con la banda, sentir la reacción del público. Lo necesito más que nunca. Especialmente después de que hubiera varios momentos de duda razonable de que todo fuera a ser igual que antes. Cuando recuperas algo que te han arrebatado lo disfrutas más.

– ¿Cómo crees que funcionará Sur en el Valle en directo?

Empezamos la gira el 19 de noviembre [aquí las fechas [2]] y vamos a hacer los directos en teatros, que son recintos donde creo que suenan mejor los temas. Soy bastante optimista con la situación y creo que, poco a poco, iremos retomando cierta normalidad.

– Conectar de nuevo con el público…

Sí. Además, por lo que nos están transmitiendo muchos seguidores, creo que va a ser posible generar esa combustión que nos haga volar un poquito a todos durante los conciertos. Ojalá sea así.

– ¿Miras las listas de reproducciones?

No mucho, pero estoy al tanto, porque me las envían. Las miro, pero no me obsesiona.

Charo, un tema de Me Mata si me Necesitas, el disco de 2016, es la canción con más reproducciones de Quique González en Spotify. ¿A qué lo achacas?

Pero el éxito de Charo es por Nina [la canción es un dueto entre el artista madrileño y la cantante Carolina de Juan, vocalista de la banda Morgan, que en Sur en el Valle colabora acompañando en los coros de cuatro temas].

– Pero que tus temas actuales sean los que están más arriba parece refrendar que sigues al pie del cañón. Después de veinticinco años uno esperaría que fueran los grandes clásicos los que coparan esas posiciones, aunque solo fuera por el tiempo...

Bueno, la verdad es que para mí eso es un regalo. Ver que sigues conectando, que sigues manteniendo un diálogo con tu público… es algo maravilloso.

– Has hablado de Nina, ¿te has planteado un disco de duetos con ella?

¡Sin duda! Es algo que me encantaría. Escribirlo mano a mano, porque Nina no sólo es una cantante excepcional, es que es una de las mejores letristas de España. Me encanta el universo de sus letras, sus imágenes. A ver si logro convencerla. Me gustan mucho ese tipo de discos de duetos, como el de Allison Moorer con Steve Earle. 

– Eres un fijo en las colaboraciones. Recientemente, Mikel Erentxun, pero has cantado con Leiva, Ariel Rot, Bunbury, Diego Vasallo, el Drogas y una larga lista, ¿qué te hace sentir que te llamen artistas para cantar sus canciones?

He tenido mucha suerte. El respeto de los compañeros de oficio ha sido fundamental para creer en lo que hago y darme seguridad. Ha sido muy estimulante.

– ¿A quién te imaginas cantando tus canciones?

[Duda, porque también son muchos quienes han cantado las canciones de Quique González.]

Justo ayer me escribió un mensaje David Ruiz de la MODA, que estaba sacando Luna de Trueno [el séptimo tema de Sur en el Valle] y pensé que sería maravilloso escucharlo. David tiene una voz tan especial, tan vivida… es uno de mis cantantes favoritos y me gusta muchísimo cómo le quedan mis canciones.

– Tus letras están repletas de referencias cinematográficas, ¿cómo ha influido el cine en tu música?

Me encanta el cine. Trato de crear imágenes en mis canciones, escenarios, planos, escenas. Creo que en Sur en el Valle hay un poco más de eso que en otros trabajos anteriores. Es algo más visual. Ojalá algún día pudiera hacer unas cuantas canciones para una película.

En referencia al quinto tema del disco, Tornado, ¿qué es la luz de la luz de un tornado?

Es la luz que sale de una grieta que se empieza a abrir; la luz que brota después de una catástrofe, esa a la que te tienes que agarrar para poder continuar.

Quique González. Foto: Juan Pérez-Fajardo.
Quique González. Foto: Juan Pérez-Fajardo.