No es fácil acercarse a una etapa de nuestra historia que ha dejado tantas cicatrices e incluso heridas que aún sangran en la memoria y el corazón de quienes lo vivieron o perdieron a sus seres queridos. Una oportunidad para acercarse a la Guerra de España e intentar comprender el porqué de esas heridas que siguen abiertas, pero también para detenerse a pensar una vez más sobre las atrocidades a las que actualmente asistimos desde la distancia y ante las que la obra no permanece ajena, enfrentando pasado y presente más allá del tiempo y el espacio.
1936 es una clase de historia viva, por la que desfilan Franco, Mola, Yagüe, Calvo Sotelo, La Pasionaria, Manuel Azaña, José Antonio Primo de Rivera, Largo Caballero… y en la que la asombrosa capacidad de transformación de los actores y su vehemencia dramática atrapan al público durante las 4 horas y 15 minutos que dura la obra.
Desde el comienzo, el espectador siente esa especie de conexión que le hace abandonar la pasividad de la butaca para convertirse en testigo de hechos históricos como el bombardeo de Gernika o la Batalla del Ebro y ponerse en la piel del que pasa hambre y frío y sufre el miedo y la desesperación. Tras el texto, de ritmo impresionante, se encuentran Albert Boronat, Juan Cavestany, Juan Mayorga y Andrés Lima, este último también al frente de la dirección.
Hablar de la Guerra Civil es llegar al teatro sabiendo cómo comienza y cómo acaba la historia, sin embargo, esta representación es algo más, es según Lima «intentar pintar un paisaje lo suficientemente elocuente que sirva para recordar e imaginar, para hacernos preguntas que nos lleven a comprender mejor, a intentar saber dónde están las heridas». Es quizás mirar al pasado para intentar comprender el presente. La obra teatral de El mundo de ayer en su versión española, si me lo permiten. Y es que en ambos casos es inevitable hacer paralelismos entre el ayer y el hoy.
Cabe reflexionar sobre por qué en 2025 una obra de esta duración sobre nuestra contienda fratricida consigue crear tal expectación como para agotar las entradas según se ponen a la venta, para esta ocasión nada menos que un 4 de agosto en Madrid. Y el espectador va preparado, los hay que repiten, sabe lo que se va a encontrar y sabe que en esas cuatro horas, que pasan en un suspiro, va a tener dos descansos de 10 minutos. Y en este entorno uno no puede menos que sorprenderse al ver los bocadillos que sobresalen del papel de aluminio y hasta un táper de macarrones. Pero la crítica gastronómica la dejamos para otros.
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En gira
25 de octubre de 2025 | Festival Europalia | Bruselas.
31 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 2025 | Teatro Circo | Murcia.
7 y 8 de noviembre de 2025 | Pazo da Cultura | Narón, A Coruña.
16 de noviembre de 2025 | Auditorio de Lugo | Lugo.
21, 22 y 23 de noviembre de 2025 | Centro Niemeyer | Avilés, Asturias.
29 de noviembre de 2025 | Teatro Falla | Cádiz.