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Dan Mooney: “Enjaulamos a nuestros mayores”

(Cuando piensas que todo ha pasado, la vida te regala una última y gran aventura. Joel Monroe vive en la Residencia de Ancianos Hilltop, un lugar que no le gusta nada. Solo hay otra cosa que rechaza con más fuerza, y es que le digan lo que tiene que hacer y cuándo debe hacerlo. Cuándo tiene que comer, cuándo es hora de irse a la cama, cuándo debe tomarse las pastillas… Junto a su nuevo compañero de habitación, Frank, un actor de culebrones retirado, emprenderá la más singular de las aventuras: la de poner fin a su vida de una manera digna. En el transcurso de esta misión suicida, Joel y Frank descubrirán que quizá nunca es demasiado tarde para experimentar la magia de los primeros momentos, y es que cuando piensas que todo ha pasado, la vida te regala una última y gran aventura).

¿Qué ha pretendido al escribir El insólito final del señor Monroe?

Quería hablar de amistad y de nuevas oportunidades en la vida. No de últimas oportunidades. Hablo de temas universales, pues todos aspiramos a llegar a viejos. Todos tenemos familiares que están en las edades que se retratan en el libro. Hablo de la vejez por encima de todo lo dramático que suponen determinadas circunstancias. La vejez es un reto lleno de esperanza. Todo un desafío. La jubilación puede estar llena de oportunidades si te las dejan tener. Es un tiempo para hacer cosas como viajar, ir al cine y otras muchas actividades. El problema es que hemos creado un sistema con residencias de ancianos que a menudo coartan estas oportunidades, pues enjaulamos a nuestros mayores. La esperanza es poder revertir esa situación. Y el desafío es que el sistema dote de los medios necesarios para poder hacer realidad esas oportunidades. El sistema actual de residencias no ofrece todas las oportunidades que los ancianos se merecen y a las que tienen derecho.

Insiste en el respeto hacia los mayores, algo que acaso las sociedades modernas en parte han olvidado.

Ojalá el respeto, el respeto auténtico hacia los mayores fuera algo más habitual. No ha sido para mí complicado situarme y escribir esta historia pues me crié en gran parte con mis abuelos. Mis padres trabajaban muchas horas con lo que pasé mucho tiempo y muchos fines de semana con ellos. El respeto hacia los mayores me venía servido junto con el desayuno. Ese respeto se me ha acentuado con la edad y conociéndoles más a través de la relación con mi grupo de teatro donde me siento muy cercano a la gente mayor. Ojalá podamos conseguir el limitar o eliminar ese quedarse atrás de los de más edad en la actual sociedad. Monroe, el protagonista del libro, es un hombre aislado en sí mismo y por el entorno que cuando muere su mujer decide suicidarse. Pero tiene la suerte de conocer y hacerse amigo de un personaje muy extrovertido que lo dice que es una gran idea que quiera suicidarse, pero le recomienda que lo haga de un modo espectacular, para que se recuerde durante años. Lo que quiere el amigo, claro, es aplazar esa decisión. Hablamos de amistad.

¿Qué es la amistad?

Amistad es compartir. Compartir incluso demasiado. Sentirse cómodo en presencia de otro para mostrarte tal y como eres. La habilidad y la capacidad de dejar ver lo mejor y lo peor que hay dentro de ti. Confianzas totales y mutuas. Todo esto como algo sobreentendido, como algo que va creciendo espontáneamente. Algo que no depende de ningún contrato, ni tiene límites preestablecidos. En el caso del libro, con la llegada de Frank se abre otro mundo para Monroe. Un mundo de aprendizaje y de crecer como persona. La amistad te hace aprender, crecer y compartir.  

El suicidio y la eutanasia, temas que también sobrevuelan su texto…

Cada vez vivimos vidas más largas con lo que se incrementa el riesgo de aislamiento y dependencia, que puede llegar a ser total. Esas dependencias en ocasiones llevan a sentimientos de indignidad. Nace el sentimiento de que vivimos vidas indignas al no poder valernos por nosotros mismos. Haría falta un cambio de sensibilidad hacia la gente que no quiere pasar por finales así. El tema de la eutanasia es muy complicado pues inciden componentes religiosos, presentes en casi todas las sociedades. En el caso del protagonista del libro, el suicidio es un acto propio y personal que nadie le puede quitar. Le han privado de casi todas las decisiones, pero esta sí puede tomarla él solo. Pero socialmente, insisto, son temas complejos, con muchas aristas pues no solo atañen a uno mismo, sino que implican a más personaes, como es el caso de la eutanasia. También influye la propia capacidad mental. Si siento que estoy tan mal como para querer poner punto final a mi vida, igual no tengo plenas capacidades mentales y pleno dominio de mí mismo como para decidir sobre algo tan decisivo. En general creo que falta desarrollar más comprensión y más sensibilidad. La vida no es sólo en blanco y negro. Hay muchos matices y casos distintos pueden requerir soluciones diferentes. No hay una solución para todos.

¿Con qué mensaje clave le gustaría que se quedase el lector de El insólito final del señor Monroe? 

Reivindico el valor del relato. Provengo de Irlanda, en donde hay una gran tradición de cultura oral y muy poca de cultura escrita, especialmente en gaélico. El relato como reflejo de lo que pasa en la sociedad. Me interesa mucho esa vertiente divulgativa y de contar lo que sucede en un momento histórico preciso y, siguiendo la tradición irlandesa, tratar un tema delicado y complejo, incluso oscuro, siempre con una chispa de humor. Es un reto que me gustaba asumir. Es esencial para los mayores y para todo el mundo. El humor es un ejercicio sanísimo a cualquier edad. Tenemos el estereotipo de que la gente mayor es callada, austera, triste y seria y eso ni es ni tiene por qué ser así. Me gustaría que el mensaje final contemplase que hay que mantener el espíritu alegre, el amor y el humor durante toda la vida.