La tempestad es difícil de identificar en un género concreto: mezcla de tragedia, comedia y romance, contiene un poco de cada una de las obras del dramaturgo inglés. Un espléndido tratado sobre los recovecos de la búsqueda del poder en el que todos los personajes, de manera más o menos evidente, se relacionan con él. Cada uno de ellos intentará apoderarse de lo que más desea: la isla desierta en la que han naufragado, la corona perdida, el reino de Nápoles.

Juego, música y humor

Amor, poder, esclavitud y perdón son los ingredientes básicos de esta historia que transcurre en un escenario poblado de duendes, hadas y actores de gran talento. Después de un Incrementum lleno de mujeres, Peris-Mencheta trae La Tempestad, una obra llena de hombres, a la moda del teatro isabelino.

Siete actores dan vida a más de veinte personajes en una adaptación juguetona, llena de música y humor. Este es un espectáculo para los sentidos en el que el público se siente parte de la isla desde que toma asiento, pisa su tierra, siente la brisa marina en el rostro, saborea sus exóticas bayas y se envuelve de la música que surge de las entrañas de la tierra. En este montaje moderno y original, en el que vemos el proceso teatral en escena, las premisas son la imaginación y el juego.