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“Busco que el lector cuestione sus opiniones”

La acción de esta novela turbadora sobre la que gravitan cuestiones relacionadas con la hipocresía, la amistad, la inmigración y los privilegios se sitúa en un acomodado barrio residencial. Un enclave de anchas avenidas, cuidados jardines y casas con azulísimas piscinas. Un entorno idílico donde, al menos aparentemente, nunca pasa nada. Hasta que una mañana el lugar amanece invadido por una inusitada plaga. Pegados a los troncos de los árboles, al hierro de las verjas y en las paredes florecen carteles que muestran la foto de una muchacha, una cruz negra y una pregunta escrita a mano: ¿Quién mató a Teresa Lanza?

Cinco mujeres recuerdan a Teresa, la joven hondureña que limpiaba sus casas y que un año atrás inexplicablemente se suicidó. Ninguna de las cinco ha logrado olvidar el trágico final de la muchacha. Pero las cinco ignoran y nadie en la zona sospecha que la sombra y la mirada de la suicida sigue, de alguna forma, vagando por sus casas en busca de respuestas.

¿Cómo definiría El oscuro adiós de Teresa Lanza?

Siempre es difícil definir un libro, pero diría que se trata de una novela de misterio que es, a la vez, el retrato coral de dos estilos de vida opuestos en la actualidad. Es también una novela sobre la inmigración y sobre la muerte, dos temas que no suelen tratarse muy a menudo en nuestra ficción.

¿Deberíamos hablar ya de un género aparte de novela negra ligada al Mediterráneo?

Creo que ya hace tiempo que se habla de ello. Y no solo novela negra española: Markaris, Camilleri, Manzini… Normalmente son novelas policiacas con un investigador carismático, así que, si soy sincero, no tengo claro que mi última novela entre en esa categoría por mucho que la acción transcurra en Barcelona. Me da la impresión de que es más oscura, con más referentes norteamericanos (y latinoamericanos) que propiamente europeos.

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¿Utiliza premeditadamente este género literario para hablar de desigualdad social, inmigración y otros temas poco frecuentes en la novela negra?

Sí, lo cierto es que me parece que el contexto y las técnicas de la novela negra son ideales para abordar ciertos temas: les añade un componente de misterio y les matiza la parte “buenista” del mensaje, y el lector se ve atrapado en una intriga que le termina cuestionando sus opiniones y valores sin plantearle abiertamente un mensaje determinado, políticamente correcto.

Cita usted a Richard Yates y al hilo de su cita cabe preguntar si verdad y mentira no existen como conceptos absolutos, ¿es así?

Una parte de mí, tal vez ingenua, sigue creyendo que sí existen, y que, como en los cuentos infantiles, la mentira al final se pone en evidencia cuando la verdad sale a la luz, pero es cierto que desde hace tiempo se ha relativizado el valor de ambas. El juego político ha demostrado que una mentira es aceptable si sirve a mis intereses o se usa en contra de mis adversarios (porque el objetivo último y más importante es vencerlos) mientras que desentrañar la verdad supone un proceso mucho más lento. La verdad necesita pruebas, mientras que la mentira, ahora mismo, puede ser voceada sin el menor pudor… Pero en el fondo, y volviendo al inicio, quien miente deliberadamente sabe que lo está haciendo.

¿Se sirve del mundo real para imaginar y realizar sus libros?

Sí, desde luego. Diría que todos los autores lo hacemos, en mayor o menor medida, pero en mi caso creo que es obvio. Me gusta también fijarme en aquellos rincones a los que nadie se asoma, levantar las alfombras y escudriñar en los altillos. Hay una realidad obvia y otra no tan evidente, que está ahí pero requiere una observación un poco más perspicaz o intencionada.

¿Cómo escribe? ¿Cómo estructura sus libros habida cuenta la complejidad y variedad de tramas y personajes?

En realidad suelo partir de una idea bastante concreta en lo que se refiere a la trama. Es decir, desde antes de empezar a escribir sé lo que le sucedió a Teresa Lanza y tengo en mi cabeza la solución del misterio. Pero a partir de ahí me dejo llevar bastante por la propia novela, por los personajes (que he pensado mucho antes) y por una especie de dinámica que se establece entre ellos y yo, entre el argumento y lo que quiero reflejar. Así que no soy un autor de esquemas, ni de resúmenes detallados, sino alguien que, sabiendo adonde va, se divierte perdiéndose por caminos insospechados sin perder de vista el destino final.

¿A quién lee y a qué escritores admira Toni Hill?

A muchísimos, llevo toda la vida leyendo. Más que admirar a autores, me deslumbran obras como Desgracia de Coetzee, Mystic River de Dennis Lehane, o El mundo según Garp de Irving. Ya sé que no tienen nada que ver, pero son las primeras que se me ocurren. También leo a autores españoles y latinoamericanos; creo que están llegando cosas muy interesantes de Argentina, de Chile, o autores magníficos como Halfon, y que en nuestro país tenemos ahora mismo a nombres tan importantes como Cristina Morales o Juan Gómez Bárcena. Como se ve soy de gustos variados.

¿Cuál es el sentimiento que prefiere que se quede en el lector tras la lectura de sus libros?

La sensación de haberse visto atrapados en un mundo de ficción que ha significado algo para ellos, de haber entendido a unos personajes a los que, de entrada, no conocían, y de haber disfrutado (o sufrido) con mi manera de ver el mundo.

Finalmente, ¿por qué los lectores deben acercarse a este El oscuro adiós de Teresa Lanza?

Quizá porque les debemos algo a las Teresas Lanzas que cuidan de nuestros mayores o limpian nuestras casas. Pero, aparte de eso, porque creo que van a disfrutar de una lectura que va convirtiéndose en adictiva a medida que avanza y que, a la vez, quizá les haga reflexionar sobre nuestros valores y sobre la hipocresía que rige a veces nuestras vidas.